Guillermo Vega (enlace de prensa)

Democracia Real Ya

Se habla de la deuda ública, pero DRY denuncia que no se hable de la privada, que es muy superior y, además está en manos de la banca americana, francesa y alemana, y que es de los bancos y monopolios españoles, aunque la estemos pagando nosotros. ¿No deberí­a exigirse recuperar el dinero dado a bancos y cajas para reinvertirlo en pymes y familias? El mayor problema que tenemos es que el dinero que se les ha prestado a bancos y cajas ha conllevado condiciones ridí­culas de tipos de interés. Hablamos de un tipo de interés de entre un 0% y un 3%. Les han regalado el dinero. Las deudas públicas no suponen un gran problema, como decí­as, lo principal es la deuda privada. El dinero público tiene que servir a los intereses de los ciudadanos, y lo que hay que hacer es fomentar el empleo, invirtiendo en pymes y ayudando a las familias, y hacerlo también en el sector público que es lo que más se está descuidando y donde más peligro corremos por los recortes y las polí­ticas neoliberales que quieren implantar nuestros gobernantes, influenciados por el FMI. También la Reforma de las pensiones es uno de los centros de vuestras denuncias. ¿Cuál es la trampa que esconde esta reforma? Tenemos que hablar claro. Lo que esconde la Reforma es la cobardí­a del Gobierno y la ineptitud de los sindicatos. Para resumirlo: cuando tienes un problema en el que tus ingresos no son iguales a tus gastos, tienes dos opciones, incrementar los ingresos o reducir los gastos. Con la Reforma de las Pensiones han optado por reducir el gasto, no se ha planteado en ningún momento un aumento de los impuestos o de los ingresos de las cotizaciones generales. Esta decisión es contraria al Sistema de Pensiones. Nos han puesto la excusa de que es una medida para salir de la crisis pero si uno se lee bien la Reforma deja bien claro que las medidas tendrán efecto en las pensiones en al menos veinte años. Así­ que es un disparate. Una medida para favorecer al capital privado y para engañar a la opinión pública. ¿Crees que es una cuestión, la de la Reforma de las Pensiones, que deberí­a llevarse a referéndum? Sí­, totalmente. Ya no solo hablando de la Reforma de las Pensiones, sino que a nivel genérico tenemos que afirmar que en un verdadero sistema democrático todas las decisiones de gran calado que afecten a la mayorí­a de las personas deben y tienen que ser consultadas a la ciudadaní­a. Esto es lo que diferencia a una democracia de esta dictadura de los partidos en la que vivimos sometidos y en la que solo nos permiten participar una vez cada cuatro años mediante el ejercicio del voto, o a través de la antidemocrática Iniciativa Legislativa Popular. Recientemente DRY se ha desvinculado de un referéndum que hay convocado en Internet, por no estar convocado en condiciones para que haya una amplia participación democrática, y porque el contenido no es de las cuestiones que consideráis capitales. Independientemente de esto, ¿crees que puede ser bueno que se ensayen «micro-referéndums» en barrios como ya se ha planteado en algunas asambleas de barrio del 15-M? Sí­, evidentemente, desde Democracia Real Ya consideramos positivo siempre, e insisto en que siempre, que se hagan ejercicios de democracia, que es a lo que no nos han acostumbrado nuestros gobernantes. Pero hay una pega: para no perder credibilidad dentro del Movimiento no podemos perdernos ni diversificarnos en cientos de acciones aisladas, sino intentar centralizar las acciones, unirnos todas las plataformas, o todas las reivindicaciones en una sola plataforma, o en un solo movimiento, para que el mensaje que queremos transmitir tenga la mayor repercusión en la sociedad. Hay que evitar diversificar el mensaje. Si hablamos de deuda pública, Grecia tiene un 140%, pero EEUU tiene un 689% del PIB en deuda pública, el mayor deudor del planeta que dedica el equivalente al 90% de la recaudación de impuestos al gasto militar para sostener su preponderancia en el mundo. ¿No hay una intención «perversa» en la actividad de las agencias de rating que califican provocando la intervención de uno en beneficio del otro? Las agencias de calificación son las hienas de nuestro sistema. Ellas establecen que EEUU tienen más posibilidades reales de pagar la deuda, y que sin embargo Grecia no tiene capacidad suficiente como para pagarla, como pasa con los PIGS, entre los que nos encontramos nosotros, a los que imponen medidas de contención de gasto muchí­simo más fuertes que, por ejemplo, a Alemania que tiene una deuda mucho mayor que la española. La agencias son las que dicen que unos paí­ses son más solventes que otros por «su capacidad productiva», etc… éste es un problema del sistema. Las instituciones internacionales apoyan estas decisiones, lo que supone una prueba más fehaciente de que somos mercancí­a en manos de polí­ticos y banqueros, ya que nuestros gobernantes no han hecho nada en contra de esto. En los hechos quien viene a exigirnos los recortes son Obama y Merkel… quien paga una parte de la deuda norteamericana y alemana es la reducción del 30% o 40% de las condiciones de vida de los españoles Totalmente. Es así­. ¿No podrí­amos afirmar que más que una crisis, sufrimos un saqueo? Evidentemente. Además el saqueo también proviene de las propias instituciones en las que confí­an nuestros gobernantes, que siguen sus directrices, basando la estabilidad de nuestro sistema en ellas. Un ejemplo es el Banco Central Europeo, que aunque parezca extraño no es un banco central, sino un lobby de la banca alemana. Hay que especificar que el BCE casi regala el dinero a algunos estados o a la banca privada, pero no a los estados con dificultades, anteriormente denominados como periféricos de la Eurozona y que ahora se nos llama PIGS (en inglés son las siglas de Portugal, Irland, Greece, y Spain, y también significa «cerdos») Los capitalistas pueden añadir que recientemente el BCE ha comprado bonos de estados con dificultades, pero hay que decir que esos bonos no los compran directamente los estados, sino que lo tienen que hacer comprando los bonos públicos a los bancos, y eso es lo que les beneficia. Por ejemplo en España el ICO ha estado prestando millones de euros pero no directamente, sino a través del Banco Santander o el BBVA, que se han enriquecido con las comisiones. Es un problema sistémico y de la banca concebida como entidad privada. Hay que superar esa etapa. Se ha visto que no ha funcionado, que va a empeorar mucho más, que lo vamos a sufrir nosotros, y que hay que empezar a reflexionar sobre la nacionalización de la banca. Hay muchos paí­ses que están creciendo en el mundo, no solo, por supuesto, India, China o Brasil, y todos tienen en común su independencia de Washington y de las polí­ticas del FMI. ¿No es ésta una vieja pero nueva relación colonial?, ¿no es la independencia una cuestión clave para España? Los gobiernos son siervos del poder financiero. Y mientras esa conexión colonialista no se rompa no seremos libres ninguno de los ciudadanos, no solo de Europa, sino del mundo. Es una crisis polí­tica y sistémica. El sistema es insostenible. Se dice que en España no hay dinero, pero los beneficios y sueldos bancarios son astronómicos. ¿No es más un problema de redistribución de la riqueza? Evidentemente éste es un camino, ante estas condiciones, que deberí­a ser estudiado cuidadosamente. Pero desgraciadamente en este sistema es imposible de aplicar. Los gobiernos están amenazados por las grandes empresas y los grandes capitales. Si a alguno de nuestros gobernantes se le pasara por la cabeza establecer alguna medida de contención de la riqueza, o de control de las fortunas personales o de los beneficios de las empresas, automáticamente estas compañí­as retirarí­an sus inversiones de nuestro paí­s y buscarí­an otro estado que se dejara explotar para aplicar estas polí­ticas. Una cosa es lo que deberí­a ser y otra lo que es. Debe haber un cambio radical. Mientras, los partidos no van a poder hacer absolutamente nada. ¿Cómo habéis recibido y cómo afrontáis la convocatoria de elecciones? La hemos recibido con indiferencia. Mientras los partidos polí­ticos sean siervos de los poderes económicos y no demuestren con pruebas fehacientes que sirven a los ciudadanos y las ciudadanas, con reformas verdaderas que nos lleven a un sistema justo y proporcional con un reparto de la riqueza, en definitiva, una democracia real, ni creemos, ni creeremos en este sistema. Y vamos a utilizar todas nuestras fuerzas dentro de la legalidad para informar, movilizar y denunciar la gran mentira que nos han vendido y que estamos pagando millones de personas. ¿Qué conclusiones habéis extraí­do de la experiencia de la Marcha Popular Indignada, y de las jornadas del 23 al 25 de julio de Madrid? Ha sido muy enriquecedora. Muchos habitantes de toda la geografí­a española no se sentí­an escuchados por los polí­ticos, y la gente ha visto en este movimiento una esperanza para el cambio. Sigue existiendo la idea de que solo con la lucha polí­tica, a través de un partido polí­tico, se pueden cambiar las cosas, pero la sociedad va comprendiendo que la posibilidad del cambio está en nosotros y nosotras, que la presión ciudadana, directa, sin concesiones y sin tregua va a ser la única posibilidad de cambiar la situación. ¿Cuál es el objetivo de la convocatoria del 15 de octubre? Denunciar la pérdida de nuestros derechos a manos de la alianza de las grandes corporaciones y la clase polí­tica, porque, como decí­a antes, nuestros gobernantes han demostrado estar bajo la presión del poder financiero y el beneficio de unos pocos, sin importar el coste social. Promueven guerras con fines económicos, llevan la miseria a la gente, y nos despojan de nuestros derechos en una sociedad libre y justa. Si puede ser llegaremos al 100% de la población, a todo aquel que se sienta identificado con nuestras reivindicaciones. Esto no ha surgido por el azar, ha sucedido porque era el momento. Estamos en una situación crí­tica, y las medidas que va a aplicar el poder polí­tico anuncian terribles condiciones de vida para el ciudadano medio occidental. Pretenden devolvernos a la situación previa a la II Guerra Mundial. Hay que ir con cuidado y utilizar siempre la presión ciudadana pací­fica mientras podamos, pero si nos remontamos en la historia el desenlace es bastante belicoso.  

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