Comic

De tebeos a nóvelas gráficas

De estar fabricados con unos pocos pliegues de papel barato, y colgados con pinzas en un kiosco, a convertirse en cuidados volúmenes que pueblan las estanterí­as de las mejores librerí­as. Pese a lo que muchos piensan, es un cambio de «etiqueta», la realidad es que las temáticas que tratan los autores actuales, se encuentran a kilómetros de distancia de las primeras tiras cómicas.

Las novelas gráficas han cambiado el mercado de la ilustración, atrayendo nuevos lectores y, sobre todo, han comenzado a ocuar un espacio en las librerías literarias donde antes estaban vetadas, en los medios de comunicación y optan a premios Pulitzer. En la capital mundial del cómic durante estos días, la ciudad francesa de Angulema, varios autores y editores comparten opiniones acerca del cambio en la industria de las viñetas. "Antes, los tebeos estaban recluidos en el sótano, escondidos en el gueto de humor, pero ahora, desde que son novelas gráficas, cada vez tienen un lugar más importante incluso en las mesas de novedades y eso, claro, se nota en las ventas", afirma Ted Rall. Sin embargo, este cambio va mucho más allá de una nueva nomenclatura. Estas palabras salen de la boca del autor de To Afghanistan and Back, una crónica dibujada de su experiencia en el país durante la caída de los talibanes. Muchos sitúan el arranque de este fenómeno con Maus, de Art Spiegelman, que trataba en un contundente volumen de 500 páginas, el holocausto nazi con personajes animales. Pero en las últimas dos décadas han sido muchos los autores que han utilizado el cómic para tratar temas comprometidos que le otorgaban “madurez” al medio. Tanto el periodismo como la mejor literatura, aparecen ahora en sus versiones dibujadas por autores de todo el mundo. Joe Sacco, y sus crónicas de guerra; Marjane Satrapi, con su exitoso Persépolis ambientado en Iran, Dan Clowes y sus crudos retratos de la América profunda. Un sinfín de artistas que, también en nuestro país, han hecho que a los tebeos se les quede pequeño el nombre. Dirigirse a un público adulto y crítico, y demostrar que el lenguaje gráfico es el más idóneo para difundir muchos tipos de historia.

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