China desbancará a EEUU en 5 años

«Goldman Sachs calcula que China se convertirá en la primera potencia en datos absolutos en 2027. Pero no se trata solo de China, sino de un cambio en las placas tectónicas sobre las que se asienta la economí­a global. India supera a Japón como tercera economí­a y Brasil a Reino Unido por la octava plaza ya en 2011, según los datos del FMI. Y por cierto: España habrá perdido tres plazas a favor de Corea del Sur, Canadá e Indonesia»

Un cambio en la cabeza de la economía mundial es un evento raro que suele venir acomañado de enormes shocks. EE UU desbancó a Reino Unido hace un siglo, y ese avance estuvo vinculado a conflictos y a varias sacudidas económicas. Esta vez no es diferente: la crisis que dio comienzo en 2007 -"causada por blancos de profundos ojos azules", según el expresidente brasileño Lula da Silva- ha dejado heridas en el sistema financiero y en el sector inmobiliario norteamericano. Ha golpeado con dureza a EE UU y a Occidente en su conjunto. Pero es una crisis de opulencia: apenas ha pasado factura en el mundo emergente. (EL PAÍS) EL MUNDO.- Sería demasiado simplista despachar las manifestaciones de Aznar en la Universidad de Columbia sin ahondar en ellas. De hecho, su contradicción no es mayor que la de la comunidad internacional, incapaz de saber qué hacer con Libia -y en general, con los países árabes- casi un mes después de haber ido a la guerra. La sensación dominante es la de que hay que echar a Gadafi, pero sin saber bien cómo ni cuándo, mientras la situación en el país se descompone y se acrecienta la sensación de que camina hacia la balcanización. Obama, Cameron y Sarkozy firmaron un artículo el viernes a favor de sacarle del poder, conscientes de que ese propósito excede el mandato de la ONU. ¿Quién se contradice más? LA VANGUARDIA.- Los farmacéuticos ya no pueden más y deciden suscribir una póliza de crédito por valor de 80 millones de euros con el Banco de Valencia a la espera de que la Generalitat pague el suministro que les adeuda. Y acuerdan hacerlo público, lo cual no es poco en una Valencia en la que el poder regional es hegemónico en el sentido más español del italiano concepto. En el sentido más asfixiante y eficaz del término. En Valencia, el príncipe hace tiempo que aplaza el pago de las facturas, razón por la cual la hegemonía levantina comienza a perder esmalte, aunque no lo parezca Economía. El País China desbancará a EEUU en 5 años Claudi Pérez El polvo ha ido cubriéndolo todo. La devastación urbana de EE UU tiene una particularidad: una vez vista, es imposible de olvidar. Detroit, capital de la industria del automóvil y paradigma de esa decadencia, tiene hoy menos habitantes que en 1910, barrios enteros semivacíos, edificios desocupados, un paisaje descorazonador. Washington conserva un enorme encanto y sin embargo en las afueras -barriadas de nombres sonoros, Hyattsville, Lanham, Riverdale- no es difícil encontrar esas casas llenas de polvo, con el moho avanzando de forma imparable en su interior, con ese grado de abandono que hace inútil el cartel que anuncia que algo extraño está pasando incluso aquí, en la capital de la primera potencia económica del mundo: desahucio. A 15 kilómetros de esa casa, la flamante sede del FMI alberga una montaña de cifras en las que puede seguirse el rastro que han dejado esas cicatrices inmobiliarias de Riverdale y Detroit en la economía estadounidense, y también la otra cara de la moneda, el negativo de esa historia, que discurre al otro lado del mundo. El informe de Perspectivas Económicas del FMI constata que China va a adelantar a EE UU. La novedad está en el cuándo: el PIB chino en paridad de poder adquisitivo -un ajuste estadístico que permite comparar las cifras teniendo en cuenta lo que puede comprarse con el mismo billete de dólar en un país y en el otro- será el primero del mundo antes de lo que nadie pensaba, en 2016. China ya superó a Japón en paridad de poder de compra hace años, aunque tuvo que esperar a 2010 para que el volumen total de su economía -sin ese ardid estadístico, en dólares contantes y sonantes- fuera el segundo del mundo. Algo parecido sucederá con EE UU: Goldman Sachs calcula que China se convertirá en la primera potencia en datos absolutos en 2027. Pero no se trata solo de China, sino de un cambio en las placas tectónicas sobre las que se asienta la economía global. India supera a Japón como tercera economía y Brasil a Reino Unido por la octava plaza ya en 2011, según los datos del FMI. Y por cierto: el año que China llega al primer puesto, España habrá perdido tres plazas a favor de Corea del Sur, Canadá e Indonesia, siempre en paridad de poder de compra. "Se trata de vaticinios. Pueden fallar. Pero las tendencias son muy claras", apunta el historiador económico Kevin O’Rourke. Un cambio en la cabeza de la economía mundial es un evento raro que suele venir acompañado de enormes shocks. EE UU desbancó a Reino Unido hace un siglo, y ese avance estuvo vinculado a conflictos y a varias sacudidas económicas, antes del sorpasso (1873, en una crisis financiera con un extraño parecido con la actual) y después (1929 y la Gran Depresión). Esta vez no es diferente: la crisis que dio comienzo en 2007 -"causada por blancos de profundos ojos azules", según el expresidente brasileño Lula da Silva- ha dejado heridas en el sistema financiero y en el sector inmobiliario norteamericano. Ha golpeado con dureza a EE UU y a Occidente en su conjunto. Pero es una crisis de opulencia: apenas ha pasado factura en el mundo emergente, que no participó en los excesos previos a la Gran Recesión. En el peor año, 2009, el PIB estadounidense cayó el 2,5%; China creció el 8,7%. Aunque la pujanza china viene de antaño: en las tres últimas décadas EE UU ha crecido una media del 2,8%; China, del 10%. La economía global ha llegado a algo parecido a un punto de inflexión. "Por primera vez en la historia un país relativamente pobre y que no deja flotar su moneda será la primera potencia. Eso deja incertidumbres sobre la estabilidad económica mundial: China tiene un enorme músculo financiero, pero no está claro si va a tomar las riendas o seguirá con una agenda aún muy nacional. Tampoco está claro si abandonará ese enfoque mercantilista, con el énfasis en las exportaciones. Ni si variará la naturaleza de su sistema político. Todo eso sugiere que el modelo actual de globalización va a experimentar grandes cambios", cuenta a este diario el profesor de Harvard Dani Rodrik. Se trata de una simple cuestión de tamaño. 1.300 millones de personas arrojan cifras avasalladoras. Un total de 300 millones de chinos pasarán del campo a la ciudad y requerirán centenares de miles de viviendas y grandes inversiones en infraestructuras. El embajador estadounidense en Pekín, Clark Randt, explicaba en un cable de Wikileaks que el envejecimiento, la sombría división entre ricos y pobres, el paro elevado, las potenciales burbujas inmobiliarias y de activos y la presión de los salarios van a ser algo inevitable, y aun así, China tiene todo el futuro por delante. Y sin embargo la historia es caprichosa. "El final de la hegemonía estadounidense ya se anunció dos veces en el siglo XX", recuerda Tom Mayer, economista jefe del Deutsche Bank. Primero fue Rusia, luego Japón: el fiasco fue total en ambos casos. Tampoco China tiene el panorama despejado. En el país impera una suerte de capitalismo manchesteriano -pésimas condiciones laborales, flujos migratorios a los centros industriales-, mientras que por otro la mano del Estado se hace notar en el trato a las empresas (caso de Google). "Esas peculiaridades dejan montones de preguntas por responder", cuenta Tomás Bailiño, exsubdirector del FMI. Eso en el rincón asiático. En EE UU las cosas son también complejas, pero de vez en cuando el tipo menos pensado desenreda la madeja económica. Un vecino de Riverdale se acerca al periodista y explica la historia del polvo acumulado en una casa desahuciada del arrabal: "El negocio de la familia empezó a ir de mal en peor y la hipoteca comenzó a subir. El sueño americano, pero al revés". EL PAÍS. 16-4-2011 Editorial. El Mundo La contradicción de Aznar, reflejo de las de Occidente LAS CRÍTICAS de Aznar a la comunidad internacional por la intervención militar en Libia resultan sorprendentes. El principal argumento del ex presidente para oponerse a los ataques es que Gadafi es «amigo» de Occidente, como lo eran también Mubarak y Ben Alí. Por ello ha lamentado que las democracias les hayan dejado caer en Egipto y en Túnez, respectivamente. Aznar, que siempre se ha mostrado como un hombre de firmes convicciones, parece anteponer por una vez el cálculo político y la conveniencia a los principios. Cuando Aznar apoyó la Guerra de Irak lo hizo invocando -además de las supuestas armas de destrucción masiva- la lucha por la libertad y la idea de que había que evitar que Sadam Husein masacrara a su pueblo. Son razones muy similares las que han llevado a la ONU -sin un solo voto en contra- a aprobar la intervención en Libia. Pero quizás lo más chocante es que aún no hace ni dos semanas que el ex presidente del Gobierno defendió en Veo7 la operación internacional contra el régimen de Gadafi. Él mismo estableció entonces la similitud entre el sufrimiento del pueblo libio y el del iraquí, que sirvió en su día para justificar la intervención. «Yo pienso que todas las guerras son horribles, pero algunas son inevitables para evitar un mal mayor», adujo. Tras el revuelo que ha seguido a sus manifestaciones, la Fundación Faes remitió ayer una «nota aclaratoria» para recordar que Aznar ha dado muestras sobradas de su apoyo a «las sociedades abiertas, la democracia y la libertad». Sería demasiado simplista despachar sus manifestaciones en la Universidad de Columbia sin ahondar en ellas. De hecho, su contradicción no es mayor que la de la comunidad internacional, incapaz de saber qué hacer con Libia -y en general, con los países árabes- casi un mes después de haber ido a la guerra. La sensación dominante es la de que hay que echar a Gadafi, pero sin saber bien cómo ni cuándo, mientras la situación en el país se descompone y se acrecienta la sensación de que camina hacia la balcanización. Obama, Cameron y Sarkozy firmaron un artículo el viernes a favor de sacarle del poder, conscientes de que ese propósito excede el mandato de la ONU. ¿Quién se contradice más? Aznar ha denunciado también el auxilio prestado a los difusos opositores libios mientras se hacía oídos sordos a los de Siria o Irán. En el fondo subyace la incoherencia de esa realpolitik en las relaciones internacionales que lleva a que Gadafi golpee a sus enemigos con las bombas de racimo que le vendió la pacifista España que ahora participa del dispositivo para impedirle que las use. EL MUNDO. 17-4-2011 Opinión. La Vanguardia La irreverencia Enric Juliana Los farmacéuticos ya no pueden más y deciden suscribir una póliza de crédito por valor de 80 millones de euros con el Banco de Valencia a la espera de que la Generalitat pague el suministro que les adeuda. Y acuerdan hacerlo público, lo cual no es poco en una Valencia en la que el poder regional es hegemónico en el sentido más español del italiano concepto. En el sentido más asfixiante y eficaz del término. El teórico de la hegemonía fue el levantino Antonio Gramsci, un joven estudiante de la isla de Cerdeña que despuntó por su inteligencia en el Turín de las escuelas salesianas de Don Bosco y de las primeras huelgas de la Fiat. 1920. Damnificado por un accidente que le impidió crecer como los demás chicos, Gramsci lo leyó todo. Trenzando la gaceta renana de Karl Marx con El príncipe de Maquiavelo y la pasión de Benedetto Croce por la filosofía de la historia, un día llegó a la conclusión de que hegemónico es aquel sistema de poder que el pueblo acaba identificando con el interés general. La parte que consigue hablar en nombre de todos. El más completo príncipe maquiavélico: temido, comprendido y amado. El Gobierno benefactor que libera plusvalías inmobiliarias o devuelve 400 euros a escote en la declaración de la renta. En Valencia, el príncipe hace tiempo que aplaza el pago de las facturas, razón por la cual la hegemonía levantina comienza a perder esmalte, aunque no lo parezca. Los farmacéuticos levantaron la voz el martes, y el jueves la Generalitat ordenaba un pago urgente. La semana anterior, la Plataforma de Proveedores de la Sanidad Pública Valenciana había rechazado que sus facturas fuesen vendidas a una entidad de crédito supuestamente interesada en tan singular adquisición. No se fían. No se fían, entre otras razones, porque del sistema financiero regional sólo queda en pie la caja de ahorros de Ontinyent. La CAM alicantina va camino del desguace y Bancaja ya está bajo los madrileños dominios de Rodrigo Rato, hacia donde también se dirige el veterano Banco de Valencia, gloria de don Ignasi Villalonga, fundador de la Unió Valencianista Regional y eficaz regente de la Generalitat catalana tras la suspensión de 1935. Valencia se ha quedado sin cajas: demasiados ladrillos, demasiadas hipotecas, demasiados favores a los amigos, más de una, de dos y de tres operaciones inconfesables, y un poder político que no ha estado a la altura. Retengan ese dato de la España del café para todos. Hay señales de descontento en la tierra que hace tres años aún deslumbraba a todos con su brrrmmmmmmm! vigoroso, inmobiliario y desenfadado. Valencia era la ciudad menos melancólica de España. El programa de Vicente Blasco Ibáñez –una Gran Valencia con vocación de Nueva Atenas– parecía realizarse por la vertiente dineraria, urbana y sensual. Esplendor y franquicias. Copa América y circuitos de carreras. Calatrava, Calatrava y más Calatrava. Turismo. Un puerto de primera en El Grao y esos brindis delirantes en las bodas menestrales: ¡Vivan los novios y viva el PAI! (PAI: plan urbanístico de actuación integrada). Primera visita de Benedicto XVI a España (julio del 2006), magníficas ofrendas a la Geperudeta y unos prostíbulos únicos en Europa, con escaleras mecanizadas para los minusválidos (léanlo en el libro España ante sus fantasmas, gran crónica del corresponsal británico Gilles Tremlett). La unidad dialéctica del vicio y la virtud. La tradición, por tanto. El instinto. La exportación. La manufactura sumergida. El tú no me controlas en exceso y yo miro hacia otra parte. La inventiva. La ley a tu medida. Italia en España. El caciquismo de las diputaciones. El cantonalismo de Alicante. La perenne inquietud ante el mundo que cambia y no avisa. El miedo a “ser menos”. El rechazo visceral a la prepotencia de los catalanes. Las ganas de trabajar y la ausencia de subsidios. El agua. La ruta del bakalao y la apoteosis de la especulación. Y ahora, cuando el esmalte empalidece, un malestar difuso que el PSOE será incapaz de interceptar, porque el Partit Socialista del País Valencià –arruinado por sus propios dirigentes– no ganará hasta dentro de unos doscientos o trescientos años. Hay malestar y hace unas semanas fue la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) la que se encaró con el príncipe que aplaza las facturas. Presidida por el naviero Vicente Boluda, ex presidente del Real Madrid y hoy al frente de la reivindicación del corredor mediterráneo, la asociación AVE exige a populares y socialistas un claro compromiso en favor de la austeridad y el recorte del gasto público. Por primera vez hay signos de tensión entre un poder regional que llegó a creerse omnímodo y un empresariado menos dócil de lo que pueda parecer. A una prudente distancia, Juan Roig, el dueño de la pujante Mercadona. El único dirigente empresarial que en el sanedrín de la Moncloa le ha dicho a José Luis Rodríguez Zapatero que la crisis va para largo y que, de no mediar un milagro, la buena noticia del 2011 consistirá en que el 2012 aún puede ser peor. Un realista. Un vendedor que conoce el humor del pueblo y las tribulaciones del entresuelo primera. Un valencianista con amigos en Catalunya. El homenot del que toda Valencia habla con admiración y respeto. Sin Roig, la falla ya se habría venido abajo. Valencia es hoy una alfombra. Una alfombra con los bajos a tope. Una alfombra que tapiza el ring sobre el que populares y socialistas se arrean sin descanso a propósito del denominado caso Gürtel, la más profunda endoscopia jamás realizada en el aparato digestivo de la derecha española. Gürtel, palabra de seis letras que cabe perfectamente en cualquier titular (correa en alemán), es hoy sinónimo de valenciano con desparpajo y sin manías. Mangoneo y porte de maniquí. Es interesante la fenomenología del escándalo. La caja de los truenos la abrió el madrileño José Luis Peña, un concejal del Partido Popular en Majadahonda que prefirió hablar antes de verse envuelto en una vorágine que le inquietaba. Un hombre valiente. Una denuncia en los juzgados y Baltasar Garzón al mando de las escuchas telefónicas. Pero en España no todos los tubos digestivos son iguales. La sonda endoscópica avanzó con mayor facilidad en busca de los tumores valencianos que entre los blindajes de Madrid. Centro y periferia; siempre el centro y la periferia. Ágil como una pantera, Esperanza Aguirre vio venir el golpe, cortó una cabeza (el consejero de Deportes, Alberto López Viejo) y desvió la sonda hacia Levante, donde las grabaciones telefónicas ofrecerían un material muy jugoso. Amiguitos del alma y trajes bien entallados. Francisco Camps, un abogado de Valencia que un día llegó a imaginar que la presidencia del Gobierno español estaba a su alcance, no advirtió lo que se le venía encima. Y es posible que aún no lo haya visto. Hombre de creencias religiosas, sin llegar a los extremos de beatería que algunos le atribuyen, Camps no ha soportado desde el primer día el mal trago que su hijo está pasando en el colegio. Hasta sus más acérrimos enemigos ponen en duda que haya metido la mano en la caja. Lo niega todo desde una defensa primaria. Y negarlo todo no siempre es la mejor táctica política y procesal. Le han hecho un traje a medida: hoy, Gürtel es Camps y su hablar relamido, impertinente y ajeno a las reglas básicas del disimulo. Le aconsejan círculos católicos que han conseguido importantes cotas de influencia en la Comunidad Valenciana, una vez desmontada la red de poder que tejió Eduardo Zaplana. Francisco Camps, conservador católico de provincias que no estaba en política para forrarse y que un día creyó que iba camino de la Moncloa, desafía ahora a Mariano Rajoy en un desesperado intento de salvación. No quiere ser la víctima propiciatoria de una fiesta que no organizó. Quizá la consintió, pero no la organizó. Camps, recordémoslo, fue el valedor de Rajoy en el decisivo congreso de Valencia del Partido Popular. Junio del 2008, con las elecciones generales aún calientes. Un cónclave en el que fracasó la maniobra sindicada por José María Aznar, Esperanza Aguirre, el diario El Mundo y la cadena Cope, para echar al de Pontevedra. Camps fue el sostén de Rajoy. Camps quiso convertirse en la figura emergente del centroderecha. Y en Madrid no se lo han perdonado. Hay que incorporar ese ángulo de visión para acabar de entender lo que está significando el caso Gürtel. Es el último alarde pirotécnico del juez Baltasar Garzón (ahora procesado por ordenar escuchas a los abogados de la defensa); es el deseo del PSOE de destripar el lado más oscuro de la derecha; es un golferío con bigotes que media España ha decidido endosar al característico desenfado de los valencianos, y es un hombre (Camps) entre dos fuegos que volverá a ganar por mayoría absoluta y que muy posiblemente será llamado pronto a juicio. Es el feo problema que Rajoy va aplazando, para tener la última palabra en el momento más adecuado para su estrategia electoral. Es una de las historias más sórdidas de la España en crisis. En el ínterin, la sociedad valenciana se ha quedado sin cajas de ahorros. Un día habrá que escribir sobre el tratado de Yalta que Zapatero y Rajoy firmaron hace un año, justo una semana antes de que el Directorio Europeo impusiese su ley. Cogieron un mapa de España y dibujaron dos líneas. La primera bajaba desde Asturias en busca del mar a la altura de Alicante, pasando por Extremadura y Castilla- La Mancha. Esa sería la caja-banco del PSOE. La segunda línea unía Valencia, Madrid y Galicia. Ese sería el emporio transversal del PP y Rodrigo Rato. Un conglomerado financiero, radicado en Madrid, capaz de superar a La Caixa catalana. Mapas, mapas, mapas. Esa fue la Yalta de Zapatero y Rajoy. Luego todo se complicó. Los gallegos se rebelaron y el Directorio Europeo endureció la exigencia de garantías. Yalta será redibujada ahora por China y sus banqueros. Mapas. mapas y mapas: Valencia, eslabón débil. Un orden se ha roto el interior del creativo desorden valenciano. El relato se deshilacha en la Italia de España. El blasquismo entra en fase de caricatura. La asfixiante hegemonía pierde gas. Hay atisbos de reacción. Una nueva generación de dirigentes empresariales, con menos vínculos y dependencias con la Generalitat, está tomando la palabra. Juan Roig controla la retaguardia y el corredor mediterráneo triunfa como metáfora de un nuevo tiempo sin maná urbanístico. El deshielo con Barcelona es sincero los lunes y los miércoles, y meramente simulado o táctico el resto de la semana. El delirio contra TV3 no lo comparte ni alguna gente del PP – en Castellón, especialmente–. Un orden se ha roto en Valencia sin que ello vaya a tener consecuencias políticas inmediatas. Un desfondamiento. Una extrañeza. Cedo el resumen a unas notas tomadas el lunes, en conversación con un empresario agrario y moderadamente regionalista: “Mire, lo que está pasando aquí es una irreverencia”. LA VANGUARDIA. 17-4-2010

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