El Supremo de Colorado veta electoralmente a Trump

Colorado pone a Trump rojo… de furia

La sentencia del Supremo de Colorado puede abrir una vía judicial que suponga un obstáculo infranqueable para el retorno de Trump a la Casa Blanca.

Cuando queda menos de un año para unas elecciones presidenciales en las que Trump aventaja ligeramente a Biden en intención de voto, la decisión del Tribunal Supremo de Colorado -que inhabilita al republicano a presentarse a las elecciones en ese Estado- supone una sentencia nunca vista y puede complicar seriamente las opciones del magnate, si otros Tribunales Supremos Estatales siguen los pasos de Colorado.

Una batalla jurídica que no es más que otra expresión de la feroz pugna que enfrenta a dos fracciones de la clase dominante norteamericana, la representada por la ‘línea Biden’ y la representada por Trump. Una lucha que recorre todos los aparatos del establishment de la superpotencia, y que no deja de agudizarse.

Trump se enfrenta a un rosario de causas judiciales, desde sus delitos fiscales y económicos al secuestro de documentos de alto secreto. Pero el alfa y el omega de sus problemas con la Justicia tienen que ver con su papel en el asalto golpista al Capitolio por parte de sus seguidores, y en sus intentos de manipular los resultados de las elecciones de 2020 en Estados como Georgia.

Por todo ello, Trump puede dar con sus huesos en la cárcel, pero -por extravagante que nos parezca- no hay nada en la legislación de EEUU que impida a un reo penal presentarse a las elecciones, ganarlas y gobernar de nuevo el país.

Sin embargo, la sentencia del Tribunal Supremo de Colorado sí puede abrir una vía judicial que suponga un obstáculo infranqueable para el retorno de Trump a la Casa Blanca, algo que las encuestas dan como posible. Los sondeos dan una victoria por la mínima al magnate republicano en el voto popular (44% contra el 42% de Biden), y muchas posibilidades de ganar los comicios, dado que es el favorito –también por la mínima– en todos los llamados ‘swing states’, los estados más disputados y decisivos de la elección.

Los magistrados del Alto Tribunal de Colorado han decidido -por cuatro votos frente a tres- oponerse a esta aspiración, considerando que Trump fue el responsable del asalto al Capitolio, y apelando a la Enmienda 14 de la Constitución, que prohíbe a personas que han participado en una insurrección ocupar un cargo de elección popular. Esa enmienda fue aprobada en 1868, después de la guerra civil en Estados Unidos, para evitar que personas asociadas con los alzados sureños de la Confederación pudiesen llegar al poder. El fallo impide al exmandatario, en caso de ser nominado candidato de forma oficial, presentarse a las elecciones a la Casa Blanca en el Estado.

Viñeta de Badiucao

El dictamen sólo afecta a Colorado, un Estado que vota tradicionalmente a los demócratas. Pero sienta un precedente y abre la posibilidad de que otros Tribunales Supremos sentencien el mismo veto, afectando al resultado del llamado ‘supermartes’ del 5 de marzo, una fecha clave en las primarias del Partido Republicano, en la que votarán 16 Estados y que puede definir la contienda de Trump con sus rivales conservadores.

Pero no está todo dicho. Trump ha apelado al Tribunal Supremo de EEUU, que cuenta con una supermayoría conservadora (6 magistrados derechistas contra 3 progresistas, tres de ellos nominados por el propio Trump durante su mandato), cuyo dictamen podría impedir que la prohibición de Colorado se extienda por los 50 estados.

Una expresión más de la lucha de fracciones

En el seno de la burguesía monopolista norteamericana existen dos grandes fracciones enfrentadas en una lucha cada vez más antagónica, dos fracciones de la misma clase unidas por el objetivo fundamental de mantener la hegemonía norteamericana, pero que defienden dos programas muy diferentes sobre cómo gestionar el poder de EEUU, cómo moverse en la arena internacional para contener el ascenso de potencias rivales y frenar el declive estadounidense. Dos fracciones representadas por las líneas de Biden y Trump.

El avance del ocaso imperial de EEUU no hace sino agudizar la pugna entre estas dos fracciones, que ya se produce en todos los aparatos del poder norteamericano: en el Capitolio, en el terreno mediático, judicial… Una batalla que ensimisma a EEUU en sus propio ruido interno, y que le resta capacidad de intervenir en los asuntos globales.

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