En Vigo mismo, todos los viernes, a las siete y media de la tarde, hay una concentración en el Calvario, frente al mercado, que es simultánea con otras en el resto de España sea Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Granada… Llevan ya 3 o 4 viernes. Son concentraciones unitarias, ciudadanas y silenciosas; sin la firma de ningún partido ni sindicato y con un único lema que cuelgan en forma de pancarta de su pecho: Yo … (trabajador, autónomo, parado ….) digo Sí a la Huelga General».
No cree uno que la Huelga General sirva ara mucho, a no ser que hiciera tambalear el modelo económico. Pero estas personas cuya única diferencia con el resto, trágica diferencia, es no disponer de un trabajo que dignifique su vida, piensan que es fundamental que sea la gente la que tome la iniciativa. Que el plan de ajuste diseñado por los grandes capitales mundiales tiene como prioridades abrir las puertas a la privatización, reformar las pensiones, aumentar los años para calcular su cuantía, recortar los subsidios de desempleo, iniciar los recortes de la sanidad con el copago… (EL FARO DE VIGO) EL PAÍS.- Menos comprensivo se muestra con la situación de Alemania que, en su opinión, "está adoptando una posición que no solo no es buena para Alemania sino que es realmente mala para Europa". Es más, "Alemania está jugando un papel realmente destructivo. Está empujándose a sí misma y al resto de Europa por la vía de la autodestrucción", sentencia. Todo porque "parte del problema de la zona euro es que hay muchas vías de contagio, de forma que la austeridad de un país llevan a la depresión a los demás países" y "la austeridad puede parecer bien para un país porque reduce su deuda, pero no tiene en cuenta el coste que impone a sus vecinos con una política restrictiva". Opinión. Faro de Vigo Un país ocupado por un ejército… de parados Fernando Franco Mi amiga infringió uno de estos días más de una norma de tráfico en unos segundos con su pequeña moto. Infracciones menores. Una patrulla de la policía de tráfico viguesa le dio el alto y le pidió los papeles. "¡Oh, Dios mío –pensó ella–, los dejé en casa al lavar la moto!". Y se le ocurrió darle al policía los únicos que tenía. "Señor agente –le dijo– no tengo aquí los otros pero le doy estos nuevos para que no me multe, que son los que me obsesionan y hacen que me olvide de todo". Y le entregó los del paro, frescos, recién salidos de una oficina del Inem de donde venía. El policía la miró, hubo un minuto de tenso silencio en el que quizás pensó que aquella mujer podía ser su hija y que multar a un parado reciente era abominable y, por fin, le dijo: "Bueno, no lo haga más, pero lleve mañana los papeles de la moto a nuestras oficinas si no quiere que la multemos de verdad". El mundial de fútbol, donde, por cierto, se da por vez primera el fenómeno de la recuperación visual de la bandera española antes proscrita por una funesta asociación con el pasado franquista, supone una especie de prórroga, de posposición, de despiste temporal de una situación dramática, creciente y socialmente peligrosa que vemos cada día a nuestro alrededor, entre nuestros amigos, entrando ya en nuestras propias familias: el paro. Ya notas que, lo que se ocultaba bajo la alfombra, va saliendo hacia afuera como cuando la sacuden. En Vigo mismo, todos los viernes, a las siete y media de la tarde, hay una concentración en el Calvario, frente al mercado, que es simultánea con otras en el resto de España sea Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Granada… Llevan ya 3 o 4 viernes. Son concentraciones unitarias, ciudadanas y silenciosas; sin la firma de ningún partido ni sindicato y con un único lema que cuelgan en forma de pancarta de su pecho: Yo … (trabajador, autónomo, parado ….) digo Sí a la Huelga General". No cree uno que la Huelga General sirva para mucho, a no ser que hiciera tambalear el modelo económico. Pero estas personas cuya única diferencia con el resto, trágica diferencia, es no disponer de un trabajo que dignifique su vida, piensan que es fundamental que sea la gente la que tome la iniciativa. Que el plan de ajuste diseñado por los grandes capitales mundiales tiene como prioridades abrir las puertas a la privatización, reformar las pensiones, aumentar los años para calcular su cuantía, recortar los subsidios de desempleo, iniciar los recortes de la sanidad con el copago… Cuando uno tiene cada semana un espacio en blanco que llenar con su pluma, piensa si es ético hacerlo con temas lúdicos, de evasión, cuando hay tanto drama que denunciar en el entorno. Al final, uno decide escribir algo leve, relajante, que provoque una sonrisa porque de asustar ya se encargan por sí mismos los titulares de los periódicos. Pero uno se ha encontrado hace días a este grupo de parados y, observando su pesado silencio, ha visto en sus ojos a su vecino, a su padre, a su hermano, a su hijo, a sí mismo: cada uno de ellos o de nosotros podría estar ahí mañana, en el otro lado, en esa sima del paro sin aparente salida que destroza familias, ilusiones, esperanzas de vivir simplemente una vida digna. Y no referirse a ello siquiera una vez en esas líneas que a uno le confían, se siente como una traición al ser humano. ¿Habrá algo más en este país que parados? El modelo social y laboral europeo del Estado del Bienestar se enfrentaba hasta hace poco al americano y exhibía ante él su mayor dignidad y respeto por los derechos de los ciudadanos. Con la crisis, se ha agravado la implantación progresiva del sistema americano en Europa y España. Una economía que se jactaba de ser una gigantesca maquinaria de creación de empleo aunque, a cambio, con una disminución de precio de la fuerza de trabajo. Ya no hay aquel ejército de reserva que predicó Marx y por ello los salarios han bajado y los empleos que se crean son de mucha menor calidad que los destruidos, generalizándose los trabajos basura. El empleo sólo se garantiza a cambio de salarios bajos y condiciones muy flexibles. Baja el Estado providencia, aumenta el Estado caritativo, asciende el Estado penal para reprimir a quienes disienten, esos cada vez más bajo la alfombra, en los aparcaderos de la sociedad. Eso es también el modelo americano. El que viene. Y cada vez son más quienes responden. EL FARO DE VIGO. 11-7-2010 Entrevista. El País “Alemania juega un papel destructivo” Alicia González Cuando Paul Krugman (Nueva York, 1953) recibió en Oviedo el Premio Príncipe de Asturias, en octubre de 2004, ya advirtió que Estados Unidos estaba viviendo en los años veinte del siglo pasado, esos años que acabaron de bruces en la Gran Depresión y que ahora planean cual espada de Damocles sobre la economía global. Si el premio Nobel de Economía de 2008 mantiene la misma capacidad de predicción, no cabe esperar buenos tiempos para la eurozona. "No me sorprendería ver a uno o dos países forzados a salir del euro". Y pone nombres. "Creo que hay una posibilidad plausible de que Grecia se vea obligada a salir [del euro] y ese contagio provocaría serios problemas en todos los demás, especialmente en Portugal, y luego posiblemente España e Irlanda se verían atrapadas" en ese lío. Pese a todo, "no veo que Europa se colapse", admitió, "y estaría realmente sorprendido si Francia, Alemania o los países del Benelux no se aferrasen a la moneda única en el futuro más inmediato". El alcance de los problemas europeos preocupa más allá de las fronteras del euro y centró, sin dudas, la conversación que Krugman mantuvo esta semana con periodistas de varios medios de comunicación de todo el mundo, aquellos con derechos para publicar sus tribunas de opinión. Sin embargo, no fue el tema que discutió con mayor ardor. El premio Nobel y profesor de Princeton mantiene en las últimas semanas un duro enfrentamiento intelectual y dialéctico contra quienes defienden que ha llegado la hora de imponer la austeridad a las cuentas públicas después de los estímulos masivos que se han aprobado estos años para combatir la recesión. Ese era, en esencia, el mensaje que trasladó el G-20 en su última reunión en Toronto, aunque con distintas velocidades según los países, y Krugman no oculta su frustración. "Fue algo escandaloso, dado que el estado de la economía mundial se encuentra muy lejos de haberse recuperado". Y la receta, en su opinión, no es otra que más estímulos. Sin embargo, él mismo reconoce que no es lo mismo que la nueva ronda de gasto público que él defiende -keynesianista hasta el final- los lleve adelante una gran economía como Estados Unidos o Europa en su conjunto, a que lo hagan economías de menor tamaño como Letonia, Irlanda o incluso España. "La austeridad española tendría muchas más posibilidades de funcionar si Alemania no siguiera también una política de austeridad. Y todas las políticas tendrían más efectividad si el BCE adoptara con firmeza políticas expansionistas". Pero dado el juicio de los mercados, Krugman admite que "claramente España no está en una posición de llevar a cabo una política expansiva en solitario, pero eso podría funcionar si otros lo hicieran". Krugman demuestra seguir muy de cerca la actualidad económica del país y salpica su charla -menos fluida de lo que él quisiera ante los efectos de un imprevisible catarro veraniego- de multitud de ejemplos sobre la situación de la economía española. Menos comprensivo se muestra con la situación de Alemania que, en su opinión, "está adoptando una posición que no solo no es buena para Alemania sino que es realmente mala para Europa". Es más, "Alemania está jugando un papel realmente destructivo. Está empujándose a sí misma y al resto de Europa por la vía de la autodestrucción", sentencia. Todo porque "parte del problema de la zona euro es que hay muchas vías de contagio, de forma que la austeridad de un país llevan a la depresión a los demás países" y "la austeridad puede parecer bien para un país porque reduce su deuda, pero no tiene en cuenta el coste que impone a sus vecinos con una política restrictiva". Tampoco tiene un juicio benévolo para la autoridad monetaria europea. De hecho, compara las apelaciones a la necesidad de ajuste fiscal del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, con las que hizo el presidente estadounidense Herbert Hoover en 1932, que no hicieron otra cosa que agravar la recesión, "y eso es bastante deprimente". "Hay una vieja broma que dice que el euro es un complot de los italianos para tener por fin banqueros centrales alemanes y algo de eso hay", bromea. En el fondo, el problema de la eurozona, asegura, "no es solo una crisis de deuda" y el mejor ejemplo, en su opinión, es España, "que tenía un presupuesto equilibrado y una deuda a la baja respecto al PIB hasta que la crisis financiera le golpeó". Se trata de los problemas que conlleva una unión monetaria "que, en cierta forma, nunca cumplía los criterios para compartir una moneda única". "Los problemas que nos aseguraron que no serían tan severos han resultado ser más severos de lo que incluso los más pesimistas imaginaron nunca", apunta. ¿Qué hacer, pues, para que funcione? Paul Krugman defiende una mayor integración fiscal, aunque reconoce que algunos planteamientos "no formarán parte de la agenda ni en los próximos 10 años ni en las generaciones venideras". "La situación sería menos severa si, por ejemplo, las pensiones españolas estuvieran cubiertas por una especie de seguridad social [a nivel federal], como en Estados Unidos". Un objetivo que él mismo admite como irreal, aunque sí defiende avances en esa dirección. A ello habría que añadir una política económica más expansiva y una mayor permisividad con la inflación por parte del BCE. "Una eurozona con una tasa de inflación del 3% o del 4% tendría mucho más fácil hacer los ajustes que con una tasa del 1% o del 2%" y es precisamente, en su opinión, la falta de integración de la zona euro lo que da mayores argumentos para que el BCE fije el objetivo de precios por encima del de la Reserva Federal de EE UU, actualmente en el 2%. Lo que no aparece, al menos en sus previsiones hoy por hoy, es que, con austeridad o sin ella, la economía mundial vuelva a entrar en recesión. "Es difícil ver cómo va a acabar este periodo de débil demanda a nivel mundial; puede llevar un tiempo antes de que termine", admite. "Una vuelta a la recesión propiamente dicha no lo veo, pero un entorno de desaceleración del crecimiento que impida que se cree empleo probablemente sí, y eso es lo que me asusta". Si algo ha puesto también en evidencia esta crisis, afirma Krugman, es que la posibilidad de que el euro fuera la moneda de reserva mundial alternativa al dólar se ha desvanecido de facto. "El mercado de bonos europeo es profundo y amplio en tanto en cuanto los bonos denominados en euros sean considerados iguales. Una vez que estás en una situación en la que el mercado establece marcadas diferencias entre los bonos franceses, los alemanes y ni qué decir de los bonos españoles y los griegos ya no hablamos de un mercado único sino de mercados nacionales individuales que ni de lejos tienen la magnitud del mercado estadounidense, lo que significa que el papel especial del dólar como moneda de reserva se ha ampliado", advierte. EL PAÍS. 11-7-2010