Tras la "burbuja inmobiliaria", el proyecto de Botí­n

¿Delirio de ladrillo o incendio provocado?

¿España se vio poseí­da, no se sabe muy bien por qué, por una «fiebre de ladrillo» de la que todos participamos o el incendió estuvo provocado por varios pirómanos que se enriquecí­an traficando con la madera quemada? Detrás del hipertrofiado desarrollo de la construcción está el proyecto de expansión internacional de la oligarquí­a española. Ellos son los que quisieron vivir «por encima de sus posibilidades», y ahora nos pasan la factura de una deuda que ellos provocaron y de la que sólo ellos se beneficiaron.

Entre 2002 y 2006 el ritmo de construcción de viviendas nuevas se intensifica en un 62%, una aceleración tan intensa que en ese último año se construyen en España más viviendas que la suma de las construidas en Francia, Alemania e Italia juntas.

El sector de la construcción pasa de representar un 6% del PIB en los años 90 a un 10,99% en 2006, un incremento de casi 5 puntos en el PIB que al mismo tiempo se traduce en un aumento de 1.352.000 puestos de trabajo empleados, un 88% más de los que utilizaba hace sólo 5 años, hasta absorber al 17,2% de los asalariados en España y representar el 58% de la formación bruta de capital fijo.

Es decir, más de la mitad de la inversión en capital constante de la economía española durante este período ha ido destinado al sector de la construcción.

Los bancos hincharon la “burbuja”Pero esta fulminante expansión del sector no se tradujo –en contra de lo que cabría esperar de acuerdo con la lógica del mercado ante un aumento tan extraordinario de la oferta– en una bajada del precio de la vivienda. Sino que ha ocurrido exactamente lo contrario. Entre 2001 y 2007, el precio de la vivienda nueva sube un 110,1%, una media superior al 18% anual.

«Fueron los bancos los que alimentaron la expansión del ladrillo» Es prácticamente imposible encontrar ningún otro tipo de mercancía que haya visto aumentar de esta manera su precio sin que, sustancialmente, haya cambiado su valor, es decir, su coste de producción. Si exceptuamos, lógicamente, el precio del suelo, pero que en realidad constituye un capítulo aparte, pues además de la especulación con él, su aumento ha sido la principal fuente de financiación de Ayuntamientos y Comunidades Autónomas. ¿Cómo ha sido posible esto?

La explicación de este aparente sinsentido hay que buscarlo en el hecho de que se produce en paralelo un descenso en los tipos de interés. El Banco Central Europeo –siguiendo la estela de la Reserva federal norteamericana– inicia a partir de 2002 una carrera en la que el interés al que se presta el dinero llega a estar incluso por debajo de la inflación.

Lo cual a su vez provoca una expansión desconocida del mercado de créditos ligados al sector de la construcción. El que la vivienda subiera cada año un 18% su precio, que los tipos de interés al que bancos y cajas prestaban el dinero fueran tan bajos y que además ampliaran los plazos de vencimientos de los préstamos hasta los 40 e, incluso, los 50 años, alimentó una espiral que permitió que entre 2004 y 2007 el volumen de ese mercado de crédito se multiplicara prácticamente por dos, pasando de poco más de medio billón de euros a más de un billón.

En la actualidad, el sistema bancario español tiene concedidos créditos por un valor global superior a los 1,6 billones de euros. De ellos, 646.121 millones (un 39%) son los concedidos a familias para la compra de la vivienda, mientras que otros 229.757 lo fueron para el consumo. Los restantes 725.000 millones de euros lo son a empresas. Y de este total, las empresas constructoras, promotoras e inmobiliarias se llevan un 64,2%. En concreto 466.000 millones de euros.

Ellos son los que quisieron “vivir por encima de sus posibilidades”La expansión internacional de la oligarquía –concentrada en un reducido grupo de bancos y monopolios- da a partir de 2001 un salto cuantitativo y cualitativo.

Cuantitativo porque el volumen de capital exportado es muy superior al de la etapa anterior. El valor de las compras realizadas por empresas españolas cotizadas en el mercado mundial pasó en 2003 de 27.061 millones de euros a 99.865 en 2006. Y la Inversión Directa en el Exterior de las empresas españolas pasó de 30.800 millones de euros en 2002 a 119.600 en 2007. Pasando del séptimo al tercer escalón mundial.Sólo en 2004, la inversión española neta en el exterior aumentó un 71,33%.

Si entre 1993 y 2000 –primera oleada de exportación de capital de la oligarquía- la media de inversión española en el exterior es de 13.125 millones de euros, entre 2004 y 2007 sube a 77.215.

Y cualitativo porque la orientación geográfica varía sensiblemente. La primera etapa de la internacionalización –desde 1993 a 2000- el capital se dirige principalmente hacia Hispanoamérica, donde la oligarquía española se hace fuerte en la banca, telecomunicaciones, energía. Monopolizadas en exclusiva por un reducido grupo de quince grandes bancos y monopolios. Y que corresponden, en un 85%, a Telefónica, Santander, BBVA, Repsol, Endesa, Iberdrola, Unión Fenosa, Gas Natural y Aguas de Barcelona.

A partir de 2001, el grueso del capital exportado se dirige hacia la UE-15. Un proceso que da un salto a partir de 2004, donde los grandes bancos y monopolios españoles protagonizan algunas de las más importantes adquisiciones en la UE.

Es el camino seguido por Santander con la compra del Abbey británico y el ABN-AMRO holandés. Botín no se ha destacado del BBVA principalmente porque le haya “comido” mercado en España o se haya desarrollado mucho más en el mercado español, sino por su expansión internacional, centrado de forma particular en Europa.

Mientras sólo tuvieron inversiones en Iberoamérica ninguno consiguió distanciarse excesivamente del otro. Mientras el Santander ha culminado con éxito todas sus operaciones, el BBVA ha visto fracasar las de mayor envergadura –compra del BNL italiano-, y ha debido conformarse con adquirir una pequeña cantidad de bancos regionales norteamericanos.

«Quienes se han endeudado con el exterior son los grandes bancos y monopolios españoles» Telefónica con la compra de la segunda operadora de telefonía móvil británica O2, Zesky Telecom, las filiales sudamericanas de South Bell y el 5% de China Netcom. ACS con la compra de la segunda mayor constructora alemana, Hotchieff. Iberdrola con la compra de la inglesa Scotish Power y la norteamericana Energy Coast. Ferrovial con la compra del mayor gestor de infraestructuras aeroportuarias del mundo, la inglesa BBAA.

Financiaron su crecimiento endeudándonos a todosEndeudamiento exterior e hiperconcentración de capitales en el sector de la construcción han sido los dos pies sobre los que se ha basado la expansión europea del sector oligárquico nucleado en torno a Botín.

A diferencia de lo que ocurrió en el pasado, sin embargo, no sólo el endeudamiento con el capital extranjero se ha convertido en la clave de bóveda en la que se ha sostenido el crecimiento y la expansión de estos sectores oligárquicos, sino que su fuente principal de financiación exterior no ha venido –como en tiempos de Franco o de Felipe González– de la mano de la Inversión Extranjera Directa, es decir, la creación de filiales de empresas extranjeras o la compra de empresas españolas para integrarlas en su división internacional del trabajo.

Tampoco, como ocurrió en parte durante los gobiernos de Aznar por medio de la compra de acciones o la participación en fondos de inversión a través del mercado de valores (la bolsa). Sino a través o bien del endeudamiento directo con la gran banca nacional e internacional o bien de las emisiones de deuda en los mercados internacionales de capitales, a través de los cuales grandes bancos y monopolios reciben un préstamo en forma de capital-dinero a cambio de unos intereses determinados. Un tipo de endeudamiento que, básicamente, puede ser de dos tipos, bonos y obligaciones.

Los bonos de deuda son títulos financieros que devengan un tipo de interés fijo y es emitido por el sector privado o público para obtener dinero y fondos a largo plazo (es decir, préstamos). Cuando un inversor compra bonos, le está prestando dinero al emisor. Los bonos generalmente se emiten por períodos de varios años y tienen cupones al portador con un tipo de interés nominal fijo, que se pueden pagar semestralmente o en el momento de finalización del bono junto con la liquidación del principal.

Las obligaciones son un tipo de bono particular donde el pago del interés fijo está garantizado por los activos de la compañía emisora (pueden tratarse de activos específicos o de los activos generales de la empresa). Las obligaciones se diferencian de los bonos ordinarios en su garantía: se pagan con independencia de que la empresa registre o no beneficios, pueden comprarse o venderse en bolsa y en caso de liquidación, sus poseedores son reembolsados con los activos restantes antes que los titulares de bonos ordinarios.

Grandes bancos y monopolios (Santander, Telefónica, Iberdrola, Repsol, Endesa…) han recurrido estos años de forma habitual a la emisión de bonos y obligaciones, un método de financiación más barato ya que pagan un interés fijo establecido en la misma emisión y más independiente, ya que evita el control y la supervisión de la banca internacional sobre la empresa, pero que exige una gran solvencia por parte del emisor para ser aceptado por los inversores (fondos de inversión, fondos de pensiones, fondos de capital riesgo, sicav’s,…) en los mercados de capitales y en las bolsas mundiales.

Sólo los 6 principales monopolios del IBEX-35 (excluidos los bancos), es decir, Telefónica, Endesa, Repsol, Iberdrola, Gas Natural y Unión Fenosa representan un tercio de los bonos y obligaciones emitidas por las empresas no financieras.

Mientras que los grupos monopolistas menores, y en especial las grandes constructoras, se ven obligados a recurrir directamente a la creación de un sindicato o “pool” de grandes bancos internacionales, que se hacen cargo del préstamo en unas condiciones habitualmente leoninas, puesto que el interés crece a medida que aumentan las dificultades de pago para el deudor.

Y nos hicieron pagar “la fiesta del ladrillo”La realización de este proyecto de los sectores oligárquicos articulados en torno a Botín también exigía –y a su vez abocaba a– que se produjera un triple trasvase de rentas y de capitales. La política del gobierno Zapatero ha servido plenamente a la realización de este trasvase. En cuya base está el auténtico robo al que ha sido sometido el pueblo trabajador de nuestro país en estos 4 años, perdiendo un 6,4% de su participación en la riqueza nacional, en la distribución de rentas. Pérdida material en los bolsillos de los trabajadores sobre la que se ha levantado piramidalmente tanto el proyecto expansivo de esos sectores oligárquicos como el aumento de la penetración y el dominio del capital extranjero sobre la economía nacional.

Por debajo de todas las medidas de Zapatero –o por encima, según se mire– en apariencia fruto de un proyecto de izquierdas y progresista (matrimonios gay, retirada tropas de Irak, memoria histórica, ley de dependencia,….), lo que aparece tras someter sus 4 años de gobierno a los datos de la realidad proporcionados por el Balance de la Contabilidad Nacional del Banco de España, es la existencia de un proyecto, el de Botín y sus aliados, para el cual ha sido necesario no sólo dar un giro de 180º en la política exterior española, sino al mismo tiempo acometer –con el McGuffin de las medidas políticas y sociales progresistas– un recorte salarial tan brutal, que al concluir la primera legislatura de Zapatero, más de 53.150 millones de euros, que de haberse mantenido la proporción entre rentas salariales y de capital del año 2000 o 2003, hubieran ido al salario de los trabajadores, lo han hecho por el contrario hacia las rentas del capital.

Posiblemente sea difícil encontrar un período en la historia contemporánea de España donde se haya producido un trasvase de tal volumen en tan breve período de tiempo.

«El “delirio inmobiliario” se alimentaba de un gigantesco robo a los salarios» Mientras en la denostada segunda legislatura del denostado gobierno de Aznar la distribución entre rentas salariales y de capital se mantuvo en los mismos porcentajes, sólo en 2007 la política económica del gobierno Zapatero ha significado que 26.291 millones de euros hayan pasado de las rentas salariales hacia las del capital. En este período, como media, todos y cada uno de los 16,9 millones de trabajadores asalariados españoles hemos “contribuido”, directa y forzosamente, a través del descenso de nuestro salario relativo, del aumento de nuestras horas de trabajo no retribuidas, de nuestra menor participación en el nuevo valor añadido, con más de 3.173 euros a que Botín y sus aliados llevarán adelante su proyecto.

Pero nos equivocaríamos si pensáramos que este trasvase de rentas desde los salarios hacia los beneficios del capital se ha producido de una manera regular, armónica y equitativa. Que el conjunto de los empresarios españoles se han beneficiado de la misma forma de ella. Nuevamente los datos de la Contabilidad Nacional que anualmente elabora el Banco de España vuelven a echar por tierra este espejismo.

La parte de la ganancia empresarial que ahora se llevan los intereses, es decir los pagos al sector financiero en detrimento del beneficio del empresario, ha aumentado, también en esos 4 años (pero especialmente entre 2006 y 2007), en un 6,58%. Es decir, de los 53 mil millones de euros que gracias a la política económica del gobierno de Zapatero han pasado de la nómina de los trabajadores a la cuenta de beneficios del capital, el sector financiero, a través de un proceso gigantesco de endeudamiento de las empresas, se ha llevado la parte del león. Ha aumentado exponencialmente la proporción en que, a través del cobro de los intereses de la deuda, participan de la ganancia empresarial.

Deja una respuesta