Cortometrajes

David Planell, joven maestro

Los que hemos seguido la excelente trayectoria de Planell como guionista de televisión y director de cortometrajes, esperábamos y deseábamos que su primer largometraje recibiera el impulso que necesita. Su primera pelí­cula, protagonizada por Alberto Sanjuan y Natalia Mateo -casi su actriz fetiche-, cuenta la dura historia de una pareja que quiere devolver a su hijo adoptado. «La Vergüenza» ha recibido la Biznaga de Oro a la mejor pelí­cula, y Planell también se ha llevado el premio al mejor guión. Hasta que podamos disfrutar de su estreno en las salas convencionales, repasamos los cuatro cortometrajes que le han servido de «entrenamiento» para llegar hasta aquí­.

Carisma Su rimer cortometraje, filmado en 2003, le valió para alzarse con el Goya. Un comienzo excepcional que no sorprendió a los que ya lo conocían como guionista en series de televisión como Hospital Central o El Comisario. En Carisma, Planell se estrena con dos actrices con las que ha trabajado en casi todas sus producciones: Natalia Mateo y Marta Aledo. Dos jóvenes de barrio marginal que discuten sentadas en un descampado. Los hilarantes diálogos empiezan a mezclar terminología propia de los telediarios, creando una incongruencia sorprendente. Planell intentaba demostrar así lo alejadas de la realidad que se encuentran las noticias, que vemos por televisión, que casi nos parecen ficción. Ponys En 2005 volvió a confiar en las mismas actrices, en un relato corto de estructura muy similar al anterior, donde ya se atisbaba un marcado estilo personal, en el que el trabajo del actor y la calidad del texto dialogado esta muy por encima de la vistosidad de la planificación. Ponys es el diálogo entre tres amigas que, con unas copitas de más, terminan una cena destapándose mutuamente los trapos sucios y traumas del pasado, que un erróneo concepto de amistad les había obligado a enterrar. El título es un guiño a la profesión de guionista. Banal Rodado en 2006, por primera vez cambia de reparto, con Bárbara Muñoz y Joaquín Climent, aunque no de registro. El diálogo mordaz que roza el surrealismo se convierte en arma de doble filo, que nos hace al mismo tiempo reir y reflexionar. Quizá sea el cortometraje más atrevido de Planell, porque el objeto de su sátira es este sector de la izquierda acomodado y caprichoso, que ya ha perdido el norte y lava su conciencia con una absurda solidaridad y una educación “progre”. Se refleja en el diálogo entre un padre divorciado y su hija, una niña caprichosa harta de los viajes turísticos a zonas en conflicto. Subir y Bajar Este sencillo cortometraje se realizó mientras ya se encontraba en pleno proceso de producción de La Vergüenza. Es un sencillo relato solucionado en un mismo plano, y enmarcado en una campaña contra la violencia de género. Un dialogo que con sencillez y maestría nos describe el horror sin recurrir a nada más que a la imagen de una mujer hablando por el portero automático de su casa, con el que intuimos que es su marido.

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