¡Creemos un Fondo Monetario Europeo!

«La crisis financiera está mostrando hasta qué punto la zona euro se encuentra en una etapa crucial de su existencia: una moneda única, pero ninguna polí­tica económica, nada de presupuesto, nada de solidaridad. Es necesario aprovechar esta oportunidad para consolidar la zona euro. Dotémosla, en primer lugar, de un mecanismo de solidaridad financiera coyuntura. Un fondo monetario internacional en Europa»

Los gobiernos euroeos deben admitirlo: sería necesario que la zona euro se dote de una herramienta esencial para su funcionamiento, un mecanismo de solidaridad financiera coyuntural. Quienes concibieron la zona euro fueron demasiado confiados, considerando que las solas reglas de disciplina financiera de los Estados, acompañadas de sanciones relativamente débiles, asegurarían la solidez. (LE MONDE) THE WALL STREET JOURNAL.- Desde el inicio de la unión monetaria europea, los escépticos han argumentado que no tenía ningún sentido político o económico. ¿Cómo podría soportar una misma moneda una región tan diversa; especialmente cuando cada nación constituyente mantuvo el control sobre sus propios impuestos, el gasto y el endeudamiento? Ahora, gracias a la peor recesión desde el nacimiento del euro en 1999, la crisis vaticinada ha llegado: en forma de un ataque del mercado a los bonos de Grecia, cuya deuda pública ha alcanzado alrededor de 130 por ciento del PIB. España, Irlanda, Portugal e Italia, pronto podrían encontrarse en la misma situación Francia. Le Monde ¡Creemos un Fondo Monetario Europeo! Stèphane Cossé La crisis financiera está mostrando hasta qué punto la zona euro se encuentra en una etapa crucial de su existencia: una moneda única, pero ninguna política económica, nada de presupuesto, nada de solidaridad. Es necesario aprovechar esta oportunidad para consolidar la zona euro. Dotémosla, en primer lugar, de un mecanismo de solidaridad financiera coyuntura. Un fondo monetario internacional en Europa. ¿De que se trata? Grecia, España y Portugal hacen frente a la desconfianza de los mercados. Soportan primas de riesgo cada vez más elevadas, disminuyendo por tanto su capacidad para pagar su deuda soberana. Si estos países no estuvieran en la zona euro, estaríamos frente a un escenario conocido en una economía abierta. El Estado, debilitado por su mala gestión, pide préstamos a sus acreedores exteriores a tasas cada vez más altas. os inversores, inquietos, reducen sus posiciones en el país. La tasa de cambio se hunde (en caso de régimen flotante). El Estado no está en condiciones de endeudarse en divisas y se declara entonces en cesación de pagos. Para resolver esta situación, hay dos soluciones. La primera es la de poner en marcha la máquina de hacer billetes, con el riesgo de crear una inflación y un empobrecimiento duradero de país. La otra solución es hacer un llamamiento al Fondo Monetario Internacional (FMI). Este último pone a disposición del banco central una línea de crédito gracias a la cual los acreedores extranjeros son tranquilizados acerca de la capacidad del país de devolver sus préstamos. El país vuelve a entrar en un círculo virtuoso, en tanto que el FMI acuerda con este gobierno el préstamo bajo la condición de que conduzca de nuevo una política económica y financiera sostenible. Pero en la zona euro, ¿qué hacer? El Estado no tiene ni su propia moneda ni tasas de cambio. Y, si la crisis está circunscrita a un solo Estado, la desconfianza no afecta a los otros países de la UE. Dos soluciones se le ofrecen entonces a los gobiernos. La primera es la de abandonar la zona euro, reconstruir un banco centra y su propia moneda y darle a la máquina de hacer billetes. Esta solución es a la vez costosa para la gente y para el país. Harían falta, en efecto, muchos años, antes de restaurar el crédito a su nivel, de tener acceso a los mercados de capitales y a una tasa de interés razonable. La segunda solución es hacer un llamamiento al FMI. Solidaridad financiera Pero esta es una solución que no es fácil de llevar a cabo técnicamente en una unión monetaria. En efecto, el FMI estima el nivel de su apoyo financiero en función de las necesidades de reservas del banco central. ¿Puede en realidad el FMI prestar directamente en este contexto a un Estado de la zona euro? Esta última es el primer accionista del FMI, y su moneda es la segunda moneda de reserva del mundo. Con lo cual parece absurdo. Es como si el FMI prestara al Estado de California. Los gobiernos europeos deben admitirlo: sería necesario que la zona euro se dote de una herramienta esencial para su funcionamiento, un mecanismo de solidaridad financiera coyuntural. Quienes concibieron la zona euro fueron demasiado confiados, considerando que las solas reglas de disciplina financiera de los Estados, acompañadas de sanciones relativamente débiles, asegurarían la solidez. ¿Por qué no constituir un Fondo Monetario Europeo (FME)? Los asiáticos, que ni siquiera tienen una moneda común, ¿no han creado su propio fondo, el Fondo Monetario Asiático (una línea de crédito común movilizada para los países que pudieran enfrentarse a una crisis financiera)? Se trata de crear una herramienta financiera adecuada, que permita prestar a un país fallido a una tasa de interés normal. Esta herramienta podría funcionar de muchas maneras: mutualizar un préstamo soberano de los Estados de la zona euro, hacer que preste la Comisión europea en el marco de un fondo de estabilización coyuntural, crear unas facilidades de pago excepcionales al Banco Centra Europeo (BCE)… La urgencia en este estadio es fijar el principio. Cualquiera que sea el mecanismo establecido, debe quedar establecido con claridad que se trata de un sostén financiero con condiciones, las cuales podrían ser establecidas por un equipo conjunto entre los europeos y el FMI. El FME sería el primero en ponerse manos a la obra de inmediato. Rápidamente, la UE debería también disponer de un gobierno reforzado, como un consejo de política económica a nivel de jefes de Estado, pero también de un presupuesto europeo más consecuente (1% del PIB comunitario), para financiar, por ejemplo, planes de apoyo a innovaciones mutuamente beneficiosas. En resumen, es urgente acelerar la integración de la zona euro. LE MONDE. 11-2-2010 EEUU. The Washington Post ¿Qué puede aprender EEUU de la crisis de la deuda griega? DESDE EL INICIO de la unión monetaria europea, los escépticos han argumentado que no tenía ningún sentido político o económico. ¿Cómo podría soportar una misma moneda una región tan diversa; especialmente cuando cada nación constituyente mantuvo el control sobre sus propios impuestos, el gasto y el endeudamiento? Ahora, gracias a la peor recesión desde el nacimiento del euro en 1999, la crisis vaticinada ha llegado: en forma de un ataque del mercado a los bonos de Grecia, cuya deuda pública ha alcanzado alrededor de 130 por ciento del PIB. España, Irlanda, Portugal e Italia, pronto podrían encontrarse en la misma situación. Mientras escribimos, una especie de rescate a corto plazo dirigido por Alemania parece estar en marcha. El gobierno griego ha prometido reducir su déficit presupuestario del 12,7% del PIB al 3% para 2012, y probablemente costará mucho más que la simple austeridad para vender el rescate a un público alemán escéptico. Los inversores dudan que el gobierno griego pueda llevarlo adelante en medio de huelgas y protestas, pero las encuestas muestran, alentadoramente, que el público griego está dispuesto a tragar la amarga medicina. Sin embargo, la preocupación es que Grecia sea a los gobiernos endeudados lo que Bear Stearns fue a los bancos de inversión apalancados: la primera ficha de dominó. Estados Unidos se beneficia en el corto plazo, puesto que la volatilidad del euro fortalece al dólar, lo que permite a Estados Unidos financiar sus propios préstamos colosales de forma más cómoda de lo que sería normal. Pero sería un error centrarse en este impulso momentáneo en vez de en las consecuencias a largo plazo de la crisis de Europa. Efectivamente, sustituyendo sus monedas a unas tasas elevadas, la unión monetaria suscrita por Alemania permitió a Grecia y otros países del sur de Europa, además de Irlanda, a consumir más de lo que producían. Si esta situación le recuerda el persistente desequilibrio entre el alto consumo de Estados Unidos y la máquina exportadora China; bueno, esto es lo que ocurre. A diferencia de Grecia, Estados Unidos imprime la moneda en que se endeuda, el dólar. Y Grecia, con una economía subterránea equivalente a una cuarta parte del PIB y con una notoria contabilidad gubernamental falsa, presenta un caso extremo de derroche fiscal. Sin embargo, todas las naciones viven de acuerdo a las mismas leyes económicas. Si Estados Unidos también persiste en vivir más allá de sus medios, el mercado de bonos globales algún día podría tomarse la venganza, con todos los riesgos para la estabilidad política y la soberanía nacional que ello implica. El Congreso y el presidente Obama deben poner al país en una senda fiscal sostenible ahora y no esperar a que una crisis les obligue a hacerlo. THE WASHINGTON POST. 12-2-2010 EEUU. The Wall Street Journal La deuda soberana pesa cada vez más sobre la zona euro Brian Blackstone En momentos en que los funcionarios europeos lidian con el problema inmediato de cómo evitar una cesación de pagos de la deuda soberana entre los miembros más débiles de la zona euro, los gobiernos contemplan una batalla a largo plazo para pagar su deuda. Grecia, España y los otros rezagados fiscales de Europa —que no tienen la posibilidad de mantenerse a flote con una devaluación de sus monedas como lo hacían antes de unirse a la zona euro— se enfrentan a un escenario en el que el costo de sus deudas pesa sobre sus economías, ya afectadas por una reducción de la recaudación impositiva, un aumento de las necesidades de gasto social y una productividad rezagada. Bajo intensa presión de los mercados financieros, los inversionistas podrían mostrarse reacios a comprar bonos gubernamentales sin una prima generosa, que hundiría a los países con aún más deuda. Algunos economistas advierten que las perspectivas de un malestar económico prolongado en los países afectados, que podría devaluar la economía europea en su conjunto, persistirá durante muchos años, incluso si los funcionarios europeos logran resolver la crisis de financiación inmediata de Grecia. Eso es así porque los enormes pagos de intereses de deuda que deben realizar países como Grecia para cumplir con los términos de sus obligaciones probablemente limiten el gasto en otras áreas que podrían ayudar a impulsar sus economías. "Si (los inversionistas) comienzan a pensar en perspectivas a mediano plazo para la economía y el nivel de deuda, quizás las preocupaciones podrían extenderse a Italia y Bélgica", que tienen una deuda alta como porcentaje de su Producto Interno Bruto, afirma Ben May, economista de la consultora Capital Economics, en Londres. Incluso Francia está en la mira, advierte la firma, porque pidió prestado más como porcentaje de su economía que cualquier otro país europeo, con excepción de España, Grecia e Irlanda. Además, una gran parte de su deuda pendiente vence este año. Cuando la deuda de un país alcanza a equivaler al 90% de su producción económica anual, como ocurrió en Grecia, las tasas de crecimiento económico se reducen, en promedio, en un punto porcentual al año, según una investigación de los economistas Carmen Reinhart, de la Universidad de Maryland, y Kenneth Rogoff , de la Universidad de Harvard. El problema es más agudo tras crisis financieras, cuando los ingresos fiscales tienden a reducirse y los gastos se disparan a medida que los gobiernos intentan amortizar el golpe. "Luego de una ola de crisis financieras, en especial en centros financieros, empiezan a repuntar los incumplimientos de pagos", indicó Reinhart en una entrevista reciente. "Se da un salto de una crisis financiera a una crisis de deuda soberana. Creo que estamos en presencia de un período donde esa clase de escenario es muy probable". Los países en mayor riesgo en Europa son Grecia —que según prevé la Comisión Europea alcanzaría una proporción entre deuda y PIB de 120% este año—, Irlanda y Portugal. Se prevé que España, que ingresó a la crisis con una proporción de deuda a PIB por debajo de 40%, alcance el 66% este año y 74% para fines de 2011. Estos países no son casos aislados. Algunas de las mayores economías del mundo, incluidas las de EE.UU., el Reino Unido y Japón, ya superaron la marca de 90% o lo harán pronto, lo que sugiere que el peso de la deuda soberana sobre las economías será global. Por ahora, los inversionistas parecen confiar en que el sólo poder de estos países y la autonomía de sus bancos centrales les permitirán sobrevivir. La mayoría de los países tienen bancos centrales que pueden, en un minuto, imprimir dinero y comprar deuda del gobierno, algo que el Banco Central Europeo no puede hacer. THE WALL STREET JOURNAL. 12-2-2010

2 comentarios sobre “¡Creemos un Fondo Monetario Europeo!”

  • Sr. Grodzicki Andrzej Stanislaw dice:

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