Especial Fin de ETA

Cuando el precio del mercurio se fijaba en Euskadi

Detrás de cada crimen de ETA encontramos los intereses de una u otra potencia por desestabilizar y dominar España.

En la entrega anterior vimos cómo serí­a inexplicable la pervivencia de ETA durante cinco décadas sin el apoyo decisivo que los sectores más etnicistas del PNV (la lí­nea nazifascista de los Arzallus y compañí­a) le dieron durante todo este tiempo. En esta vamos a detenernos en un aspecto todaví­a más determinante: la intervención de potencias extranjeras azuzando el terrorismo como medio para desestabilizar el paí­s y de este modo incrementar su dominio sobre España

Sabemos que las cinco décadas de negra existencia al servicio del fascismo étnico y la fragmentación de España no habrían sido posibles sin el apoyo activo de los Arzallus e Ibarretxe. Sin él, difícilmente ETA habría podido sobrevivir. Pero quedarse sólo en esto deja abierta una incógnita en la ecuación que nos puede permitir desentrañar y entender la pertinaz subsistencia de ETA a pesar de los múltiples golpes policiales y judiciales y el declive de su influencia social tras el fin del franquismo. Nadie la planteó en términos más crudos y exactos que el ex-presidente Adolfo Suárez, cuando tras su abrupta salida de la Moncloa (golpe del 23-F mediante) afirmó que: “me voy de la presidencia sin saber si ETA cobra en dólares o en rublos”.

En dólares, en rublos… y en francos

Al hacer esta afirmación, Suárez, con el fino instinto político que siempre le caracterizó, dejaba planteada la cuestión central de todo este asunto: la intervención de ambas superpotencias (EEUU y la URSS) en ETA como medio de desestabilizar, influir e incluso reconducir la vida política española de acuerdo con sus proyectos e intereses. La respuesta a su pregunta habría sido que ETA cobraba entonces en dólares norteamericanos, en rublos soviéticos… y en francos franceses.

Si nos remontamos a sus orígenes, ETA nace en los años 50 cuando el PNV había refundado ya sus Servicios de Información, dirigidos por Antonio Irala, que tras obtener la nacionalidad norteamericana trabajaba para el Departamento de Estado yanqui.

Tal fue la colaboración de este nuevo servicio de inteligencia peneuvista con EEUU que el propio Irala llegó a afirmar que “EEUU no tuvo necesidad de enviar agentes autóctonos a algunas zonas, porque los vasco-americanos jugaron ese papel”, refiriéndose a los múltiples batzokis del PNV repartidos por toda Iberoamérica, desde donde recogían información sobre los comunistas y revolucionarios de esos países para entregársela a la CIA. José Murúa, que trabajaba en los servicios vasco-americanos se convirtió en el enlace entre las juventudes peneuvistas y EKI, la escisión de la que surgiría posteriormente ETA. Fue el propio Servicio de Información del PNV quien facilitó en un primer momento a ETA la infraestructura para la impresión de propaganda y el pase de fronteras. Uno de los históricos fundadores de ETA, Julen Madariaga, ha reconocido posteriormente que él personalmente mantenía contactos periódicos con el vicecónsul norteamericano en Bilbao en pleno franquismo.

Pero como siempre, más allá de las palabras, que como reza el dicho popular se las lleva el viento, debemos bajar a buscar la verdad en los hechos. Y estos son incontestables y nos llevan una y otra vez a la misma conclusión: la actuación de ETA siempre ha ido en la dirección que interesaba a las grandes potencias extranjeras.

El asesinato de Carrero Blanco se produjo 24 horas después de que mantuviera una tormentosa entrevista con Kissinguer. Carrero era un obstáculo para el cambio de régimen, que EEUU precisaba para integrar plenamente a España en la OTAN. Hoy sabemos que la facilidad de atentar contra Carrero, a escasos metros de la embajada norteamericana, se la proporcionaron a ETA personas de “fuera de la organización”. Que, como cuenta Pilar Urbano en sus libros Yo entré en el CESID o La Reina, los servicios de inteligencia españoles sabían que se estaba “preparando algo” contra el jefe de gobierno y no movieron un dedo, que entre los altos jerarcas del franquismo no existía la más mínima duda de que la CIA estaba detrás del atentado, o que, como más recientemente ha publicado Alfredo Grimaldos en su libro La CIA en España, el fiscal que fue apartado del caso tenía el convencimiento tras su investigación de que “la CIA sabía, cuanto menos, que iban a atentar contra Carrero”.

La mayor ofensiva criminal de ETA se produjo en los meses anteriores al 23-F: 94 asesinatos en 1980, prácticamente una víctima cada 4 días. Una oleada verdaderamente insoportable que ni antes ni después se ha vuelto a producir. Y en la que participan dos nuevas organizaciones, Comandos Autónomos Anticapitalista y KIBAETAM (Comandos Independientes Especiales de Apoyo a ETA militar), que desaparecerían integrados supuestamente en ETA a la misma sorprendente velocidad con la que habían aparecido en esos momentos críticos. Cuando ya se anticipaba la llegada de Reagan a la Casa Blanca, con la exigencia a España de “poner fecha y hora para su entrada en la OTAN” como parte de su programa.

La negativa de Suárez a cumplir con la orden le convirtió en un objetivo a abatir para Washington, a cualquier precio. EEUU tiró de todos sus hilos de desestabilización, desde ETA al golpismo, con el objeto de acabar con la política neutralista de Suárez. Pero no sólo EEUU ha utilizado a ETA como medio de intervención en España. Múltiples comandos recibieron entrenamiento “militar” en los 70 y los 80, en Argelia y Libia, entonces férreamente alineadas con Moscú.

También ETA mantuvo desde su nacimiento un santuario en el sur de Francia. París dispone de una unidad de los servicios secretos especializada en la vigilancia y control de los miembros de ETA residentes en Francia, y maneja la llave del santuario a su conveniencia. No fue hasta 1986, cuando Felipe González aceptó todas y cada una de las condiciones que le exigía Mitterrand para la entrada en el Mercado Común europeo, que París empezó a colaborar con España y a actuar, de forma parcial y muy limitada, contra el santuario francés.

No es, por otra parte, nada nuevo en la historia del imperialismo francés y su relación con España que, como dijo una vez Pasionaria, necesita a una España, “pobre y atrasada para imponerle tratados ominosos y pactos leoninos”. Ya en fechas tan lejanas como las guerras carlistas – donde el ejército y las partidas armadas de Carlos Isidro tenían también su santuario, refugio y centro logístico en el sur de Francia– el embajador francés remitía un informe a su ministerio en el que afirmaba textualmente: “nuestros asuntos en España marchan excelentemente. Cuanto más sube el carlismo, más baja el precio de las minas de Almadén”.

De la misma manera, la agudización de la ofensiva etarra a partir del año 2000 –como explicó claramente Arzallus a ETA, en las conversaciones secretas que dieron origen al pacto de Lizarra– no puede separarse del proyecto de la “Europa de los Pueblos”, viejo diseño hitleriano que la burguesía alemana desempolvó tras la reunificación para implantar su hegemonía sobre un continente fragmentado en pequeñas y manejables naciones étnicas.

El terrorismo es un arma de los imperios

Norman Birmbaum, un progresista y fino analista independiente norteamericano, no dudó en afirmar en los años 90 que “el terrorismo rojo italiano, era a menudo bastante negro (o rojo, blanco y azul)”, es decir, los colores de la bandera de barras y estrellas. Refiriéndose a cómo las Brigadas Rojas secuestraron y asesinaron a Aldo Moro, justo cuando el líder de la Democracia Cristiana se disponía a cerrar un acuerdo (el llamado “compromiso histórico”) con el Partido Comunista Italiano, violando la regla de oro impuesta por EEUU. En Alemania, grupos terroristas como la RAF aparecieron justo cuando el presidente Helmut Smichdt proponía, en plena guerra fría, un acercamiento a la RDA, y por extensión a la URSS. Una actividad que cesó de inmediato cuando Smichdt perdió las elecciones.

Desde hace al menos cincuenta años, el terrorismo en Europa Occidental ha ido apareciendo y desapareciendo en los momentos en que EEUU –y también la superpotencia soviética mientras existió– necesitaban forzar la situación política de uno u otro país.

¿Alguien se cree que en España, por nuestras particularidades, “is different”? ETA ha estado también recorrida por esta intervención. Y detrás de cada uno de sus crímenes encontramos indefectiblemente los intereses de una u otra potencia por desestabilizar y dominar España.

5 comentarios sobre “Cuando el precio del mercurio se fijaba en Euskadi”

  • ARTÍCULO DE PRIMERA CALIDAD Y CERTERO, hay que saber de donde viene eta y cuando puede volver a golpear,NO DEFIENDEN AL PUEBLO VASCO, son la punta de lanza de un montón de empresas e intereses ajenos al pueblo y que alimentan un proyecto de ruptura dentro de EUSKADI para mantener a la gente dividida. AHORA QUE NO ESTÁ EN ACTIVO tenemos que hacer todo lo posible para que los gestos y rencores de décadas no lo vuelvan a DESTROZAR TODO.julio de UCE.

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