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Devaluación competitiva o reestructuración de deuda

En estos días en los que los acontecimientos se suceden a una velocidad de vértigo se está jugando un partido decisivo para el devenir no solo de la UE, sino del modelo económico caduco y fracasado en el que vivimos.

No son pocos, los que se sitúan en la mal llamada tercera vía, que claman, lloran y copan los espacios televisivos apostando por las compras masivas de deuda por parte de los bancos centrales, mantenimiento de los tipos de interés en cero o negativo y por supuesto una devaluación competitiva de tipos de cambio. Esta última apuesta incluye, para deleite de las grandes y medianas empresas en España, una devaluación salarial intensa, que será mitigada por las caídas de precios internas, justo lo que está ocurriendo en España. En este sentido, fue realmente grotesco ver a Álvaro Nadal, el responsable de la Oficina Presupuestaria de Moncloa defender lo bien que viven los trabajadores en este nuevo paradigma: eres cada vez más pobre, pero el IPC negativo te salvará.

La devaluación competitiva solo trae más pobreza

Pero lo que no sabe Alvaro Nadal y otros economistas educados en el mismo paradigma, aunque defiendan opciones políticas supuestamente diferentes, es que esta dinámica deflacionista es muy peligrosa en situaciones de sobreendeudamiento, tanto público, como privado, como es España, Gracia, Portugal o Irlanda. El objetivo es importar demanda a través de la caída interna de precios y salarios para exportar más y evitar el descenso de los niveles generales de precios, absorbiendo demanda del resto del mundo para que no se pare la economía y se mantengan estables los precios de importación.

La competitividad vía tipos de cambio y salarios en contextos de sobreendeudamiento es un grave error

Pero esta visión de la economía es demasiado estática. Porque en un momento como el actual, existen muchas economías que quieren devaluar las divisas para poder salir de la profunda crisis de crecimiento que asola la economía internacional. Por eso, la opción de tipos de interés negativos y compras masivas de deuda por parte de todas las economías puede acabar en un colapso de los mercados de activos, como el que llevamos alertando algunos. La pregunta clave que surge, es ¿ a dónde nos llevan las guerras de divisas multilaterales? Pues la historia económica nos dice que el resultado último suele ser la imposición de barreras al comercio, proteccionismo y empobrecimiento de las economías más débiles, algo de lo que España debería huir, salvo que sus mentores económicos abracen estas políticas suicidas y las aplaudan en los foros en los que todavía les dejan sentarse.

El riesgo cambiario y de tipos de interés negativos puede parecer nimio si China no decide intervenir en el partido devaluando también su divisa. No hay que olvidar que gracias a las políticas de muchas empresas y gobiernos occidentales, el gigante asiático es la gran fábrica mundial. Se le ha transferido esa capacidad para que podamos consumir muy barato en Occidente, centrándonos en los servicios que los chinos desprecian o no tienen ventajas comparativas. Ahora, tras la intensa devaluación salarial y de precios, si China decide devaluar, con el mismo argumento que la UE, traería otra gran dosis de deflación importada, algo que ya está en curso con el desplome de los precios de materias primas, por cierto tan laureado por algunos economistas y políticos, que solo miran el corto plazo electoral.

Si China también devalúa, el colapso puede ser generalizado

La pregunta es si existen alternativas. La alternativa más sana, a pesar de sus múltiples complicaciones, es una restructuración de deuda ordenada y coordinada, como preconizan ya muchos Premios Nobel como Krugman, Maskin u otros economistas ortodoxos como Rogoff y con ello poder normalizar los tipos de interés. Habría una parte negativa y es que algunos agentes caerían, pero por otro lado sería la única fuente real de crecimiento a corto y medio plazo, especialmente para economías como la griega o la española.

La alternativa a tipos de interés negativos y compras de deuda es la reestructuración de deuda

Las opciones políticas que defienden esta alternativa, a día de hoy, son minoritarias y cuando triunfan, como el caso de Grecia, se intenta aplastarles, humillarles, como ha hecho Alemania, con el beneplácito de los palmeros de la Comisión, el FMI y el BCE. Pero también, la supuesta izquierda socialdemócrata ha jugado un papel esperpéntico, fruto de la debacle y descomposición intelectual y política en el que está inmersa. Si Grecia fracasa, algo que podría no ocurrir si China y Rusia entran definitivamente en el tablero de la financiación exógena, habremos fracasado todos.

Si no se produce esta restructuración de deuda, podríamos ver un colapso sin precedentes en los mercados de riesgo, que ponga a los bancos centrales al borde del abismo. Ahí, los supuestos líderes del mundo, tanto los conservadores, como los llamados social liberales, acometerían un impulso fiscal, sin importarles el déficit público, la estabilidad presupuestaria o el artículo 135 de la Constitución. Veríamos de nuevo las grúas trabajando a destajo, emulando la Abe “economics”. Por tanto, estemos atentos y no lloremos cuando los mercados de riesgo estallen y muchos ahorradores y acreedores pierdan todo su capital. Algunos se acordarán que es mejor cobrar un 60%, que nada.

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