Tiempo Encontrado

Diario Cuarenta y Uno, y Dos

”Sabiduría. Tipo de ignorancia que distingue al estudioso”

El actor no debe aceptar la condena. Cuando se trabaja con la vanidad te conviertes en alguien mucho peor de lo que podrías ser. Eso te hace peor persona.

Mauricio Topola. Lo conocí con salud y enfermedad, con dinero y sin dinero, gordo y flaco, joven y viejo. Siempre lo tuve cerca. Siempre. Sostenía con facilidad el valor de sus coherencias frente a las inclemencias del tiempo.

El actor comprado como superviviente narcisista. Ha sido muy fácil comprarlo.

La acción para Spinoza. Dos dimensiones. El acto como potencia del cuerpo, lo que puede el cuerpo, y la imagen de la cosa asociada, es decir el objeto sobre el cual se aplica el acto. Es la lógica de la acción.

Piñón y sus desacuerdos. “Ni la libertad ni el infinito son cosas menores que necesitan algo más que el arte”. Será así. Mientras tanto me acurruco detrás de la libertad y el infinito a ver si me salvo de la muerte. Solo eso.

Un Seminario más. Ni una convicción menos. No lo puedo tolerar.

Siempre Goyo. La política de las pasiones. Es lo que hago y por ahora funciona.

Se pudren las palabras. El silencio. Tiempo de silencio.

También María Estuardo es posible. Menos mal que ya no me asusta el vacío. Toda mi casa es una ventana. Pero dos mujeres buscando en lo inmenso de la libertad y el dolor, me salvan de esta mierda.

Noam. Lo miro y descubro una nueva presencia. Tengo ganas de abrazarlo.

Este diario es cada vez menos diario y más mirada retrospectiva. Me acabaré convirtiendo en Lou Andreas Salomé.

Huelga general. En todos los sentidos. Hay que desacreditar una vez más al deseo. Extraño regreso de lo humano como negación del ocio. Negocio. Negación del ocio. No me hables. Quiero estar contigo.

Las miradas. Los miedos. Los alumnos abren y clausuran y yo estoy cada vez más interesado en algo que está pasando. Cada vez más viejo y más cansado me miro al espejo y no me arrepiento de casi nada. Bueno casi. ¿A dónde voy?

Ivonne Princesa de Borgoña de Witold Gombrowicz. Porque me gritan. No soy ciego. Digo ciego no sordo. No me equivoque.

La madre de todas las tormentas. En una hora retomamos la normalidad y esto deja de ser el Caribe.

Veo el Che y yo. Nada me conmueve. No estoy ni consternado ni rabioso ante la muerte del Che. Mario Benedetti me recuerda que el futuro ya no es lo que era. El Che para mí. Si.

Concluyo el VI Seminario en Buenos Aires. Este si salió Internacional de veras. Desde España hasta Chile. Sin mierdas narcisistas. Ni mías que más o menos controlo ni la de los alumnos que les ayudo a no tener que soportar. Esto es así. Exhibir lo que hacemos nos hace actores y nos condena al mismo tiempo.

Mañana sin pizza ni churrasquito. Esto es insoportable.

Una vez más. Una vez menos. Allí voy Alamillo.

Madrid. Una ciudad que no era la mía. Una ciudad que me habla de cosas que puedo escuchar. No es Buenos Aires. Escucho. Me invade el turismo y vivo la contradicción. Dan de comer a mucha gente y yo me atrevo a rechazar su violencia de presencia y ruidos.

Duermo mal. Catarro. Escribo a las 5 de la mañana y ya sé lo que quiero.

Algo se acurruca a mi lado. Sera una manera de hacer silencio una vez más.

Me escribe Dani. Ya me escribió Bea. Les tengo tanta fe que de seguro debo estar equivocado. Es muy malo confiar tanto en los actores. Pierdo todo objetividad. Me arrastran hacia el amor

Escribo. La astucia del cuerpo. Me llama con una fuerza nueva. Como si por momentos pensara que no voy a poder soltar este libro. Y de pronto hace unos minutos asumo que mi tema con la técnica en el trabajo del actor puede acabar por ser un genero literario. Eso me condena a la literatura y me expulsa de lo técnico.

Comienzo curso 2018/2019. Asombro. Duda. Situaciones. Filosofía y técnica para el que actúa.

La realidad, por un lado. El pensamiento que si tiene suerte atrapa algo de esa realidad y al final las palabras. Parece mentira. Pero el teatro siempre empieza por ahí. Siempre las palabras invitando y acechando. El enemigo necesario.

Con Pablo Silva en casa. Conjunción inevitable de distancias y cercanías. Ambos somos de un universo reconocible. Sin embargo, sus deseos no son los míos. Hacemos el esfuerzo de acercarnos. Dalmiro contempla.

Me mantengo en circulación porque no dejo de encontrar sentido en cada ensayo. Incluso en los ensayos que no presencio. La técnica repara la ausencia. Con creces.¿ A quien le importa todo eso? Este diario que leen cuatro melancólicos, es una prueba mas de mi distancia con la profesión que no habito ni represento.

Digo en clase. El mundo es una mierda. Siempre al borde de la catástrofe con los Bolsonaros y los Trump de turno que se encargan de amargarnos la semana. De pronto puedo pensar que nunca ha sido diferente. Uno se acostumbra y estar al borde del desastre es un ejercicio de resistencia. Una manera de homenajear al Arte.

Mi madre cumpliría 104 años. Sigo recibiendo regalos de ella. Así era mi madre. Inspiradora.

En Buenos Aires ahora están ensayando. Flopy entenderá que la desconfianza no es una condena. Cada viaje de Pablo me da un poco de miedo. ¿A dónde va? Algo se me ha pegado, muy pegado, de unos bisontes que algunas veces fueron negros. Ahora con Hemingway de delantero centro, son leones. Leones y bisontes negros. Un cruce casi perfecto.

Ambrose Bierce. ”Sabiduría. Tipo de ignorancia que distingue al estudioso”. Gracias Carlos Tkach.

Hay quienes leen libros que les sugiero y no logran acabarlos. Se repite un lugar de la no conclusión como renuncia. Es imposible acabar la mayor parte de los libros si no se ama la acción de leer. Tener el libro entre las manos y vivir el singular deleite de la continuidad. Luego no te acuerdas de nada. Aunque sepas que lo has leído. Carece de importancia el recuerdo de lo leído. No se lee para recordar. Se lee porque da placer leer. Algún resto queda. Solo eso.

Hablo y fantaseo con Jesús Noguero. El actor que mejor hace silencio. A la noche convierte Luces de Bohemia en un lugar para el cuerpo. No se olvidó de callar, pero su técnica habla.

Ella Recuerda será una fiesta. Durante cuatro horas nos decimos que si a la ilusión. Renovamos el pacto iniciado en una isla de Cartagena. Es nuestro deseo.

Me asusto con Macbeth y podemos renacer en una hora. Una vez mas descubro que entrar por otro lado es lo difícil. Son Ana, Carmen y David. Lo son.

El amor está encriptado. Siempre. No damos para más.

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