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Desafí­o a la austeridad, Alemania en guardia

Los votantes europeos han propinado otro castigo a sus líderes el domingo por no poder superar una crisis de deuda que ha empujado a gran parte de la región a una vertiginosa crisis económica.Menos obvio es lo que los europeos esperan que sus gobiernos vayan hacer de manera diferente. En Grecia y Francia, los gobernantes se quedaron sin poder y pasaron a formar parte de una larga lista que incluye a los ex líderes de España e Italia. Pero a sus sucesores probablemente le sea difícil llevar a cabo políticas que se alejen mucho del curso centrado en la austeridad defendido por Alemania, cajero de Europa.Como única economía grande de Europa con buena salud, el apoyo de Alemania es fundamental para cualquier cambio. Y la canciller Angela Merkel y su gobierno han dejado claro en las últimas semanas que no iban a suavizar sus exigencias de austeridad, no importa quien ganara las elecciones del domingo.»Seguiremos siendo tan duros en estos temas como antes», dijo Volker Wissing, un experto en política financiera de los Demócratas Libres, el socio menor de la coalición en el gobierno de la Sra. Merkel. «Estamos luchando por la estabilidad de la moneda. No existe la menor posibilidad de suavizar el asunto de la moneda con Alemania.»Los mercados presentan otro desafío. Como sugieren las renovadas turbulencias, los inversores siguen preguntándose si Europa puede superar sus problemas de deuda y mantener intacta su moneda (…)Apartarse de la austeridad podría desencadenar una ola de ventas aún mayor en los mercados de crédito. Si François Hollande, elegido presidente de Francia, se embarcara en un programa de estímulo keynesiano, por ejemplo, los inversores podrían dudar del compromiso de Francia con la disciplina fiscal. Eso pondría su calificación crediticia, la clave para mantener el costo de los préstamos bajos, en riesgo.»El hecho de que los inversores estén cada vez más preocupados por la falta de crecimiento en la periferia de la zona euro, no significa que las políticas keynesianas serían bien recibidas por los mercados», dice Nicolás Spiro de la Spiro Sovereign Strategy, una firma de investigación con sede en Londres. «Por el contrario. Cualquier estímulo fiscal a corto plazo en la periferia que avive la preocupación de que la crisis se prolongue aún más, socavaría gravemente la credibilidad de Alemania y el BCE.»A pesar de los cambios políticos, la Sra. Merkel y sus aliados de línea dura en el Banco Central Europeo permanecen controlando firmemente la política económica europea. Al igual que la Sra. Merkel, el presidente del BCE, Mario Draghi, y el influyente presidente del Bundesbank, Jens Weidmann se oponen a cualquier moderación de la reforma estructural europea, a estímulos fiscales o a la creación de bonos europeos comunes.Por otra parte, se espera que el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, tome el liderazgo del eurogrupo, un foro clave para dar forma a la respuesta de la zona euro a la crisis. Y las autoridades alemanas ya controlan las palancas de otros instrumentos de lucha contra la crisis en Europa, entre ellos su principal fondo de rescate, el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera.Es posible que Berlín pueda estar abierto a algunas concesiones. Un área potencial sería utilizar el fondo de rescate para ayudar a los bancos atribulados del continente.Los bancos europeos se encuentran entre los mayores tenedores de deuda pública de la región y se han visto obligados a asumir pérdidas sustanciales en algunas de esas inversiones. Además, el empeoramiento del entorno económico causado por los profundos recortes en el gasto público en países como España y Portugal han puesto una presión adicional sobre los bancos (…)Bajo las reglas actuales, el fondo europeo de rescate puede prestar sólo a los gobiernos y no directamente a los bancos. Esto significa que un país como España tendría que tomar nuevas y sustanciales deudas para rescatar a su sistema bancario, poniendo en peligro su propio acceso a los mercados de capitales. Berlín ha estado bajo presión para aceptar una relajación de esas reglas, pero se ha resistido hasta ahora, en medio de la preocupación de que los bancos se hagan dependientes de las ayudas.Una cuestión más importantes es la amplitud que la reacción popular en Francia, Grecia y otros rincones de la zona del euro pueda tener –y si en última instancia, podría socavar los esfuerzos para preservar el euro.Antes de la crisis de la deuda, pocos europeos se dieron cuenta del grado en que estaban sacrificando su soberanía nacional al unirse a la unión monetaria. Sin embargo, en Grecia, España y otros países castigados, la influencia política y económica cada vez mayor de Berlín ha sido una dolorosa lección acerca la impotencia creciente de sus propios gobiernos.Durante la campaña electoral en Francia, ha habido partidarios de lanzar al señor Hollande como el campeón de estos países del sur de Europa, cuyas economías están siendo estrangulados por las recetas de austeridad de Alemania. La pregunta ahora es si va a cumplir esa función, o será más servicial.El Sr. Hollande ha hecho un llamamiento para el cambio del «pacto fiscal» europeo –la piedra angular de la política de la Sra. Merkel en la lucha para resolver la crisis de la deuda de la zona euro. También ha prometido impulsar una alternativa de «pacto de crecimiento» que de alguna manera alimente con dinero a las economías débiles de Europa.Sin embargo, este nuevo enfoque va a ser difícil sin el apoyo de Alemania. El Sr. Hollande «no va a conseguir sus exigencias máximas y darle la vuelta a todo en Europa», dice Joachim Scheide, economista jefe del World Economy Institute.

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