Dejar de fumar ¿mata?

¿Por qué la “comunidad científica» no se pone de acuerdo sobre la inocuidad del cigarrillo electrónico?

Tras el desacuerdo hay un mercado extraordinario: cerca de 800.000 vapeadores en España y más de medio billón en el mundo.

Atendiendo a los intereses que se ciernen sobre el sector de los fumadores y exfumadores, farmacéuticas y tabaqueras, no es de extrañar el desacuerdo. A estas alturas es un error evidente hablar de “comunidad científica” como un todo homogéneo.

Tabaqueras

El retroceso de sus ingresos anuales en España fruto del cigarrillo electrónico puede rondar los 300 millones de euros.

Al efecto de las legislaciones antitabaco y la propia crisis se suma un producto revelación, cuyo IVA es cuatro veces inferior al del tabaco.

Las propias tabaqueras se vieron obligadas a entrar en su producción. Las ventas de cigarrillos se han reducido a la mitad entre 2008 y 2013.

La industria del tabaco introdujo el término “reducción del daño” en respuesta a la persecución del tabaquismo. El uso de este término les sirvió para facilitar el acceso y el diálogo con científicos, expertos sanitarios y políticos para presentarse como socios en lugar de adversarios; rehabilitando la deteriorada imagen de la industria tabacalera con un toque de responsabilidad social.

Con esa lógica apoyaron los snus, productos de nicotina que se consumen en la boca y no se fuman, y monopolizaron la industria sueca, un país donde su uso se elevó al 12% mientras caían las tasas de fumadores a los niveles más bajos de toda Europa.

Sin embargo, los snus servía más como puerta de entrada a los jóvenes al hábito de fumar, son más aditivos (tenían más nicotina que el propio tabaco) y provocan lesiones en la boca y cuello (incluido el cáncer).

Los intereses de la industria tabacalera se mostraban así claramente, aumentar el consumo de nicotina.

Si la industria tabaquera estuviera comprometida a reducir el daño provocado por el uso del tabaco, fijaría unas etapas para reducir la producción de sus productos más dañinos.

En su lugar, añaden los cigarrillos electrónicos, también llamados como cigarrillos de vapor, a su oferta y tratan de hacerse rápidamente con este mercado.

En 2013, la principal tabaquera de EEUU, Marlboro fabricante Altria Group Inc., anunció planes para el lanzamiento de su cigarrillo electrónico, el ” Markten”. La segunda mayor compañía de tabaco de Estados Unidos, Reynolds American, anunció su cigarrillo electrónico ”vUtilice“. Y, finalmente, la tercera, Lorillard Inc., adquirió en 2012 ”Blu” e-cigarrillos, que constituyen alrededor de un tercio de los cigarrillos electrónicos que se venden en los colmados norteamericanos.

Farmacéuticas

Por otro lado las farmacéuticas han visto seriamente perjudicados sus ingresos por tratamientos para dejar de fumar.

Argumentan que, aunque estos cigarrillos no contienen alquitrán ni bencenos, sí poseen nicotina y otros compuestos relacionados por el mecanismo accionado por batería, que afirman tienen efectos sobre la salud y generan adicción.

Los cigarrillos electrónicos convierten la nicotina líquida en un vapor inhalable (por eso se llama “vapeo”), eliminando la combustión del tabaco.

El Estado

Y, en tercer lugar, está el Estado que sirve a ambas, siguiendo a la FDA, la OMS y el Parlamento y Comisión europeos.

La FDA norteamericana, un organismo que marca muchas de las tendencias regulatorias en todo el mundo, prohibiría la venta de estos cigarrillos electrónicos a menores para evitar que adquieran, a través de ellos, el hábito a fumar.

Además, pretende obligar a que, como sucede con el tabaco, incorporen advertencias sobre sus efectos nocivos para la salud.

Abre la puerta a que se pueda vender como producto medicinal siempre que se demuestre que ayuda a abandonar el hábito tabáquico, lo cual lo pondría en el campo de las farmacéuticas y la práctica médica.

Pero también a que sea considerado un producto derivado del tabaco, sometido a las mismas restricciones en cuanto a venta y publicidad, ¿y fiscalidad?, lo cual favorece a las tabaqueras y al Estado.

De momento, la facturación de este sector ronda los 24 millones de euros anuales en España, aunque en estos últimos años se han cerrado 3.000 tiendas y se han perdido el 85% de los ingresos iniciales.

En cuanto al Estado, a pesar de las subidas de impuestos especiales sobre el tabaco, el Estado recaudó, en 2013, 7.109 millones por este concepto, un 7,6% menos que en 2010.

Cada uno trata de llevar el ascua a su sardina, con su séquito de científicos y políticos afines.

La razón de tanta regulación es que se les ha ido de las manos, un producto con el IVA cuatro veces más bajo que el del tabaco y que los usuarios ya pueden comprar los compuestos para elaborarse su propio líquido.

La batalla entre farmacéuticas y tabaqueras, con un estado cuya misión exclusiva es arbitrar y regular los intereses de ambas, no apunta a que se vaya a resolver rápidamente.

La salud de los fumadores es la moneda de cambio de tal choque de titanes.

Habrá que ver qué dice la parte de la “comunidad científica” adscrita a dicho interés, el de la salud de los fumadores.

Repunte del cáncer

La noticia de que el cáncer de pulmón sobrepasará al de mama en mujeres europeas se cruza con la del polémico vapeo.

El cáncer de mama ha sido el de mayor mortalidad en mujeres desde que hay registros en Europa. Hasta ahora. La tasa de mortalidad por cáncer de pulmón (medida en fallecidas por 100.000 habitantes) superará este año por primera vez la de los tumores de mama, según las proyecciones que publica la revista Annals of Oncology a partir de datos recabados de los 28 países de la UE.

Entre el comienzo del consumo de tabaco (la epidemia de consumo) y la aparición de los tumores en el pulmón (la epidemia de mortalidad) suelen transcurrir unos 20 o 30 años. La curva ascendente actual es un reflejo de la incorporación de mujeres al hábito a lo largo de las últimas décadas en Europa y de sus consecuencias en la salud.

El estudio destaca el caso de Gran Bretaña, con tasas de 21 fallecidas por cáncer de pulmón por 100.000 habitantes frente a las 8 de España o las 14,24 de la media europea. “Esto se debe a que las mujeres británicas comenzaron a fumar durante la Segunda Guerra Mundial, mientras en la mayoría del resto de países de la unión lo hicieron a partir de 1968”, comenta uno de los autores del trabajo.

El artículo advierte sobre la situación de España, donde se prevé que se incremente el número de fallecidas en los próximos años, debido a la tardía incorporación de las mujeres al consumo de tabaco. Nada que ver con lo que sucede en otros países, como Suecia, donde hace tiempo que se alcanzó el pico de la epidemia de fumadoras y las muertes están en retroceso.

En hombres, el estudio muestra que en 1990 se alcanzaron las mayores tasas de letalidad en Europa por cáncer de pulmón, con más de 50 muertos por 100.000 habitantes. Desde entonces, la curva es descendente, hasta haberse situado por debajo de los 35 fallecidos gracias al éxito de las medidas tomadas contra el tabaquismo.

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