Suárez vs Felipe González

¿Derecha o izquierda? ¿Y qué dice Washington de esto?

La liquidación del régimen franquista que durante casi 40 años habí­a mantenido a España en una posición marginal, relativamente aislada y de escaso prestigio y relevancia en el sistema internacional obligaba a repensar y definir el nuevo papel que España querí­a y debí­a jugar en el mundo.

Y de la misma forma que en el plano interno se habían ido tomando opciones que permitieron pasar de un régimen de dictadura a tener una de las Constituciones más avanzadas y democráticas de Europa en un tiempo inauditamente breve; también en el plano de su proyección internacional, ante la nueva España democrática se presentaba una encrucijada.

Una encrucijada que, básicamente, se decidía en si la proyección exterior de España debía estar dirigida de acuerdo a sus propios intereses, destinada a desplegar las potencialidades que le permitieran tener una voz propia en la escena internacional y encaminada a explorar y explotar las vías y posibilidades que posee –y que están fundamentalmente ancladas a su dimensión iberoamericana y mediterránea y a su indudable valor geoestratégico– para convertirse en un actor regional de primer nivel. «No es derecha o izquierda, sino prohegemonismo o antihegemonismo la principal línea de demarcación que divide a las fuerzas políticas y las coloca en el lado de los amigos o de los enemigos del pueblo»

O si, por el contrario, debía renunciar a cualquier protagonismo exterior y desistir de poseer una voz propia en aras del canto de sirena de las posibilidades de bienestar, seguridad y defensa que se le ofrecían por su plena incorporación –y por lo tanto el reforzamiento de los vínculos de dependencia– al sistema de alianzas políticas y militares de las burguesías monopolistas occidentales encabezadas por EEUU. En torno a esta encrucijada va a desatarse una aguda lucha de clases que determinará el rumbo y el destino del país por largas décadas.

Las distintas fuerzas políticas y de clase van a tener que tomar a finales de los años 70 una opción u otra sobre la posición, las necesidades y los intereses de España en el mundo. Y esa va a ser la principal línea de demarcación que dividirá a unas fuerzas de otras.

Dándose así la aparente paradoja de que mientras Suárez –proveniente del franquismo, en el que ha sido director de televisión española y ministro secretario general del Movimiento–, un hombre de la derecha, mantiene una posición cada vez más radicalmente patriótica y democrática que le lleva a enfrentarse a las exigencias y los planes de Washington para España, Felipe González –el gran izquierdista, pseudorepublicano que permanece sentado en su escaño sin aplaudir el discurso del rey en la inauguración de las primeras cortes democráticas– será el “hombre en la recámara” de EEUU destinado a acabar con Suárez para alinear plenamente a nuestro país en la férrea órbita política y militar del hegemonismo yanqui.

Paradoja que encuentra su explicación en el hecho fundamental de que no es derecha o izquierda, sino prohegemonismo o antihegemonismo la principal línea de demarcación que divide a las fuerzas políticas y las coloca en el lado de los amigos o de los enemigos del pueblo.

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