Selección de prensa nacional

Control y transparencia

La toma de posesión de Obama sigue coleando en la prensa española. Uno de los más lúcidos analistas polí­ticos norteamericanos, el profesor de la universidad de Georgetown Norman Birbaum, sigue rebajando expectativas sobre el significado de su llegada a la Casa Blanca.

Birnbaum reasa tanto las limitaciones que las fuerzas políticas, económicas y sociales “del sistema” –lo que él denomina el “triángulo de hierro que enlaza el Congreso, los ministerios y el poder organizado” de distintos grupos ideológicos y económicos– le imponen, como la ausencia en EEUU de una izquierda organizada, autónoma y con un proyecto claro para presionarle en la dirección contraria. Las primeras decisiones de Obama inducen a Birnbaum a considerar que la “terapia política para curar al país de sus obsesiones imperiales” no está entre las prioridades de su agenda. Y recuerda, sutilmente, cómo hay que rastrear esta pista para entender el asesinato de JFK.En La Razón, Cristina L. Schlichting ironiza sobre el servil recibimiento que la izquierda de nuestro país ha dispensado a Obama. Más conocida por sus incendiarias y reaccionarias proclamas en La Cope, ello no quita para que en esta columna diga verdades como puños. Y ya se sabe que la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.El País empieza a centrar ya su atención en las próximas elecciones alemanes de mediados de año, donde se juega la orientación política que va a tomar el actual centro de gravedad política de Europa. La posibilidad –que anuncian tanto las encuestas como los recientes resultados en la región de Hesse– de que democristianos y liberales reediten la coalición que dominó Alemania durante los años 80 y la mitad de los 90 supondría un cambio sustancial. Tanto en el alineamiento de Berlín con Washington –previsiblemente más estrecho e incondicional–, con el consiguiente incremento de las tensiones con Moscú y Pekín, como en la respuesta económica que “la locomotora europea” dé a la crisis y sus repercusiones sobre el resto de la UE. Y para concluir, nueva andanada contra Botín, al que desde que se conoció su discreta –que no prudente– coyunda financiera con Madoff sólo le crecen los enanos. En esta ocasión el bilbaíno El Correo destapa cómo una empresa pública vasca tenía invertidos varios millones de euros en los negocios del estafador neoyorquino a través de los fondos del Santander. Además de reprochar al gobierno vasco su irresponsabilidad con el dinero público y su falta de transparencia, el diario –propiedad de un grupo de familias de la oligarquía de Neguri que hasta 2002 tenían el control del gran banco rival, el BBVA– no tiene dudas acerca de la papel del banco cántabro, al que acusa de ocupar una “posición crucial”, tener una “responsabilidad directa” y desempeñar “una colaboración, consciente o inconsciente, responsable o irresponsable” en el asunto. SALVE, JEFE: UN SALUDO ALTERNATIVONorman Birnbaum No hay nada que ejemplifique tanto el carácter monárquico de la presidencia de Estados Unidos como los rituales de investidura, en los que se oye el himno presidencial Hail To The Chief (Salve, jefe). Ahora bien, una hipotética composición alternativa tendría muchas notas disonantes: nuestra monarquía no es absoluta.La capacidad de acción de Obama está limitada por muchas fuerzas políticas, económicas y socialesSobre Israel, no cabe esperar que EE UU se libere del cautiverio en Babilonia. El presidente Obama ha nombrado ministros del Gabinete y a los asesores de la Casa Blanca que los supervisarán. Ha negociado con los líderes del Congreso y el Senado la posibilidad de asignar más dinero para ayudar a los grandes bancos norteamericanos con problemas, y no cabe duda de que tiene planes (aún no revelados) para hacer algo respecto a nuestro autodestructivo Estado amigo, Israel. El sector financiero, los legisladores y el omnipresente lobby israelí le habrán recordado que su poder tiene límites. Tal vez cuenta ahora con una aprobación general del 70% en las encuestas de opinión pública (su miserable predecesor tiene alrededor del 27%), pero eso no garantiza necesariamente los triunfos legislativos y políticos.La ciencia política estadounidense sabe que hay un triángulo de hierro que enlaza el Congreso, los ministerios y el poder organizado de los grupos ideológicos y económicos. Los presidentes vienen y van; el sistema permanece. De hecho, el presidente de un grupo de demócratas conservadores de la Cámara (llamados los Perros azules, tal vez porque ladran y muerden) recordó en público al presidente electo que podrían unirse a los republicanos para detener cualquier propuesta que él haga. Por supuesto, añadió, no era una amenaza: estaba seguro de que Obama coincidía con ellos en la necesidad de disciplina fiscal.Obama ha intentado hacer su plan económico de emergencia de 850.000 millones de dólares más agradable a los ideólogos de mercado de los dos partidos mediante la asignación de una tercera parte a recortes de impuestos e incentivos al capital, en vez de inversiones a largo plazo o ayuda al número, en rápido aumento, de ciudadanos en paro (…)Lo que consiga hacer el nuevo presidente dependerá, más que de su impresionante talento político y retórico y su evidente dominio de gran parte de la política moderna como obra de arte total, del equilibrio de fuerzas políticas y sociales en el país (…) Los medios de comunicación estadounidenses están llenos de exhortaciones al presidente para que no preste atención a la “izquierda” (…) La izquierda estadounidense es una alianza desordenada de grupos de intereses culturales, económicos, ambientales, étnicos y raciales sin ningún denominador común ni proyecto histórico unificador.La mayoría de los ciudadanos estaba de acuerdo, ya antes de la crisis económica actual, en que el Gobierno tuviera un papel regulador y de redistribución importante, pero no se organizó para transformar en leyes esa opinión pública. Los asesores electorales de Obama, que van a trabajar con él en la Casa Blanca, son maestros de la comunicación y la movilización por Internet, pero sólo ven su funcionamiento en una dirección, la suya (…)El nuevo presidente no enviará la Sexta Flota en misión humanitaria a Gaza, ni suspenderá las entregas de armas a Israel (…)En cambio, es posible que haya un progreso muy lento hacia la racionalidad en nuestra política para Oriente Próximo, pero no una liberación inmediata de nuestra extraña versión del cautiverio en Babilonia… con los israelíes como dueños de la situación.(…) No parece que Obama vaya a emprender rápidamente una terapia política para curar al país de sus obsesiones imperiales. John Kennedy esperó para hacerlo hasta cinco meses antes de su muerte, posiblemente causada por su valentía (recuérdese su discurso del 10 de junio de 1963 sobre la necesidad de terminar con la guerra fría).Existen profundos argumentos económicos para reducir nuestro hinchado presupuesto de armamento. La CIA advierte en el informe del Consejo Nacional de Inteligencia, Global 2025, que el fin de la hegemonía de Estados Unidos es ya una realidad. Obama, que ha leído mucho y es muy inteligente, es perfectamente consciente de la situación (como lo son su brillante secretaria de Estado y el muy preparado general que es su Consejero Nacional de Seguridad). Obama ha decidido claramente que la crisis del capitalismo norteamericano, cada vez más aguda, es su principal preocupación. Ha llegado a la conclusión de que nuestras instituciones políticas disfuncionales no permiten que se comuniquen demasiadas verdades inquietantes al mismo tiempo.(…) Expresémosle nuestros mejores deseos en el momento más difícil de su vida y confiemos en que el estadista de mediana edad que se sumerge en las turbulencias de la historia no olvide al joven que buscaba la esperanza.EL PAÍS 23-1-2009 SALVE AL EMPERADORCristina L. SchlichtingLa fobia antiyanqui ha sido una constante de nuestra Historia, un punto en el que coincidían derecha e izquierda desde lo de Cuba. Entre leyenda negra y piratas, ya habíamos padecido lo nuestro por el lado británico cuando los emergentes Estados Unidos se ocuparon de darle la puntilla al Imperio español y a nuestra presencia en Sudamérica en 1898. Y el español no olvida. La crítica antiamericana floreció en España, incluso cuando Franco se esforzaba para lograr un puente con los EE UU y la película de Berlanga es un buen documento. Desde niña he lamentado que esta circunstancia histórica nos impidiese aprender de las muchas cosas buenas de los americanos del norte, entre ellas el sistema político, el sentido profundo de la libertad y la pluralidad de un pueblo donde las personas se conciben como protagonistas activos de la sociedad. La dificultad era mayor en la izquierda política. Todo era malo si venía del otro lado del océano: las bases militares, el capitalismo, los judíos plutócratas, las hamburguesas, las guerras¿, porque de las guerras siempre tenían la culpa los norteamericanos. Por eso, asisto asombrada a los fastos en honor del nuevo emperador de EE UU, que es lo mismo que decir el nuevo emperador del mundo. El triunfo de Barack Obama fue celebrado por la izquierda española en el Círculo de Bellas Artes de Madrid como la reencarnación de Lenin en Washington. Desde entonces, los dirigentes socialistas, desde Blanco hasta Leire Pajín, no han cesado de alabar al nuevo presidente USA y de explicarnos que constituye nuestra gran esperanza. El entusiasmo de Zapatero es activo también, tanto que empiezo a ver las cejas triangulares en el rostro de Obama. Está naciendo un hombre nuevo, una especie de líder del siglo XXI, una fusión entre Chicago y León. Mi estupefacción llegó al límite ayer, cuando los medios progres, todos a una, retransmitieron y tradujeron en directo el discurso de coronación del nuevo imperator. ¿Pero no era EE UU el coco? Miren señores, háganselo ver. USA es interesante en ciertas cosas y reprobable en otras. Estoy dispuesta a aprender de los americanos, pero de ahí a creer que ha nacido el mesías y saludarlo como emperador va un paso largo. Me voy a ver «Bienvenido Mr. Marshall». AÑO CRUCIAL EN BERLÍNLa gravedad de la crisis económica mantiene abiertas todas las opciones electorales en Alemania Los resultados de la reciente elección en Hesse, donde los socialdemócratas alemanes, socios de gobierno de Angela Merkel, han sido humillantemente vapuleados, sugieren en primera lectura que Alemania se encamina de nuevo (…) hacia un pacto entre democristianos y liberales (…) Merkel, la gran favorita electoral, desearía más bien una alianza entre la gobernante Unión de la Democracia Cristiana y los liberales. Chirriaría menos que el vigente pacto de necesidad con un SPD que encadena descalabros. La magnitud de la crisis económica alemana –desempleo en alza, caída récord de la producción industrial y las exportaciones– podría, sin embargo, alterar un escenario que parece casi cantado. Es tan aguda que ha obligado a la canciller, abanderada europea contra las carísimas soluciones keynesianas, a desdecirse de sus rotundos rechazos previos e inyectar cifras astronómicas de dinero público para acudir al rescate del sistema. Y lo hace en estrecha cooperación con su adversario y socio en la gran coalición berlinesa, el líder socialdemócrata Franz Walter Steinmeier. Este matrimonio de circunstancias (…) está funcionando en momentos críticos mucho mejor de lo previsto, engrasado sin duda por la enraizada cultura germana de arrimar juntos el hombro cuando las cosas van mal. El Gobierno no ha tenido dificultades para acordar recientemente (…) un paquete de 50.000 millones de euros, el mayor de la historia alemana, hecho a la vez de recortes fiscales e inversiones. La crisis, como reflejan los sondeos, que no se decantan por una clara mayoría de las alianzas tradicionales, está dando vida a una gran coalición que hace medio año parecía lista para el desguace. La virulencia del incendio económico y la envidiable naturalidad con que los rivales políticos han coincidido en que la prioridad absoluta es sofocarlo, abre así el abanico de las opciones electorales alemanas. Y sería harto improbable, llegado el caso, que el SPD dijera no a una eventual reedición de un pacto que representaría para el maltrecho partido su única posibilidad de tener algo que decir en el Gobierno.EL PAÍS 23-1-2009 CONTROL Y TRANSPARENCIALa nefasta inversión de 10,8 millones de euros del depósito de reserva de Zabalgarbi en fondos de alto riesgo y su consecuencia inmediata, la pérdida de 3,7 millones arrastrados por la ‘estafa Madoff’, es un golpe más a la credibilidad de empresas que, como la incineradora vizcaína, cuentan con una amplia participación pública. Un desenlace que ha puesto de manifiesto la existencia de graves carencias en los mecanismos de control de unos recursos que en ningún caso estaban destinados a la especulación. Es evidente la responsabilidad directa en el fiasco del Banco Santander, que a través de su filial Optimal realizó la contratación de los cinco fondos, incluido el vinculado a Bernard Madoff. Pero la posición crucial de la entidad bancaria en toda la operación no exime a los gestores de Zabalgarbi de su compromiso de velar por la seguridad de las inversiones de la empresa ni de su obligación natural de informar al consejo de cuestiones tan relevantes. La estafa urdida por Bernard Madoff está cobrando unas proporciones gigantescas y sus ramificaciones se alargan cada día alcanzando a personas, empresas y entidades insospechadas. Pero el ingenio delictivo del ‘broker’ estadounidense no habría resultado tan dañino sin la colaboración, consciente o inconsciente, responsable o irresponsable, de muchos intermediarios que unían su despacho en Wall Street con los clientes finales. Y sus efectos son devastadores, sacudiendo a entidades que clientes y ciudadanos creían al margen de la especulación financiera. (…) el exceso de confianza en los gestores y la relajación en la supervisión de sus decisiones han dejado en evidencia la función de las administraciones presentes en el consejo de Zabalgarbi que, además, han mostrado una preocupante falta de transparencia. Descargar toda la ‘culpabilidad’ en la entidad bancaria operante -sin duda gran protagonista- no es la mejor manera de ejercer la responsabilidad pública ni de avanzar en la búsqueda de mecanismos más eficaces que garanticen una buena administración. Por el contrario, sería deseable que a la adopción de todas las medidas legales al alcance de la empresa para minimizar el impacto de una operación ruinosa se le uniera una investigación y depuración en profundidad de los fallos en la cadena de supervisión. Una buena forma de defender el interés público, presente y futuro.EL CORREO. 23-1-2009

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