Demoras peligrosas

«Sea por la presencia de Timothy Geithner, el secretario del Tesoro estadounidense, sea porque la evolución de los parámetros económicos y financieros de Europa no invita al optimismo, la reunión de los ministros de Economí­a europeos aceptó algunas premisas novedosas sobre la crisis de la deuda y la recesión económica. La primera y más importante, ha consistido en seguir al Fondo Monetario Internacional (FMI) en la idea de que la banca europea necesita un programa intensivo de recapitalización»

La resencia de Geithner en Polonia no es un episodio trivial. Geithner ha captado la urgencia de resolver de una vez por todas la quiebra griega (urgencia que no comparten, al parecer, ni Berlín, ni París ni Bruselas) y la necesidad de dotar a Europa de un Tesoro único, un organismo de intervención rápida, por así decirlo, capaz de tomar decisiones en los momentos de mayor presión especulativa. Los numerosos Consejos de Ministros de Finanzas ordinarios, extraordinarios e informales celebrados desde 2008 tendrían que haber servido precisamente para planificar una mayor coordinación fiscal en la eurozona. Pero el tiempo se ha perdido y se sigue perdiendo. (EL PAÍS) CINCO DÍAS.- Los ministros de Economía de la zona euro, en particular, el alemán, no mostraron ningún entusiasmo con la prédica de Geithner, cuyo dinamismo típicamente estadounidense chocó con la eterna prudencia europea. El secretario del Tesoro del Gobierno de Barack Obama obtuvo como única respuesta el mantra que, con acento teutón, repite la eurozona desde que el vendaval financiero se tornó en crisis de la deuda soberana: austeridad, austeridad y, de remate, más austeridad. EL ECONOMISTA.- El Banco de España ha cambiado de opinión. Tras el rechazo inicial de las autoridades de articular un esquema de protección de activos de la CAM, ha dado su brazo a torcer ante las peticiones de los potenciales compradores de la caja. Finalmente, ha aceptado cubrir las posibles pérdidas por un valor de hasta 20.000 millones de euros. Esto implica una ayuda adicional que se suma a los 2.800 millones de euros que inyectó el pasado mes de julio en la caja y a los 3.000 millones más que ha habilitado en forma de línea de liquidez para hacer frente a eventuales retiradas de dinero de los clientes minoristas Editorial. El País Demoras peligrosas Sea por la presencia de Timothy Geithner, el secretario del Tesoro estadounidense, sea porque la evolución de los parámetros económicos y financieros de Europa no invita al optimismo, la reunión de los ministros de Economía europeos en Wroclaw (Polonia) aceptó algunas premisas novedosas (que no originales) sobre la crisis de la deuda y la recesión económica. La primera y más importante, ha consistido en seguir al Fondo Monetario Internacional (FMI) en la idea de que la banca europea necesita un programa intensivo de recapitalización que le permita hacer frente no solo a la pesada carga de las deudas públicas de Grecia, Portugal e Irlanda, sino también cumplir con la obligación de canalizar un flujo de préstamos que mantenga las posibilidades de recuperación en países como Francia, Italia o España. Aceptar, a estas alturas y después de los continuos fiascos de las pruebas de resistencia, que la banca europea necesita una inyección de capital fresco para cubrir los boquetes abiertos por la crisis (ya crónica) de la deuda parece un retraso inaceptable, incluso para la burocracia europea. Pero el retraso es la norma en esta eurozona azotada por los huracanes financieros. No es precisamente tranquilizador que en medio de una crisis persistente de las deudas nacionales de varios países importantes de la zona euro se convoquen reuniones informales que se limitan a trasladar la resolución de los graves problemas del euro a meses venideros. Los remedios para la situación angustiosa de Grecia, una de las causas de las convulsiones periódicas que sufren los mercados de deuda y las Bolsas, se anunciaron en mayo del año pasado, se ratificaron en julio, se dejaron para concretar en septiembre (con las cotizaciones bursátiles en caída sistemática en todos los parqués europeos y las primas de riesgo en récords) y ahora se vuelven a dejar para octubre. Las estrictas condiciones que impone la ortodoxia alemana hacen temer que las ayudas europeas, imprescindibles para que Atenas supere una crisis literal de supervivencia, se eternizará en un inacabable trámite de supervisiones y burocracia, mientras los hospitales del país empiezan ya a sufrir dificultades de suministro. Esta política de demoras e indecisiones es peligrosa y frustrante. La presencia de Geithner en Polonia no es un episodio trivial. Geithner ha captado la urgencia de resolver de una vez por todas la quiebra griega (urgencia que no comparten, al parecer, ni Berlín, ni París ni Bruselas) y la necesidad de dotar a Europa de un Tesoro único, un organismo de intervención rápida, por así decirlo, capaz de tomar decisiones en los momentos de mayor presión especulativa. Los numerosos Consejos de Ministros de Finanzas ordinarios, extraordinarios e informales celebrados desde 2008 tendrían que haber servido precisamente para planificar una mayor coordinación fiscal en la eurozona y, al mismo tiempo, articular esa homogeneización presupuestaria con un Tesoro único, de funciones más amplias que el actual Banco Central Europeo (BCE). Pero el tiempo se ha perdido y se sigue perdiendo. La salvación de la unidad monetaria sigue subordinada a los intereses electorales en Alemania o a las ocurrencias discontinuas de Francia. En Polonia tampoco se han debatido otras evidencias preocupantes. Por ejemplo, dicho sea a propósito de Geithner, el que las políticas de contracción fiscal son necesarias para reducir los déficits desbocados, pero su aplicación drástica no está surtiendo los resultados apetecidos. No convencen a los acreedores, lo cual no deja de ser irónico si se tiene en cuenta que se aplican para tranquilizarlos. ¿Tienen Francia y Alemania un plan para permitir estímulos a la inversión en los países periféricos del área o consideran que solo las políticas de ajuste acabarán con el déficit y la deuda y, al mismo tiempo, impulsarán la recuperación? EL PAÍS. 19-9-2011 Editorial. Cinco Días La UE debe revisar sus recetas contra la crisis “Para bien o para mal, seguimos educando a Europa”, ironiza Mark Twain en sus memorias, al tiempo que recuerda algunas exportaciones americanas perjudiciales para el Viejo Continente, como la prensa amarilla o las pólizas de seguros con cláusulas leoninas. Un siglo después, y mientras Europa todavía sufre las consecuencia del último virus importado del Nuevo Mundo (la crisis financiera), los compatriotas de Twain siguen intentando aleccionar a Europa. El secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, ha sido el encargado esta vez de la lección magistral. Y como aula magna ha servido el Salón del Centenario de Breslavia (Wroclaw, en polaco), ciudad polaca de raíces alemanas que ha cambiado más de 50 de veces de nombre en una alternancia de miseria y prosperidad que resume los dos últimos siglos del corazón de Europa. Geithner llegó invitado por la presidencia polaca de la UE para intervenir ante la reunión informal del Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de la UE (Ecofin) celebrado el pasado viernes y sábado en la capital de Silesia. El ministro polaco de Economía, Jacek Rotowski, brindaba así al americano la oportunidad de instruir a sus colegas europeos sobre la necesidad de poner en marcha estímulos fiscales a ambos lados del Atlántico como único medio de recuperar el crecimiento y alejar el fantasma de una segunda recesión. Pero el ardid de Varsovia y Washington resultó un absoluto fracaso. A diferencia de Rotowski, nacido y educado en Londres, los ministros de Economía de la zona euro, en particular, el alemán, no mostraron ningún entusiasmo con la prédica de Geithner, cuyo dinamismo típicamente estadounidense chocó con la eterna prudencia europea. El secretario del Tesoro del Gobierno de Barack Obama obtuvo como única respuesta el mantra que, con acento teutón, repite la eurozona desde que el vendaval financiero se tornó en crisis de la deuda soberana: austeridad, austeridad y, de remate, más austeridad. Frente a un Geithner convencido de que algunas economías comunitarias -principalmente, la alemana- están ya en condiciones de alentar el consumo y el gasto público, el presidente del Eurogrupo (ministros de la zona euro), Jean-Claude Juncker, remachó que "la consolidación fiscal continúa siendo nuestra máxima prioridad". Tanto Washington como Bruselas tienen una sólida argumentación en su favor, dado que parten de premisas dispares. La descomunal deuda pública de EE UU no va acompañada del castigo de los mercados -que siguen confiando en la solidez del bono estadounidense- y le permite financiarse a unos tipos de interés envidiablemente bajos. En el extremo contrario, buena parte de las economías de la zona euro continúan sometidas a unas primas de riesgo que hacen prácticamente insostenible su coste de financiación. La urgente necesidad de recuperar la confianza de los inversores es, por ello, la máxima prioridad en unos Gobiernos enfrentados un día sí y el otro también al riguroso, amén de caprichoso, examen de los mercados. Pese a ello, Europa no debería hacer oídos sordos a las palabras pronunciadas por Geithner. Parece claro que, mal que le pese a Berlín, la salida de la crisis requerirá políticas expansivas en los países que pueden permitírselo para compensar las restricciones de gasto en el resto. La zona euro también debería seguir el consejo del secretario del Tesoro y aprender a hablar con una sola voz sobre cuestiones tan sensibles como la crisis griega y zanjar de una vez por todas cualquier duda sobre la supervivencia de la moneda única, puesta en jaque un día sí y otro también. Los últimos sondeos indican que la exasperante lentitud de los líderes europeos en la gestión de la crisis no solo exaspera a Geithner sino también a los ciudadanos comunitarios, entre los que aumenta el euroescepticismo. Por último, la zona euro debe despejar las dudas sobre la liquidez y/o solvencia de su sector financiero y demostrar que está preparado para soportar las actuales turbulencias en los mercados de deuda. En ninguno de esos tres terrenos se han producido avances significativos en el Ecofin de Wroclaw. Y esa es la peor lección que se puede extraer de otra oportunidad perdida. CINCO DÍAS. 19-9-2011 Banca. El Economista El BdE dará un escudo de 20.000 millones al comprador de la CAM El Banco de España ha cambiado de opinión. Tras el rechazo inicial de las autoridades de articular un esquema de protección de activos de la CAM, ha dado su brazo a torcer ante las peticiones de los potenciales compradores de la caja. Finalmente, ha aceptado cubrir las posibles pérdidas por un valor de hasta 20.000 millones de euros. Según informan diversos medios hoy, el cuaderno de venta que el asesor del BdE -Merrill Lynch- está distribuyendo entre los candidatos a hacerse con la CAM incluye el Esquema de Protección de Activos (EPA). Esto implica una ayuda adicional que se suma a los 2.800 millones de euros que inyectó el pasado mes de julio en la caja y a los 3.000 millones más que ha habilitado en forma de línea de liquidez para hacer frente a eventuales retiradas de dinero de los clientes minoristas. Cómo se estructurará Así, ha establecido una ruta de actuación que dependerá de la cuantía de las pérdidas que el nuevo dueño localice en las cuentas de la CAM. En un primer tramo, contempla que cubrir las posibles pérdidas con provisiones, sin participación del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). El siguiente estadio consiste en que el FROB asuma el 80% de los números rojos, hasta un máximo de 2.500 millones de euros. Si se supera esta cifra, el FROB se compromete a respaldar el 90% de los activos protegidos y el comprador el 10% restante, explica El Mundo. En este punto, realiza una distinción de los activos que está dispuesto a garantizar. En concreto, asumirá las pérdidas de la cartera de promotores, de los créditos hipotecarios subestándar -en riesgo de impago-, de los activos adjudicados, los préstamos fallidos y las sociedades inmobiliarias participadas, detalla El País. Según las distintas fuentes consultadas por estos diarios, el importe de pérdidas futuras que asumirá el Banco de España podría situarse entre los 16.800 y los 20.000 millones de euros. Los resultados de la CAM del primer semestre, con pérdidas superiores a 1.100 millones de euros y una morosidad del 19%, han puesto más difícil si cabe la tarea de encontrar un comprador para la caja. Por eso, finalmente ha optado por a suavizar el coste de la operación con garantías adicionales. El Banco de España pretende culmine la venta antes de las elecciones generales del 20-N. Por ahora, Santander y BBVA se perfilan como los candidatos ideales para hacerse con la CAM, aunque tendrían que llevar a cabo una ampliación de capital para afrontar una limpia de activos. EL ECONOMISTA. 19-9-2011

Deja una respuesta