«Las relaciones chino-estadounidenses son demasiado importantes y, además, no ha sido fácil alcanzar las «relaciones integrales de cooperación activa», razón por la cual deben ser doblemente apreciadas y protegidas por los gobiernos y pueblos de ambos países tanto partiendo de los intereses nacionales de cada uno como considerando el caso desde el ángulo de la paz y el desarrollo de la Humanidad. La gente espera que esta gira del presidente Obama llegue a ser igualmente un concienzudo «viaje de escuchar atento». (DIARIO DEL PUEBLO)
CHINA DAILY.- EEUU debe acetar el hecho previsto de que China sea una potencia militar en el futuro y tratar de desprenderse de su antigua doctrina acerca de que cualquier otro poder militar potencial debe ser sometido con antelación. También debe darse cuenta que la modernización militar de China es inevitable y que los bloqueos, las sanciones o la contención sólo empeorarán aún más las relaciones militares con el país. Por su parte, China debe continuar adhiriéndose a su estrategia militar defensiva y mantener firme su compromiso de que las nuevas capacidades militares del país no se utilizarán para buscar la hegemonía regional y mundial. THE NEW YORK TIMES.- El éxito de China como una superpotencia moderna no está garantizado. La escasez de empleo y el descontento de los trabajadores plantean un enorme desafío, como los movimientos separatistas lo hacen en el Tíbet y Xinjiang. Obama tiene que encontrar una manera de recordar sutilmente a sus anfitriones esas vulnerabilidades, y el hecho de que serán mejor tratados siguiendo una política de mayor apertura y no de más represión China. Diario del Pueblo Buenos presagios para las relaciones chino-estadounidenses En el curso de los 31 años desde el establecimiento de relaciones chino-estadounidenses, el presidente Obama ha establecido dos récord: En primer lugar, las relaciones chino-estadounidenses han alcanzado por primera vez una transición estable en período de cambio de presidente en los Estados Unidos. En segundo lugar, Obama visita a China en el primer año de su mandato, lo que es algo sin precedentes. Estos deben de ser buenos presagios que predicen que las relaciones chino-estadounidenses entrarán probablemente en un nuevo período. Las relaciones chino-estadounidenses son realmente demasiado importantes, tan importantes que ciertos eruditos estadounidenses formularon la idea irrealista de cambiar el “G-8” por el “G-2” y también el concepto de “Chimerica”. Tanto el ex presidente Bush como el actual presiente Obama han expresado: Las relaciones chino-estadounidenses son las más importantes relaciones bilaterales en el mundo. La importancia de las relaciones chino-estadounidenses se origina principalmente en dos puntos: En primer lugar, los estrechos vínculos entre ambos países en los terrenos económico, comercial y financiero ya han llegado al grado de “tú tienes algo de mí y yo, algo de ti”, son parecidos a hermanos siameses, de modo que si cualquiera de las partes piensa hacer un corte, no tiene remedio para no dañarse a sí misma. Esto se debe a que Estados Unidos es el más grande país desarrollado y China, el más grande país en vías de desarrollo, de manera que es demasiado fuerte la intercomplementariedad de los dos países en los distintos terrenos. Por ejemplo, la General Motors, que ha quedado en un estado peligroso, sólo obtiene ganancias en la magnífica tierra de China; otro ejemplo es la Corporación Boeing, ¿acaso podría soportar el precio de perder el mercado chino? Los grupos de desempleados y las capas sociales pobres de Estados Unidos, si no tuvieran las mercancías chinas de buena calidad y precios bajos, ¿cómo pasarían este “invierno riguroso”? Por su parte, los chinos tampoco podemos desprendernos ahora de Microsoft, Intel y otros productos estadounidenses de alta y nueva tecnología. A juzgar por el terreno financiero, si China vendiera en gran cantidad bonos de Estados Unidos, la economía estadounidense probablemente quedaría inmediatamente en quiebra y, entre tanto, para la propia China, los logros no recompensarían las pérdidas. Hablando por la seguridad global, la desnuclearización de la Península Coreana no puede desprenderse de una China que promueve la paz y el diálogo; y en la formación de la configuración de seguridad en Asia Noroiental o de la Comunidad de Asia Oriental, China será un participante indispensable. Ni la lucha antiterrorista, los esfuerzos por prevenir la proliferación nuclear ni el combate contra los piratas pueden desprenderse de la colaboración de China, ni mucho menos para enfrentar los desafíos globales como el calentamiento climático, la conservación ambiental, la seguridad energética y la prevención y control de las enfermedades. Por esto, tanto para el rescate de la economía global y la superación de la crisis financiera como para garantizar la paz y seguridad mundiales, se necesita que China y Estados Unidos lleven a cabo una efectiva cooperación constructiva. No hace falta negar el hecho de que entre China y EEUU también existan efectivamente no pocas contradicciones y diferencias, por ejemplo, los problemas de la venta de armas a Taiwán, de la “independencia del Tíbet” y de la “independencia de Xinjiang”. Todos ellos atañen a los intereses esenciales de China, pero Estados Unidos provoca problemas con frecuencia en estos terrenos. Por ejemplo, fue muy inapropiado el tratamiento estadounidense de los elementos de “Turkestán Oriental” en Guantánamo: “Turkestán Oriental” es una organización terrorista confirmada por las Naciones Unidas y los Estados Unidos, pero el gobierno estadounidense liberó los lobos de la jaula so pretexto de que “no constituyen ninguna amenaza para EEUU”. ¿Acaso la definición de “terrorista” sólo se hace bajo el estándar de si constituye amenaza para Estados Unidos? Hablando sin concesiones, si ellos no constituyen ninguna amenaza para Estados Unidos, ¿por qué tanto el Congreso como el público de Estados Unidos rechazaron categóricamente su colocación en territorio estadounidense? Al ser consultado por la prensa antes de su viaje, Obama expresó su esperanza de que China llegue a ser una potencia “responsable”. En realidad, también esperamos que Estados Unidos llegue a ser una potencia “responsable”. Sin hablar de los dolores causados a los pueblos de ambos países y al mundo por el temerario lanzamiento estadounidense de la Guerra de Irak, ni exigir la responsabilidad a Wall Street por el maremoto económico y financiero global provocado por su irresponsabilidad, vamos a hablar sólo de las actuales diputas comerciales chino-estadounidenses: Sea el “caso de salvaguarda especial para las llantas”, la imposición de impuesto a las tuberías de pozos petroleros, sea la investigación anti-dumping sobre papel de impresión y fosfato, todas estas acciones sacrifican la situación general de las relaciones entre ambos países, en beneficio de grupos minoritarios de intereses de los Estados Unidos. Las relaciones chino-estadounidenses son demasiado importantes y, además, no ha sido fácil alcanzar las “relaciones integrales de cooperación activa”, razón por la cual deben ser doblemente apreciadas y protegidas por los gobiernos y pueblos de ambos países tanto partiendo de los intereses nacionales de cada uno como considerando el caso desde el ángulo de la paz y el desarrollo de la Humanidad. La gente espera que esta gira del presidente Obama llegue a ser igualmente un concienzudo “viaje de escuchar atento”. DIARIO DEL PUEBLO. 16-11-2009 China. China Daily Falta una comunicación clara La visita de Estado del Presidente de EEUU Barack Obama a China, que comenzó ayer, desempeñará un papel positivo en impulsar hacia adelante el desarrollo integral de las relaciones bilaterales. Las relaciones chino-estadounidenses se han mantenido en general estables en los últimos años con una cooperación fructífera en una amplia gama de cuestiones. Sin embargo, las relaciones bilaterales han sido desiguales, con importantes avances logrados en el ámbito político y económico, mientras que aún queda mucho por hacer en materia de seguridad y en el frente militar. Para ambos países, los vínculos militares sirven como el indicador más sensible para medir el estado de las relaciones. Durante las últimas tres décadas desde que se establecieron relaciones diplomáticas en 1979, las relaciones militares entre China y los Estados Unidos han sido particularmente frágiles, combinando períodos de acercamiento y enfriamiento en los contactos e intercambios, además del período de la Guerra Fría, durante el cual fueron impulsadas más por la amenaza militar común de la antigua Unión Soviética. La cuestión de Taiwán ha planeado permanentemente sobre ellas, aunque se ha logrado evitar una confrontación militar directa. Una interacción benigna entre los dos países en el ámbito militar contribuiría mucho a una relación bilateral sin altibajos y con visión de futuro. La modernización militar de China ha corrido en paralelo con su acelerado desarrollo económico en las últimas décadas, lo que ha causado preocupación en el seno de la única superpotencia mundial. Cómo Washington considere la campaña de modernización militar de Beijing y qué estrategia va a adoptar ante la emergente nación tendrá una incidencia fundamental en las relaciones bilaterales. Al mismo tiempo, la forma en que China haga uso de su influencia siempre creciente y el fortalecimiento de su fuerza militar también dependerá del impacto de la estrategia y la política que el resto del mundo, los EEUU en particular, adopten hacia ella. EEUU debe aceptar el hecho previsto de que China sea una potencia militar en el futuro y tratar de desprenderse de su antigua doctrina acerca de que cualquier otro poder militar potencial debe ser sometido con antelación. También debe darse cuenta que la modernización militar de China es inevitable y que los bloqueos, las sanciones o la contención sólo empeorarán aún más las relaciones militares con el país. Por su parte, China debe continuar adhiriéndose a su estrategia militar defensiva y mantener firme su compromiso de que las nuevas capacidades militares del país no se utilizarán para buscar la hegemonía regional y mundial. Como el poder militar de China crece, y sobre todo sus fuerzas navales y aéreas amplían su gama de operaciones, es de esperar que aumenten las misiones y las actividades militares chinas y estadounidenses en mar abierto y en el espacio aéreo. En vista de ello, los dos países deben acatar estrictamente los reglamentos internacionales marítimos y aéreos y tratar de evitar peligrosos movimientos militares que pudieran provocar accidentes. Por el momento, EEUU debe detener en primer lugar la frecuente vigilancia de corta distancia de las zonas costeras de China por sus buques de guerra y aviones militares, una potencial fuente de accidentes militares. Según la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, los buques extranjeros y los aviones militares pueden ejercer el derecho de paso inocente a través de zonas de exclusividad económica de otro país, pero deben estar bajo el cumplimiento de los intereses y las leyes del país. En tiempos de paz, las actividades de vigilancia de buques militares y aviones de un país dirigidos contra otro país de ninguna manera pueden ser interpretados como un gesto de buena voluntad. El mantenimiento de líneas claras de comunicación y la mejora de la comprensión mutua y la confianza ayudará a prevenir accidentes. China y EEUU han promovido docenas de veces el diálogo, en temas que van desde una línea telefónica directa entre los dos jefes de Estado a los mecanismos de consulta entre los organismos administrativos. Los dos departamentos de defensa también han establecido una línea telefónica, junto con consultas sobre asuntos de defensa regular e irregular y seguridad marítima. El establecimiento de mecanismos de diálogo regular en tiempos de paz, aunque muy importante, no puede sustituir a un mecanismo de comunicación en un momento de crisis. Como dos poderes influyentes que comparten grandes responsabilidades en la paz y la estabilidad regional y mundial, China y EEUU deben reconocer la importancia de poner en marcha un tipo de mecanismo de comunicación clara en todo momento. Los dos países también deben aumentar la transparencia militar mutua. En los últimos años, liderado por los países occidentales, no se ha dejado de presionar para el aumento de la transparencia militar de China. En los últimos años, Beijing ha hecho grandes progresos en una respuesta positiva a la demanda de Washington de que China debería aumentar la transparencia en sus planes militares concretos y las intenciones estratégicas, a pesar de que tales demandas carecen de peso moral. Por ejemplo, China ha publicado regularmente el Libro Blanco sobre la Defensa Nacional y abrió sus nuevas instalaciones militares para el personal militar extranjero. Las intenciones estratégicas defensivas de China han sido transparentes, dado que ha sido el primer país en anunciar que no utilizará nunca el primero las armas nucleares y no usará ni amenazará con usar armas nucleares contra un país libre de armas nucleares. El país ha estado siempre comprometido con un camino de desarrollo pacífico y no seguir una trayectoria expansiva, como las grandes potencias han hecho históricamente. El país ha reafirmado una y otra vez que no seguiría la hegemonía, incluso si se vuelve más poderoso. CHINA DAILY. 16-11-2009 EEUU. The New York Times El presidente Obama en China Desde que Richard Nixon abrió la puerta en 1972, todos los presidentes se han enfrentado a un ejercicio de equilibrio con China. Para el presidente Obama, que llegó a China el domingo, el desafío es aún más difícil y más urgente. Necesita ayuda de Beijing en una serie de problemas muy difíciles y de enorme importancia , incluyendo la estabilización del sistema financiero global, frenar el calentamiento global, sacar del camino del armamento nuclear a Corea del Norte, y la garantía de que Irán no llegará a construirla. Para ello se necesita no sólo alentar a China a desempeñar un papel internacional más fuerte, sino también reducir algunos de sus más oscuros instintos, incluido el maltrato de sus propios ciudadanos, abandonar sus cálidas relaciones con países como Sudán y su tendencia a intimidar a sus vecinos. Obama ya ha reconocido la creciente influencia de China (y de otras economías de rápido crecimiento), cuando hizo del G-20, en lugar del G-8, el foro principal para las cuestiones económicas mundiales. Esperamos que dará sus frutos en un comportamiento más responsable por parte de Pekín. Aún en la búsqueda de un terreno común, Obama tiene mucho trabajo que hacer. Mientras que los dos países han promulgado medidas enormes de estímulo, las tensiones siguen siendo profundas por la política de tipos de cambio de China. Por el lado de la seguridad, China se unió a Estados Unidos y otras potencias nucleares en la imposición de duras sanciones relacionadas con Corea del Norte. Pero todavía es el principal benefactor económico de Pyongyang y ha demostrado su voluntad de aprovechar las lagunas de las resoluciones. Beijing también ha demostrado preocupación sobre el programa nuclear de Irán. Pero parece más preocupado por su propia necesidad voraz de energía, y la capacidad de Irán para cumplir con ella. Obama tendrá que trabajar más duro para convencer a China de los peligros que esto encierra, y de la necesidad de duras sanciones de Naciones Unidas para detener los apetitos nucleares de Teherán y Pyongyang. China tiene una larga tradición de estrechos lazos con Pakistán. Esperamos que el Sr. Obama inste al presidente de China, Hu Jintao, a proporcionar más asistencia económica a Islamabad y presionar a sus dirigentes para mantener la lucha contra la insurgencia talibán. Si bien las relaciones China-Taiwan están mejorando, Obama aún debe presionar a Pekín para eliminar cientos de misiles que tiene dirigidos contra la isla. Algunos activistas están preocupados de que la administración Obama ha sido demasiado débil en su crítica de los derechos humanos en China. Obama pospuso una reunión con el Dalai Lama hasta después de esta reunión cumbre. Pero tratar de abordar el asunto con un enfoque menos antagónico, por un tiempo, es razonable. El éxito de China como una superpotencia moderna no está garantizada. La escasez de empleo y el descontento de los trabajadores plantean un enorme desafío, como los movimientos separatistas lo hacen en el Tíbet y Xinjiang. Obama tiene que encontrar una manera de recordar sutilmente a sus anfitriones esas vulnerabilidades, y el hecho de que serán mejor tratados siguiendo una política de mayor apertura y no de más represión. Una China que respete a su propio pueblo y a sus vecinos, sería más estable y económicamente más fuerte, tendría mayor influencia internacional y sería un socio de Estados Unidos mucho mejor. De Beijing a Copenhague Lo que todos llevábamos sospechando desde hace semanas ya se ha hecho más o menos oficial por el Presidente Obama y otros líderes mundiales: ningún nuevo tratado climático jurídicamente vinculante surgirá en los debates en Copenhague el próximo mes. Las diferencias que persisten entre los países industrializados y en desarrollo sobre quién debe asumir la carga de detener el calentamiento global significa que, en el mejor de los casos, Copenhague será sólo un peldaño. Esto no hace que las conversaciones entre el presidente Obama y el Presidente Hu Jintao de China sean menos importante. Incluso un acuerdo provisional será imposible sin la participación entusiasta de los dos países, que juntos representan el 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero (…) Durante años, Washington y Beijing han eludido sus responsabilidades al hacer demandas poco razonables a la otra parte. China ha insistido en que Estados Unidos reduzca sus emisiones en un 40% en no más de 10 años, lo que es política y tecnológicamente poco realista. Muchos legisladores estadounidenses insisten en que China se comprometa a límites de emisión vinculantes ahora, pero China (…) lo ve como una violación de su libertad para manejar su propia economía. Al mismo tiempo, ambas naciones son conscientes de las consecuencias potencialmente desastrosas del cambio climático sin control, y ambos han tomado medidas para domesticar sus emisiones, medidas que podrían sentar las bases para una relación más positiva. China ha adoptado normas de economía de combustible y códigos estrictos de eficiencia para los edificios nuevos. Deseoso de ganar la carrera mundial para empleos verdes, ha incrementado la inversión en paneles solares, turbinas eólicas, de tránsito rápido a los coches eléctricos e híbridos. Y mientras que el carbón todavía proporciona el 70% de su energía, está construyendo menos centrales de carbón y las que está construyendo son más limpias. Por su parte, Obama ha aceptado el reto climático de una manera que su predecesor no hizo. Ha aprobado nuevas normas sobre los gases de efecto invernadero de los vehículos, propone controles de regulación de las emisiones de las centrales eléctricas y ha incluido 80 mil millones de dólares en su plan de estímulo para una mayor eficiencia energética y el desarrollo de tecnologías limpias (…) Las perspectivas para la colaboración en materia de energía limpia son prometedoras. Una empresa norteamericana pronto va a construir una compañía de electricidad de energía solar en China, y China se ha comprometido a ayudar a construir un parque eólico en Texas. Pero lo más importante que los dos países puede hacer es unirse en el movimiento en llevar un nuevo acuerdo climático hacia adelante. THE NEW YORK TIMES. 16-11-2009