SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Decisiones mediocres

El discurso y las decisiones de Mario Draghi han dejado la incómoda sensación de que el Banco Central Europeo (BCE) no está conectado a la compleja realidad que viven las economías de la zona (…)

Draghi tenía un ejemplo perfecto en la subasta española celebrada ayer. El Tesoro colocó bonos a 10 años al 6,5%. A grandes rasgos, una rentabilidad tan elevada significa que las empresas españolas no tendrán fácil encontrar financiación por debajo del 8%. Pero ningún proyecto empresarial, en una economía que probablemente se contraerá este año en torno al 2%, puede presentar expectativas de rentabilidad compatibles con esa exigencia financiera. Y, por tanto, no hay condiciones para una recuperación de la economía ni este año ni el próximo; esta circunstancia erradica cualquier confianza inversora en España. La condición inexcusable para alcanzar una fase de crecimiento es bajar el diferencial de deuda.

Pero el BCE o sus inspiradores ortodoxos parecen no aceptar la conexión elemental entre financiación y crecimiento. Mientras la Reserva Federal se esfuerza en bajar el coste de la deuda a 10 años, que es lo que hay que hacer, y el Banco de Inglaterra inyecta casi 60.000 millones de euros en el sistema, el BCE invoca el fantasma de la inflación. ¿Por qué?

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