Después de más de dos años y tras más de 60.000 muertos, el conflicto en Siria permanece enquistado. Los intereses en juego de las grandes potencias y el papel de eslabón clave que juega Siria en Oriente Medio, y por extensión en Asia, impiden que a día de hoy se vislumbre ninguna resolución, en uno u otro sentido.
A diferencia de Libia, cuya situación geopolítica periférica y marginal y el asilamiento del régimen de Gadafi permitían una intervención militar de las grandes potencias sin demasiados riesgos, Siria está enclavada en el corazón del Oriente Medio, comparte fronteras con Israel y con un Irak gobernado por los chiítas, tiene a través de Hezbollah una poderosa influencia en Líbano. Y el régimen de Assad es un aliado estratégico de Irán y un protegido de Moscú, que ya sólo conserva en el Mediterráneo la base naval de Tartus, en el extremo occidental de Siria. Demasiados condicionantes, y demasiado peligrosos, para una intervención militar abierta de la OTAN. «El dominio de Siria es la culminación del cerco a Irán «
Y sin embargo, como se vio en Libia, las fuerzas de la oposición son, por sí mismas, demasiado débiles para derribar el régimen sirio. Lo más que han conseguido, hasta el momento y a pesar del armamento que reciben de Turquía y el resto de países de la OTAN, es una especie de equilibrio estratégico. Han acumulado la fuerza suficiente para que las tropas del régimen de Assad no puedan liquidaras. Pero no la necesaria para derrotarlas.
Siria es ahora mismo el eslabón clave donde se juega el avance o no del proyecto norteamericano para la región de sustituir inestables regímenes autocráticos que, a pesar de su fidelidad a Washington, caminaban hacia un conflicto total con sus pueblos por nuevos modelos más flexibles y estables para los intereses de dominio norteamericano.
La importancia de puso que hoy se libra en Damasco no está circunscrito exclusivamente al país. El dominio de Siria es la culminación del cerco a Irán. Si el régimen de Assad cae, su primera consecuencia política sería el aislamiento regional completo, política, diplomática y militarmente, de Irán, la auténtica pieza de caza mayor que busca abatir a Washington desde hace más de tres décadas. Y someter a Teherán supone, en el proyecto norteamericano, completar el cerco asiático a China por su extremo occidental. Palabras mayores. Y de ahí el enconamiento y la virulencia de la disputa.
Mientras tanto, las ansias de democracia y libertad del pueblo sirio son ahogadas en sangre por las tropas del régimen dictatorial de Assad, y por unas fuerzas opositoras escindidas entre la intervención de las grandes potencias imperialistas occidentales y los nebulosos intereses de una emergente burguesía islámica que utiliza, cada vez que tiene ocasión, a al Qaeda como una de sus principales fuerza de choque.