Los BRIC por el cambio de la correlación de fuerzas mundial

China y Brasil socios estratégicos

Lula, llega hoy en Pekí­n con el firme propósito de sellar un pacto estratégico entre Brasil y China que puede consolidar a ambos paí­ses como la punta de lanza de las potencias emergentes en el nuevo tablero mundial. El lí­der brasileño visita China en la segunda escala de una gira que comienzo el sábado en Arabia Saudí­ y concluirá el próximo fin de semana en Turquí­a. China y Brasil han asentado sus relaciones comerciales en los últimos años. En febrero, Lula se reunió con el vicepresidente chino Xi Jinping durante la visita de éste a Brasilia. En el curso de las conversaciones se acordó que Brasil ofrecerí­a hasta 100 millones de barriles de crudo a China a cambio de un préstamo de unos 10.000 millones de dólares.

China se convirtió a artir de abril en el principal socio comercial de Brasil, dejando en segundo lugar a Estados Unidos Según las cifras divulgadas en Brasilia, China es el principal destino de las exportaciones brasileñas, respondiendo en abril por 13 por ciento de las ventas del paí­s al exterior, frente a 11,3 por ciento de las ventas a EEUU. Entre enero y abril hubo un crecimiento de 65 por ciento en las ventas a China y una caí­da de 35 por ciento a los Estados Unidos.China parece dispuesta a aprovechar la circunstancia para asentar su peso relativo dentro de las relaciones económicas globales y fortalecer así­ su liderazgo geopolí­tico. China puede permitirse hoy la liberalidad de irrigar los canales sedientos de capital de muchos paí­ses. Es muy posible que en 2012 la inversión de China en el exterior supere a la que reciba. El factor principal que estimulará la salida china de capitales, será la continua búsqueda de tecnologí­a, materias primas y energí­a, una búsqueda liderada por empresas estatales. Nunca la economí­a mundial habí­a dependido de economí­as en desarrollo. El modelo consistí­a en que los paí­ses ricos eran siempre las locomotoras económicas globales.China y Brasil deberí­an hacer negocios entre sí­ con su propia moneda en lugar de usar el dólar, dijo el presidente brasileño dí­as antes de su viaje a Beijing. En una entrevista con Caijing, una prestigiosa revista de negocios, Lula dijo que es importante que ambos paí­ses «establezcan una relación comercial basada en nuestras propias monedas».»No necesitamos dólares», dijo Lula. «Es una locura que el dólar sea la referencia y que se le otorgue a un sólo paí­s el poder de imprimir esa divisa». Lula lleva tiempo pidiendo la eliminación del uso del dólar en el comercio latinoamericano alegando que así­ se reducirán costes para los exportadores y los importadores, especialmente los que operan a pequeña escala. Brasil y Argentina ya han acordado realizar transacciones comerciales usando su propia moneda.La cumbre del grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China) que se realizará en junio tendrá a disposición una agenda centrada en la definición de un nuevo orden internacional y no apenas en la reforma del modelo actual, «Es una agenda transformadora. Ya no discutiremos apenas cuántas sillas hay que agregar al actual modelo, sino que discutiremos el propio modelo», dijo el ministro brasileño de Asuntos Estratégicos, Roberto Mangabeira Unger. El papel del G-20 como institución, el papel del dólar y las alternativas que existen, la reforma de las instituciones mundiales de seguridad en particular las ligadas a la ONU, el ultimo punto será la cuestión del desarme nuclear, Brasil es el único de los cuatro paí­ses que no posee armas de ese tipo y que incluso renunció explí­citamente a ellas.De acuerdo con el ministro brasileño, los cuatro paí­ses del grupo BRIC desean superar las discusiones sobre la necesidad de ampliar la representación de los paí­ses emergentes en los organismos internacionales, y ahora quieren discutir «la reconstrucción de esas organizaciones».China ha encontrado en Brasil un sólido aliado, no sólo en el ámbito comercial sino también en los foros multilaterales, en los que últimamente ambos paí­ses han hecho frente común. Ocurrió en la última reunión del G-20 en Londres, donde Lula y Hu Jintao insistieron en la necesidad de reformar las instituciones financieras mundiales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, que ambos consideran obsoletas y poco representativas del nuevo orden económico planetario. «Brasil y China coinciden en muchas cosas en cuanto a las reformas y las transformaciones en el orden internacional. El único tema en el que las posiciones son distintas es la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, ya que en este asunto China tiene sus propias preocupaciones por cuestiones regionales», explica una fuente próxima al presidente Lula.El presidente de Brasil, exigió la democratización del Fondo Monetario Internacional (FMI) y criticó el seguimiento de la entidad a las economí­as de paí­ses deudores, «í‰sta es la primera crisis del mundo que nos encuentra a los paí­ses emergentes en mejores condiciones que Europa, que los Estados Unidos y que muchas otras naciones», dijo, y añadió que «lo importante en esta nueva historia es que sepan que ya no puede venir a decirnos en nuestros paí­ses como si fueran nuestros papás en qué tenemos que invertir, qué es lo que tenemos que hacer y que sepan que ya no nos pueden tratar como nos trataban en las décadas de los ochenta y los noventa».Lula, llamó a los paí­ses en desarrollo como el suyo, Arabia Saudita y China, a utilizar más sus reservas de dinero para impulsar los sectores productivos. Brasil tiene poco, apenas unos 200 mil millones de dólares en reservas, pero Arabia Saudita y China tienen mucho, aseveró Lula en un discurso en la Cámara de Comercio e Industria de Riad, la capital de Arabia Saudita.»En vez de quedarnos con el dinero paralizado recibiendo el rendimiento de los tí­tulos norteamericanos, si construimos fábricas, invertimos en ciencia y tecnologí­a, construimos universidades, invertimos en la producción de alimentos, de aquí­ a 20 ó 30 años Arabia Saudita y Brasil serán infinitamente mejores de lo que son hoy», aseguró el mandatario brasileño, de acuerdo con la Agencia Brasil.Brasil esta pendiente de proyectos de infraestructura y construcción civil en el golfo Pérsico, que pueden mover hasta dos billones de dólares, de los cuales entre 500 y 600 mil millones serí­an en Arabia Saudita, incluyendo la edificación de seis ciudades enteras para funcionar como polos de desarrollo.Brasil se está afirmando como nunca, pero de una manera que es marcadamente diferente de los otros grandes jugadores globales. Durante la última década, Brasil ha surgido como una potencia regional única.Los brasileños también se han convertido en una voz más firme de los mercados emergentes en los asuntos internacionales. Reunieron a los principales paí­ses en ví­as de desarrollo para desafiar los subsidios agrí­colas del mundo rico, formando un grupo al que ahora se conoce como el G5. Aguijoneados por Brasilia, los embajadores de Brasil, China, India y Rusia se reúnen todos los meses en Washington, con la finalidad de coordinar la estrategia polí­tica común de las cuatro naciones, a las que se conoce como BRIC, con frecuencia para contrarrestar las posiciones de Estados Unidos. Impulsando su agenda «sur-sur», el gobierno de Lula ha abierto 35 embajadas desde que asumió el poder en 2003, la mayorí­a en África y el Caribe.Lula duplicó el número de departamentos del Ministerio de Relaciones Exteriores, se embarcó en un itinerario internacional sin pausa, visitando 45 paí­ses y pasando, sólo en 2007, casi uno de cada cinco meses de su mandato en el exterior. Los diarios brasileños le llaman «Aero Lula». El propósito explí­cito de esa intensa diplomacia ha sido robustecer las relaciones con otros paí­ses en ví­as de desarrollo.Al menos, parte de esos esfuerzos surgen de la estrategia no declarada de Brasil de frenar la influencia de Estados Unidos en la región y alejar toda expectativa de que juega un papel de apoderado de Washington mientras intenta controlar a Venezuela.Esta puede ser una polí­tica de riesgo. Pero, las apuestas van a los brasileños. Al no tener un manual que le indique cómo convertirse en potencia global, el Brasil de Lula parece estar escribiendo su propio manual.

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