Euskadi. Crisis

De cuna de la gran industria a región de servicios

El Paí­s Vasco concentra históricamente un gran volumen de industrias, desde los antiguos Altos Hornos, sus famosos Astilleros y otras muchas y diversas. A mediados de los años ochenta, en plena crisis económica, se produjo la reconversión de buena parte de su industria. Actualmente que nos hallamos ante una crisis con una magnitud y consecuencias muchos mayores es indispensable pararnos en esta cuestión. Si Euskadi ha mantenido durante mucho tiempo altos í­ndices de condiciones sociales de vida a sido por poseer esta tejido industrial, puesto que es un sector que crea riqueza y empleo.

Desde que se agudizó la ciesis el Gobierno Vasco ha autorizado 573 Exedientes de regulación de Empleo (496 en 2008 y 77 en los 15 primeros días de 2009), que afectan a algo más 13.000 trabajadores, y para ello está tomando medidas de financiación de formación para reinsertar a la vida laboral a los trabajadores afectados. ¿Pero a qué sectores dirige esta formación? El nuevo centro de formación abierto en el bilbaíno barrio Bolueta nos da una pista de este destino. Este centro, inaugurado ayer, es de formación profesional, dotado de las más altas tecnologías y en el que se han invertido un total de diez millones de euros, sus cursos: Hosteleria y Alimentación, Confección Industrial, Madera o Climatización y Fontanería, y totalmente gratuitos. En la rueda de prensa el coordinador de la Fundación que ha llevado adelante este proyecto destacó la importancia que “en momentos de crisis" cobra la preparación y la innovación, "dos de los pilares en la andadura de la Fundación desde que dio sus primeros pasos hace ya 23 años".Por supuesto la preparación es un pilar muy importante, no en tiempos de crisis sino en cualquier proyecto de país, el problema es cuando se habla de innovación (cambio) hacia dónde y porqué. La Fundación Peñascal que ha llevado adelante este centro, nació en 1986 en Bilbao a partir de los movimientos vecinales del barrio de Peñascal con la colaboración de Cáritas Diocesanas y la Federación Hezilan de Servicios Sociales, ya en 1993, la Fundación fue declarada entidad de utilidad pública por el Gobierno vasco. Habrá que seguirle la pista a todas esas regulaciones y cursos de formación, puesto que se corre el peligro de que sea un proyecto de reciclar a la clase obrera hacia el sector servicios, a ser mano de obra más barata y que en Euskadi se vayan desmantelando los principales industrias de fuera para marchar a países de mano de obra de menos valor, a la par de que las más pequeñas de aquí se vayan asfixiando para “adaptarse a las nuevas innovaciones y exigencias del mercado”.

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