Crisis capitalistas y superproducción

¿Consumismo o subconsumo?

En las crisis capitalistas se desata una epidemia social que al margen de los intereses el capital es absurda e inconcebible: la epidemia de la superproducción. No es que se produzcan demasiados medios de subsistencia en proporción a la población existente. Al revés. Lo que realmente ocurre es que se producen pocos para garantizar una existencia digna a la población. No es que exista un exceso de consumo. Más bien, impuesto por las relaciones de apropiación de la riqueza entre el capital y el trabajo asalariado, se condena a la inmensa mayorí­a de la humanidad al subconsumo. Lo que ocurre es que se produce periódicamente demasiada riqueza bajo sus formas capitalistas antagónicas, existe «superproducción» sólo para los intereses de revalorización del capital.

La suerproducción que caracteriza a las crisis capitalistas no es absoluta, sino sólo relativa. Suele pensarse entre determinados sectores de la izquierda que el capitalismo impone un "frenesí productivista". Y se tiñe de "anticapitalismo" la oposición frontal al "productivismo", al desarrollo sin límites de las fuerzas productivas. La realidad es exactamente la contraria. El régimen capitalista es un obstáculo para la expresión plena de la capacidad productiva de la humanidad, mientras que ésta puede y exige más “productivismo”, una mayor producción de bienes de uso y consumo. Lo exige porque jamás se ha producido tanto como para satisfacer las necesidades materiales del conjunto de la humanidad, cuanto más para garantizar el grado de bienestar general que el actual desarrollo de las fuerzas productivas permitiría. Puede hacerlo porque alberga potencialmente la capacidad de multiplicar la producción. Las fuerzas productivas pueden desarrollarse mucho más allá de lo que ahora lo hacen, la población con capacidad de trabajar, y de hacerlo en las condiciones más productivas, es mucho mayor de la que hoy se emplea de forma efectiva.¿Qué ocurre entonces? Que el régimen de propiedad del capital -las condiciones tanto económicas como sociales y políticas que impone- es una traba para el desarrollo de la humanidad. Tal y como plantea Marx, "lo que sí ocurre es que se producen periódicamente demasiados medios de trabajo y demasiados medios de subsistencia para poder emplearlos como medios de explotación de los obreros a base de una determinada cuota de ganancia. Se producen demasiadas mercancías para poder realizar y convertirse en nuevo capital, en las condiciones de distribución y consumo trazadas por la producción capitalista, el valor y la plusvalía contenidos en ellas, es decir para llevar a cabo este proceso sin explosiones constantemente reiteradas. No es que se produzca demasiada riqueza. Lo que ocurre es que se produce periódicamente demasiada riqueza bajo sus formas capitalistas antagónicas". Frente a la concepción dominante de que el capitalismo espolea un "consumismo desenfrenado", la realidad es que el dominio del capital no puede existir sin imponer el subconsumo -una capacidad de consumo muy por debajo de lo que el desarrollo general permitiría- para la inmensa mayoría de la humanidad. Para la producción capitalista sólo existe el objetivo de revalorizar el capital multiplicando las ganancias. Y por la naturaleza de las relaciones entre capital y trabajo asalariado -que provoca una determinada apropiación y distribución de la riqueza-, el incremento y revalorización del capital sólo puede producirse reduciendo la parte de la riqueza social que corresponde al trabajo. Aunque el salario real -es decir la cantidad de mercancías que realmente puede adquirirse con el salario- crezca -es imposible que no sea así, dado el desarrollo de las fuerzas productivas-, el salario relativo -es decir la proporción de la riqueza social que revierte en el trabajo- siempre decrece en relación con la que se embolsa el capital. Y no puede ser de otra manera bajo el régimen de producción capitalista. Aquí radica el subconsumo -en relación a la capacidad de producción de mercancías- que necesariamente impone el capitalismo. La producción capitalista es esencialmente una producción para la acumulación de capital, no una producción para el consumo. Por eso durante las crisis el proceso de producción no se paraliza donde lo exige la satisfacción de las necesidades sociales, sino allí donde lo impone la realización de la ganancia. Se elimina el capital "sobrante", se destruyen fuerzas productivas, con el único objetivo de restablecer la tasa de ganancia admisible para el capital, y no con el de “regularizar” el consumo.

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