Acuerdo histórico en el Paí­s Vasco

Dos victorias…

Porque eso, un régimen de nacionalismo étnico y excluyente, es lo que ha construido la lí­nea dominante en el PNV, la de Arzallus, Eguibar e Ibarretxe, una lí­nea nazifascista basada en la estrategia «del árbol y las nueces», aprovechando el miedo para gobernar Euskadi y tratar de imponer sus planes de fragmentación soberanista. Y desmantelar ese régimen no va a ser tarea de uno meses.

Las elecciones autonómicas del 1 de marzo abrieron un nuevo eriodo; y desde entonces el pueblo vasco y las fuerzas democráticas han logrado ya dos victorias, parciales pero significativas.La primera en la misma jornada electoral. La mayoría del pueblo vasco votó por el cambio en Euskadi dando la mayoría absoluta a las fuerzas no nacionalistas y constitucionalistas, PSE-EE, PP y UPyD (aún dejando aparte la autoexcluida Ezquer Batua). Culminando así diez años de lucha y movilización de la rebelión democrática ciudadana que en su día encabezaron ¡Basta ya! y el Foro de Ermua. La primera batalla electoral estaba ganada abriendo las puertas a desalojar a Ibarretxe y la camarilla del nacionalismo étnico y excluyente del gobierno vasco.La segunda victoria parcial es el acuerdo alcanzado por el PSE y el PP para investir como nuevo lehendakari a Patxi López y posibilitar la formación de un gobierno estable no nacionalista por primera vez en 30 años de democracia. Un acuerdo que no sólo desaloja a Ibarretxe como lehendakari, sino que sienta bases esperanzadoras para iniciar el desmantelamiento del régimen. Por un lado, al poner todas las fuerzas del gobierno autonómico al servicio de la lucha contra el terrorismo, desde la Ertzaintza a cortar los canales de financiación pública de la banda terrorista y su entorno. Por otro al privar a la línea nazifascista del nacionalismo vasco de resortes vitales de su poder, resortes políticos (no sólo el gobierno, también otros como la presidencia del Parlamento de Vitoria, que estará presidido por la popular Arantza Quiroga); ideológicos, como el control de la radiotelevisión vasca, auténtico altavoz del régimen etnicista; y económicos, como el control de la caja de los presupuestos o de los puestos dirigentes del entramado de empresas públicas al servicio del propio régimen.La fuerza del cambio, del viento popular por la unidad se ha impuesto en el País Vasco. Las dos primeras victorias abren un camino de esperanza pero sembrado de incógnitas y dificultades. Ante todo, porque se trata de un camino largo a lo largo del cual no sólo habrá que acabar con el terrorismo de ETA, también desmantelar el régimen de nacionalismo étnico y excluyente. En ese camino nos vamos a encontrar, por un lado, la resistencia de las propias fuerzas del régimen etnicista que acaban de ser desalojados del gobierno. Durante 30 años han tejido una red de poder que está incrustada en el conjunto de la sociedad y de las instituciones de todo tipo, desde las políticas y económicas a las civiles, culturales, deportivas, gastronómicas. Desde todas ellas van a tratar de bombardear el cambio. Lo han demostrado en las semanas transcurridas desde que el tripartito perdió las elecciones. Ibarretxe ha aprobado ayudas urgentes para el entorno de los presos etarras, nombrado cargos nuevos, tomando posiciones, etc.Y por otro, con las propias contradicciones dentro del PSE, sobre todo de los sectores que encabezaron la etapa del “diálogo” con ETA, que ante la aparición de las primeras dificultades pueden aparecer las vacilaciones respecto al camino del pacto con el PP elegido. Incluso inconsecuencias en algún sector del PP.Sin embargo, las condiciones creadas para seguir dando y ganando las batallas de esta guerra son ahora mucho mejores. A todos nos corresponde estar atentos y sumar esfuerzos para llegar victoria tras victoria al objetivo final de esta nueva etapa: acabar con el terrorismo, desmantelar el régimen y restablecer plenamente las libertades democráticas.

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