Delicados cambios en la estructura polí­tica mundial

«A pesar de las escenas decepcionantes que aparecen en la reunión, hay una información positiva: los paí­ses en ví­as de desarrollo han tenido la oportunidad de expresar sus opiniones en las discusiones sobre el cambio climático. La Cumbre de Copenhague constituye un sí­mbolo en el sentido de que por primera vez se prestan importancia a la participación de los paí­ses más pobres del mundo. Con la retirada conjunta de la reunión, los paí­ses africanos han ostentado su fuerza. Los paí­ses pequeños tales como Maldivas y Tuvalu ya comienzan a expresar sus opiniones en las reuniones internacionales». (DIARIO DEL PUEBLO)

LE FIGARO.- El G-2 no es un condominio entre Pekín y Washington ero la pelea entre China y los Estados Unidos domina la bronca general, al menos sobre el clima. La Europa virtuosa esta aislada. Frente a China, no consigue arrastrar a los países en desarrollo. Si Copenhague debía prefigurar la nueva gobernación mundial, nuestro mundo multipolar corre el riesgo de convertirse en una batalla campal generalizada LA JORNADA.- Hoy día, Washington sólo cuenta en Sudamérica con el alineamiento incondicional de los gobiernos colombiano y peruano, y con base en los antecedentes históricos y los patrones seguidos por más de un siglo, es previsible que busque atizar un conflicto regional con el propósito de hacerse de nuevas alianzas –o complicidades– en la zona. Tal es el telón de fondo de las tensiones entre Colombia y Venezuela. Corresponde a los otros estados de América Latina demandar a Uribe Vélez que ponga fin a la presencia militar estadunidense en territorio colombiano, porque es el detonador y el combustible principal de una escalada que podría llegar a extremos indeseables. China. Diario del Pueblo Cumbre del clima experimenta cambios en la estructura mundial En la Cumbre de Copenhague, aparecen delicados cambios en la estructura política mundial, lo que ha sido un tema candente de comentarios de los medios. El Financial Times afirma que la cumbre ha comprobado que EEUU ya no es el único protagonista … Las ruedas de prensa de muchos países marginados y difíciles de encontrar en el mapa, también han atraído a un número considerable de reporteros, tal como ocurre con las ruedas celebradas por EEUU y la UE. The Independent dice que a pesar de las escenas decepcionantes que aparecen en la reunión, hay una información positiva: los países en vías de desarrollo han tenido la oportunidad de expresar sus opiniones en las discusiones sobre el cambio climático. La Cumbre de Copenhague constituye un símbolo en el sentido de que por primera vez se prestan importancia a la participación de los países más pobres del mundo. Con la retirada conjunta de la reunión, los países africanos han ostentado su fuerza. Los países pequeños tales como Maldivas y Tuvalu ya comienzan a expresar sus opiniones en las reuniones internacionales. La agencia surcoreana Yohapnews y The Washington Post afirman que el hecho de que alcanzar el acuerdo de mínimos de la cumbre se debiese principalmente a los esfuerzos de EEUU y China es “vergonzoso” para la UE. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, convocó varias reuniones en los días 17 y 18 para hacer mediaciones, pero fue marginado de las conversaciones sino-estadounidenses. Las opiniones de EEUU y China han sido decisivas para alcanzar el mencionado acuerdo en una reunión organizada por la UE, comentan. DIARIO DEL PUEBLO. 22-12-2009 Francia. Le Figaro Copenhague, ¿fracaso pasajero o definitivo? El fracaso de Copenhague, ¿es un mal momento pasajero o bien la batalla campal es el signo de la imposibilidad de una gobernación mundial? Los optimistas dirán que era demasiado pronto para llegar a un acuerdo. Barack Obama no tenía mandato para negociar. Hasta que el Congreso no apruebe la ley sobre el recalentamiento climático, no podrá tomar la iniciativa internacional. Pekín habría hecho una concesión que le ayudará al enfrentamiento en el Senado. Pero China defiende sus propios intereses y Obama no tiene aparentemente nada que ofrecerle. ¿Será posible algún avance en 2010? ¿O habrá que esperar más? El asunto está abierto. Se puede ser escéptico al día siguiente del fracaso de Copenhague. El G-2 chino-americano, sostenido por la India y otros países emergentes, ha bloqueado la cumbre. Manteniéndose al margen de Kyoto, los dos mayores contaminantes no tienen interés en imponerse objetivos exigentes de reducción de emisiones. El G-2 no es un condominio entre Pekín y Washington pero la pelea entre China y los Estados Unidos domina la bronca general, al menos sobre el clima. La Europa virtuosa esta aislada. Frente a China, no consigue arrastrar a los países en desarrollo. La presidencia danesa no ha estado a la altura de los desafíos. Si Copenhague debía prefigurar la nueva gobernación mundial, nuestro mundo multipolar corre el riesgo de convertirse en una batalla campal generalizada… LE FIGARO. 19-12-2009 México. La Jornada EEUU, tras la tensión bélica entre Venezuela y Colombia Más temprano que tarde, como había sido advertido por múltiples voces en el continente, la cesión por parte de Colombia de bases militares a Estados Unidos ha desembocado en una escalada de tensiones bélicas en Sudamérica. Mientras que el gobierno que encabeza Álvaro Uribe Vélez anunció el despliegue de siete brigadas (más de mil soldados) en su frontera con Venezuela, el mandatario de este país, Hugo Chávez, denunció que Washington realiza vuelos de espionaje militar sobre el territorio venezolano mediante aviones no tripulados que despegan de aeródromos colombianos, y anunció que su país se prepara para defenderse de una eventual agresión armada lanzada desde el país vecino. Una buena parte de los medios internacionales ha puesto la mira en las recientes adquisiciones venezolanas de armamento como supuesto detonador de una escalada bélica regional, pero han omitido algunos datos fundamentales: la República Bolivariana realizó tales compras bajo la presión de amenazas de agresión no muy veladas por el anterior gobierno de Estados Unidos, y que Colombia protagoniza, también, un proceso armamentista con el pretexto de combatir a las organizaciones guerrilleras que actúan en su territorio. Por otra parte, el empeño de las autoridades de Bogotá en desoír las advertencias formuladas por diversos gobiernos de la región –entre ellos los de Argentina y Brasil– sobre los peligros de entregar siete bases militares al Pentágono, parece formar parte de un plan deliberado para agudizar las tensiones en la región y para internacionalizar los conflictos internos que afectan a Colombia. Un antecedente inequívoco, en este sentido, fue la sangrienta incursión ordenada por Uribe Vélez contra un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en territorio ecuatoriano, lanzada el primero de marzo del año pasado, ataque en el que murieron el jefe guerrillero Raúl Reyes y otros integrantes de esa organización armada, y en el que los militares colombianos asesinaron a cuatro estudiantes mexicanos e hirieron a una connacional más, Lucía Morett. Hasta ahora, el presidente colombiano había venido provocando incidentes fronterizos y diferendos con sus vecinos, y los había utilizado con el propósito de aumentar sus índices de popularidad. La cesión de bases a fuerzas militares de Washington, en cambio, no puede explicarse sino como el uncimiento programado de Colombia a una política estadunidense de hostigamiento contra Venezuela, Bolivia y Ecuador, países cuyos gobiernos se han enfrentado a los tradicionales afanes injerencistas de Estados Unidos en el subcontinente. Una consideración que no debe pasarse por alto es que, a pesar de las buenas intenciones hacia Latinoamérica manifestadas por Barack Obama como candidato presidencial y en sus primeros meses como mandatario, el alineamiento de Washington con los golpistas que tomaron por asalto el poder en Honduras en junio pasado mostró de manera fehaciente las limitaciones de las promesas de la nueva administración estadunidense y exhibieron que el ocupante de la Casa Blanca no puede o no quiere enfrentarse a la continuidad de los designios necolonialistas dictados por los aparatos políticos de Washington y por el complejo militar, industrial y financiero de la superpotencia. Hoy día, Washington sólo cuenta en Sudamérica con el alineamiento incondicional de los gobiernos colombiano y peruano, y con base en los antecedentes históricos y los patrones seguidos por más de un siglo, es previsible que busque atizar un conflicto regional con el propósito de hacerse de nuevas alianzas –o complicidades– en la zona. Tal es el telón de fondo de las tensiones entre Colombia y Venezuela. Corresponde a los otros estados de América Latina demandar a Uribe Vélez que ponga fin a la presencia militar estadunidense en territorio colombiano, porque es el detonador y el combustible principal de una escalada que podría llegar a extremos indeseables. LA JORNADA. 21-12-2009

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