Cine

Che: Guerrilla

Después de la conquista del poder en Cuba, el verdadero proceso revolucionario y de cambio da comienzo. Sin embargo el «Che», que se encuentra en el momento más álgido del reconocimiento de su liderazgo, abandona la isla. Su idea de la revolución latinoamericana le lleva a Bolivia, donde aparece de incógnito, haciéndose llamar Ramón, y empieza a organizar a un grupo de compañeros cubanos y reclutas bolivianos.

La cinta, secuela de “El Argentino” -que se royectó en el Festival de Cannes como una sola película de cuatro horas y media de duración- mantiene la línea estética cercana al documental que mostraba su predecesora. Un fiel retrato de las gentes, de los paisajes americanos, e incluso de las escenas bélicas, que se nos hacen estremecedoramente reales, muy alejadas de la espectacularidad del belicismo “hollywoodiense”.Sin embargo existe una enorme diferencia entre ambas películas, que justifica su separación. Si “El Argentino” retrataba el triunfo de un movimiento empezado por unos pocos, que acabó siendo apoyado por miles, con un mensaje esperanzador no demasiado lejano al cantar de gesta, “Guerrilla” nos deja una sensación contradictoria. La segunda parte es un relato “otoñal”, la historia de un hombre que es capaz de arriesgarlo todo, incluso después de haber alcanzado el triunfo, para seguir luchando por los más desfavorecidos, por todos aquellos a los que considera su pueblo, y que, como el mismo vaticinaba, da la vida por ello.“Guerrilla” muestra el arrojo y la determinación con la que Guevara luchó, su empeño por difundir los principios de la lucha armada revolucionaria entre los compañeros y organizaciones bolivianas. Pero también es la historia de un fracaso, de un arrebato desmedido que acaba con la vida del “Che”, pero también con la de muchos otros que le seguían en su empeño.Como dice el galardonado Benicio del Toro –cuya interpretación en este capítulo es mejor si cabe que en el primero – “esta historia se ha hecho basándonos en el diario personal del “Che”, y en los testimonios de la gente que vivió los acontecimientos, por lo tanto nada de lo que aquí aparece es mentira”. Esa es desde luego la sensación que consigue transmitir el director Steven Soderbergh, todo se nos antoja duramente real, y los diálogos que expresan la constante lucha ideológica cobran más importancia que los propios disparos.Aunque tampoco podemos esperar que en la película se muestre “toda” la verdad en apenas dos horas. El filme obvia por completo la aventura previa que Guevara vivió en el Congo, y deja en el aire inquietantes preguntas acerca de los motivos que le llevaron a abandonar a los cubanos cuando más lo necesitaban.En cualquier caso se trata de una película altamente recomendable, que hace justicia a un personaje que marcó la historia de Latinoamérica, escrita con su sangre y la de muchos otros. Un fiel retrato que no elude sus errores o los momentos más duros de su existencia, mostrando al hombre justo y decidido, mucho más valioso que esa deidad en la que algunos pretenden convertirlo.

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