Aragón

Crecida del Ebro, males evitables

Distintas organizaciones, entre las que destacan CIREF (Centro Ibérico de Restauración Fluvial) y Ecologistas en Acción, denuncian públicamente el Decreto-Ley 1/2015 de 9 de marzo que va a suspender la protección ambiental del PORN del Ebro y modificar los lí­mites de espacios de la Red Natura 2000, lo que constituye para ellos «una regresión ambiental sin precedentes y el mayor error e irresponsabilidad medioambiental de nuestra historia reciente».

Dicho decreto se aprobó para, supuestamente, paliar y prevenir las situaciones de emergencia que están sufriendo los vecinos afectados, miles de familias que han perdido incalculables bienes y sustentos por la reciente crecida del río.

Pero el decreto más parece querer implantar «en caliente» el punto de vista de los intereses económicos monopolistas sobre el río (constructoras, agricultura intensiva, navegación recreativa…) enfrentados al conocimiento acumulado sobre como es mejor gestionar el Ebro y sus crecidas en beneficio de la población y la conservación de la naturaleza.

Como afirma el grupo ecologista, a comienzos de siglo ni se construía ni se cultivaba tan cerca de los cauces, pero a partir de los años 60 ó 70 esto cambió con la “fiesta del ladrillo, la especulación y el urbanismo salvaje” .

Es la limpieza del rio para mejorar su aforo lo que más inversiones se llevó este año en contraposición, por ejemplo, con los programas de restauración del hábitat fluvial, que es lo que reclaman las organizaciones contrarias al decreto.

La limpieza de cauces consiste en la eliminación de basuras, de vegetación muerta de la ribera como pueden ser enormes troncos apilados que puedan actuar como diques naturales, etc; y en el dragado del río, algo que «puede llegar a agravar notablemente los efectos de las inundaciones: el bosque de ribera ayuda a paliar los efectos negativos de las avenidas, al ralentizar la velocidad del agua. Cuando se elimina el agua discurre sin obstáculos a bastante mayor velocidad, produciendo por ello daños materiales mayores y mayor riesgo para las personas… estas medidas resultan de muy escasa utilidad para la lucha contra las crecidas impetuosas de los ríos, las avenidas. Ya se han realizado puntualmente en los últimos años, con muy pobre resultado».

También, distintos estudios científicos y técnicos realizados en todos los países desarrollados demuestran un continuo aumento en los daños económicos por inundaciones, pese al incremento de medidas estructurales (presas, diques, escolleras) para controlar las crecidas.

El dragado de un río como el Ebro, el más caudaloso de completo recorrido en nuestro país, es una medida extremadamente agresiva, que deberían de tomarse sólo si hay un estudio y un consenso por parte de todas las partes implicadas.

Ecologistas en Acción alaba el Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) de las confederaciones hidrográficas, que predice con suficiente antelación lass crecidas. Pero es la mala gestión de la Confederación Hidrográfica del Ebro que permite el desastre.

Es urgente abrir este organismo a la participación de todos los afectados e interesados. En lugar de eso, el gobierno aragonés prefiere achacar los desalojos de personas a “un comportamiento extraño del río” o mentir diciendo que los técnicos no esperaban esta crecida.

La agresividad del dragado es sólo comparable a su coste, del cual se benefician las constructoras que lo llevan adelante.

Durante el siglo XX, con la aparición de la maquinaria pesada que podía realizar dragados, roturaciones y motas de contención de las avenidas, el cauce se ha ido reduciendo y se ha propiciado la desaparición de los bosques de ribera, sotos que contenían zonas de pasto y cultivos y, debido a su gran extensión, podían laminar las grandes avenidas.

«El ultimo gran soto se destruyó en 1983, el Soto de Vergara en Tudela, en su lugar se levantaron motas de defensa mal diseñadas que no son capaces de proteger los cultivos existentes.»

Dragar es caro, inútil y contraproducente. Se dragó en 2010 y en 2013. De nada ha servido. Si se quiere limpiar el río, parece que la propia crecida es la que lo hace.

Además, la crecida es la que trae sedimentos y limos que aseguran la fertilidad de la tierra y por tanto la rentabilidad de la agricultura. La pobreza del suelo (falta de humus y rizomas) por culpa de la agricultura intensiva hace que la tierra no cumpla su labor de retener agua y contribuya a la desertización de los campos y a que el agua escape sin control erosionando el suelo.

Por tanto, los científicos y expertos del CIREF denuncian el despilfarro de millones de euros en el dragado Ebro por ser una solución «inútil» e «ineficaz» para evitar los daños que producen las crecidas, y peligrosa por «erosión remontante».

La alternativa pasa por devolverle espacio al río mediante el retranqueo y eliminación de motas. Numerosas experiencias estatales e internacionales demuestran la utilidad de esta medida.

La alternativa pasa por desarrollar plantaciones compatibles con las inundaciones, por ejemplo choperas, o apostar por usos ganaderos.

La principal solución está en la ordenación del territorio. ¿Por qué no se cambian usos del suelo, por qué no se protege con seguros, por qué no se devuelve espacio al río, por qué no se compensa económicamente a los ribereños, por qué no nos adaptamos de una vez al río y sus crecidas?

La dinámica del río

El río tiene vida y hay que entender sus dinámicas. No se trata de adaptar el río y tratar de canalizarlo. Algo que es imposible. Sino adaptarnos nosotros, nuestras necesidades y nuestros aprovechamientos y actividades productivas a la propia dinámica fluvial, minimizando por otra parte los daños de las inundaciones sobre los cascos urbanos de las localidades ribereñas existentes con protecciones adecuadas. El río seguirá sedimentando donde tenga que hacerlo y donde le dejemos. Estamos en una llanura con muy poca pendiente, puede que haya tramos y fases de tiempo en los que el cauce se eleve, es normal y no se puede evitar.

«Siempre hubo inundaciones y siempre las habrá. No debería ser un problema y aunque lo sea no tiene solución. El río siempre va a estar ahí (o eso esperamos) y siempre va a tener crecidas. El riesgo solo se reducirá reduciendo la exposición y la vulnerabilidad.»

Los humanos hemos ocupado las llanuras de inundación de los ríos mediterráneos. Somos nosotros mismos los que nos ponemos en riesgo. Si construimos viviendas e infraestructuras o cultivamos en zonas inundables, somos nosotros los que nos ponemos en riesgo a nosotros mismos y a nuestras propiedades, salvo que hagamos cultivos compatibles con la inundación o que construyamos palafitos, es decir viviendas altas, con la planta por encima de la altura máxima de inundación, sostenidas sobre pilares y sobre un espacio diáfano sin tabiques, para dejar que circule al agua. A comienzos de siglo ni se construía ni se cultivaba tan cerca de los cauces, pero a partir de los años 60 ó 70 esto cambió con la “fiesta del ladrillo, la especulación y el urbanismo salvaje”.

(Ecologistas en Acción)

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