El Observatorio

Cumbres y abismos

Mientras felices y sonrientes -eso al menos indican las fotografí­as- los hombres más poderosos de la tierra celebran una más de esa «Cumbres» donde, al parecer, se decide el destino del planeta, los datos y las noticias que nos van llegando de lo que ocurre en cada uno de los paí­ses en los que estos «masters del universo» se supone que gobiernan, lo que nos indican y lo que van dibujando son los espectaculares abismos sociales que esta crisis está provocando. Así­, por ejemplo, no sé de qué se rí­e Zapatero cuando hoy mismo se ha sabido que España ya tiene oficialmente más de 3.600.000 parados.

Sin embargo, en verdad, esta gente no se ha reunido en Londres ara hablar exactamente de parados, ni de la gente que no puede pagar su hipoteca y le van a expropiar su casa, ni de aquellos que ni siquiera cobran el seguro de desempleo, ni de los inmigrantes que se han quedado sin trabajo a miles de kilómetros de su tierra, ni de aquellos que han tenido que cerrar su empresa por falta de crédito… Para toda esta gente no hay "cumbre", sólo hay abismo.La "cumbre" es para resolver los problemas de los bancos y de los sistemas financieros. Los problemas de los "botines" y de los "gonzález", de los Moltós y los Narcís Serra, los problemas de quienes, siguiendo a pies juntillas la "ley de la máxima ganancia" han gripado el motor de la "gallina de los huevos de oro" y ahora requieren billones de dólares y euros para intentar volver a poner en marcha el mismo motor y volver a las senda de los beneficios, billones de dólares y de euros que, lógicamente, no van a salir de sus bolsillos, sino del llamado "erario público", es decir, del bolsillo suyo y mío. Y como ni usted ni yo tenemos tanto, del de sus hijos y los míos en los próximos 30 años, que es el plazo al que se emite ya la deuda pública del Estado.La Cumbre del G-20 de Londres tiene, sin embargo, su trastienda, su "lado oscuro", su rincón escondido. Puede que allí no hablen de él, pero es como una bomba de efecto retardado que les espera a cada uno cuando vuelvan "a casa", tras los discursos, las sonrisas y las fotos, tras las resoluciones que nadie cumplirá y los acuerdos que nadie respetará. Es el clima explosivo que se está creando en la mayoría de los países como consecuencia de la debacle social que, o bien ya se ha producido (como en los países de la Europa del este, donde en los últimos tres meses han caído ya tres gobiernos), o puede producirse próximamente (como España, que mira ya a los cuatro millones de parados y a una situación insostenible para cientos de miles de personas) o bien donde una sola chispa puede provocar un súbito incendio (como Francia). Nadie está a salvo de que la creciente indignación de los pueblos acabe por transformarse en movilización y lleve a la calle a millones de personas. A partir de ahí, ya nadie estará seguro.Los líderes del G-20 sonríen en la creeencia de que "no hay alternativa", de que por mucho descontento y mucha frustración que haya, por mucho paro y mucha miseria que se genere, no va a pasar nada porque el sistema no tiene alternativa. Ignoran que los pueblos son capaces de desatar revueltas e improvisar sobre la marcha sus propias alternativas. Ignoran que "la historia no ha terminado" y que una sola chispa puede incendiar la pradera. Ignoran la capacidad de lucha y la voluntad revolucionaria que atesoran los pueblos. Ignoran que los pueblos no se van a dejar llevar al "abismo" para que ellos sigan celebrando sus "cumbres".

Deja una respuesta