A Fondo

Cuba: la china en el zapato yanqui

Aunque EEUU fue el primer paí­s que reconoció en 1959 al gobierno revolucionario cubano que derrocó la sangrienta dictadura de Batista, fue sólo un espejismo. Apenas año y medio después, cuando Washington comenzó a comprobar en los hechos que la Revolución no se acomodaba a sus intereses históricos de controlar de una u otra forma la isla, inició una escalada de medidas contra Cuba «desde intentos de invasión o asesinato hasta la implantación de un bloqueo económico y comercial completo- que duran hasta hoy. Durante medio siglo, doce presidentes de EEUU han vivido con la obsesión «y la frustración- de hacer volver a Cuba al redil «y no conseguirlo.

Una pequeña nación de apenas doce millones de habitantes ha resistido el acoso de un coloso de casi trescientos, con un PIB cien veces superior, a sólo unas cuantas millas de distancia. La voluntad del régimen, apoyada por la inmensa mayoría del pueblo cubano, de mantener la independencia de Cuba, resistir el acoso, combatir toda forma de injerencia y subversión y solidarizarse y apoyar a todos los pueblos y países iberoamericanos en su lucha contra el imperialismo, han hecho de Cuba la “bestia negra” de Estados Unidos, una “china” especialmente molesta en el zapato yanqui, que durante casi 50 años no le ha permitido andar con comodidad y a su antojo por Hispanoamérica.

Desde finales del siglo XIX el control y dominio de Cuba figuran como un objetivo prioritario en la agenda norteamericana. De hecho, ya por entonces el control era casi absoluto en el terreno económico (ya que EEUU absorbía el 90% de sus exportaciones), pero Cuba era todavía española y ese era un lazo que necesitaban desatar, tanto por parte de aquellos que postulaban la anexión de la isla a EEUU como por parte de quienes preferían una república independiente pero estrechamente vinculada y controlada por Washington. Esta situación dio un salto cualitativo en 1898, exactamente el 15 de febrero de 1898, con la voladura del crucero norteamericano Maine en la bahía de La Habana, matando a 250 marines. El hecho, cuya autoría jamás fue aclarada (y que recuerda inevitablemente a tantos otros oportunos “ataques” contra EEUU que han sido el preludio de sus intervenciones militares: Perl Harbour, el incidente del golfo de Tonkín, el 11-S…), sirvió de excusa perfecta para la intervención militar de EEUU que resultó decisiva para la derrota española, la desmembración de Cuba del tronco hispano y el inicio del período de intervención norteamericana en la isla. Desde 1898 a hoy, Cuba ha tenido un interés prioritario para EEUU y siempre ha sido considerada, prácticamente, como un “asunto interno”. Y es que ese momento marca, de alguna forma, la irrupción de EEUU como una potencia imperialista con intereses globales, para la que el dominio del Caribe es absolutamente clave. Y no se puede dominar el Caribe sin dominar Cuba.

La historia de Cuba, de 1898 a 1959, es la historia de una inestabilidad política crónica jalonada por intervenciones militares de EEUU, golpes de Estado y dictadores sangrientos, que impiden la construcción de una República democrática y soberana. La economía sigue en manos de EEUU. A la Casa Blanca sólo le interesa el control estratégico de la isla. Mientras, la mafia controla los casinos, las salas de diversión, los hoteles, el turismo… ¡A nadie en EEUU le importa si en Cuba hay o no democracia! Lo que se evidencia plenamente con la instauración de la dictadura de Batista, derrocada en medio del júbilo popular por la Revolución de 1959.

EEUU y su gobierno reaccionaron con cautela ante el triunfo de una Revolución que todavía no había decidido o explicitado sus horizontes: es mucho lo que había en juego. Pero cuando, un año después, el nuevo gobierno revolucionario decide hacerse cargo de los principales instrumentos de soberanía economía del país (refinerías de petróleo, compañías de electricidad y teléfono, centrales azucareras: todo en manos norteamericanas), Estados Unidos levanta su zarpa para intentar un inmediato retorno de la isla al redil. El 3 de enero de 1961, rompe relaciones diplomáticas con Cuba y cierra su embajada en La Habana. El 16 de abril se produce la invasión de Bahía Cochinos, que es aplastada. El fracaso de la “estrategia militar” abre la vía del “estrangulamiento económico”: EEUU decreta un bloqueo económico y comercial a la isla que todavía dura, y que ha sido y es un dogal de hierro para una economía, la cubana, que tiene casi “inevitablemente” a EEUU como “socio natural”. La irracionalidad y brutalidad de la medida se hace aún más obvia cuando vemos que EEUU no impone prácticamente ninguna restricción comercial a China (con quien tiene, incluso, un gigantesco déficit comercial), pese a la rivalidad política entre ambos países. Pero jamás, en estos 47 años, ha aflojado en su decisión de castigar, aislar y bloquear a Cuba, lo que demuestra, de un lado, el carácter prioritario de su interés por Cuba y, por otro, las “molestias” evidentes que esa “china en el zapato” le produce.

El bloqueo económico, sin embargo, no ha sido todo. Pese al fracaso militar de Bahía Cochinos, Estados Unidos ha estado instigando todo tipo de tretas para desestabilizar la isla: según los aparatos de seguridad cubanos, se han registrado más de 500 intentos de asesinato de Fidel Castro, algunos de ellos verdaderamente rocambolescos; en estos 47 años nunca han faltado provocaciones militares de grupos “anticastristas” financiados, de uno u otro modo, por Estados Unidos, dentro y fuera de la isla. EEUU ampara en sus cárceles (y fuera de ellas) a terroristas convictos y confesos de haber volado incluso aviones de pasajeros.

Durante los primeros años del régimen revolucionario, en los años 60 y 70, la CIA estableció una oficina en Miami para reclutar exiliados con que formar una organización para atacar intereses cubanos, derrocar por la fuerza el régimen o asesinar a Castro. Hace sólo unos meses, el presidente Bush creó una “Comisión para la Ayuda a una Cuba Libre”, con el fin de “acelerar el fin de la tiranía” y “desarrollar una estrategia de conjunto para una transición pacífica” en Cuba. En dicho Comité, generosamente subvencionado con más de 90 millones de dólares, están entre otros Colin Powell y el senador de origen cubano Mel Martínez.

Los medios para conseguirlo parecen haber cambiado, pero el objetivo sigue siendo el mismo: apropiarse del destino de Cuba, controlar el país, liberarse de la pesadilla actual. Lo que no significa que EEUU haya renunciado al uso de la fuerza. Todos los organismos de EEUU que estudian el “caso cubano” afirman estar examinando con lupa “los errores cometidos en Irak” para “no repetirlos en Cuba”: nadie habla de invasión, pero entonces ¿para qué se estudia el caso de Irak?

Cuba ha sido durante 47 años el valeroso ejemplo de cómo una nación pequeña puede convertirse en un dolor de cabeza para toda una superpotencia y una molesta china en el zapato que le impide andar con normalidad y llevar sus planes a cabo sin oposición. Cuba ha defendido su independencia frente a todos los planes de intervención militar, política y económica con que EEUU ha intentado doblegarla. Y ha sido, además, en muchas ocasiones, un aliado generoso y solidario de la lucha de los pueblos de Hispanoamérica contra la dominación imperialista, como lo es ahora mismo con la revolución bolivariana de Venezuela, el proyecto de refundación nacional de Bolivia y la lucha de toda Iberoamérica contra el ALCA, el último proyecto de dominio global de América por parte de Estados Unidos.

Esta actitud ejemplar del pueblo cubano constituye un faro imborrable para todos los pueblos.

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