SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Chacón: el dedo en la llaga

Casi nadie entiende el momento político por el que pasa Catalunya, esta confusa “transición nacional” en la que se dice que estamos. Tengo la impresión de que Artur Mas es uno de los más interesados en contribuir a esta confusión. Como no sabe qué camino tomar, y las puertas que intenta abrir, como las europeas, se le cierran, ahora está dedicado a rodar una película sobre la historia de Catalunya hacia una futura independencia en escenarios de cartón piedra, como las de romanos en el Hollywood de los cincuenta.

Los errores de Mas han sido muchos y desconcertantes. De un día para otro, del 11 al 12 de septiembre, pasó de proponer un pacto fiscal a pedir la independencia. En lo primero tenía un amplio apoyo y era viable si rebajaba la pretensión de ser un concierto como el vasco. La independencia, ya de entrada, tenía un apoyo mucho menor y, con el paso de los meses, se ha ido reduciendo al conocerse sus dificultades y consecuencias.

Este resbalón fue el inicio de una cadena de fracasos, en realidad a Mas todo le ha salido mal. Convocó elecciones para alcanzar la mayoría absoluta, para lo cual sólo le faltaban seis escaños; pues bien, perdió 12, ahora le faltan 18. Para seguir como presidente ha tenido que aliarse con ERC, justo lo que quería evitar al disolver la Cámara. Este acuerdo con ERC ha implicado que renunciara a muchos de sus principios liberales, que tanto atraían a los empresarios. Así pues, ha perdido el favor no sólo de estos, sino de determinados sectores de CiU. La espectacular bancarrota financiera de la Generalitat no le permite aprobar unos presupuestos sin los cuales no puede acceder al fondo de liquidez del Estado, su único prestamista en el mundo a intereses razonables. Por último, la UE le ha hecho saber, con razones aplastantes, que no era partidaria de la independencia de Catalunya. Todo un récord de fracasos en tan poco tiempo.

Sin embargo, la ilusión que el independentismo ha generado es evidente. Mas y CiU están atados a sus promesas, de las cuales les será difícil desligarse. De otro lado, los medios de comunicación, públicos y privados, han contribuido a ello informando pésimamente de lo que significaba la independencia. Además, influyentes sectores de opinión se han mostrado partidarios de ella con una visión idealizada y nada realista. Una de sus principales imprudencias ha sido dar la imagen de que una gran mayoría de los catalanes son partidarios de la independencia, dato que los sondeos desmienten. No se ha informado objetivamente, se ha opinado desde un descarado partidismo.

A la vista de todo ello, ante la imposibilidad de avanzar en sus planes independentistas sin descalabrarse, Artur Mas y su Govern se están dedicando ahora a montar el atrezo del escenario en el que actúan: un Consell Assessor per a la Transició Nacional, estudios sobre el ejército y la policía catalanas, una red para las relaciones exteriores (el Diplocat) que intenta convencer a los estados extranjeros de que España oprime a Catalunya, ayuntamientos que por su cuenta declaran la independencia y no pagan sus impuestos al Estado, una agencia tributaria catalana o, finalmente, una cumbre de partidos y asociaciones partidarias del inexistente “derecho a decidir”, como la celebrada anteayer, con el fin de aprobar un gran Pacte Nacional pel Dret a Decidir.

En Catalunya cuando se habla de “pactos nacionales” es que no se está hablando de nada, pura fantasmagoría para ir pasando el tiempo y, sobre todo, no perder el apoyo de ERC, a quien debe Mas la presidencia. Yo entiendo a CiU y al president: quieren conservar el poder, como es natural. A quien no entiendo es al PSC acudiendo a una cita como esta. Tras perder la mitad de sus electores en las tres últimas elecciones autonómicas, los socialistas siguen en la misma línea que les ha ocasionado estos desastres electorales. Dan igual Maragall, Montilla o Navarro: su objetivo es no distanciarse de CiU, ser su ala socialdemócrata.

Es ahí donde Carme Chacón, en su carta de anteayer a Pere Navarro, pone el dedo en la llaga. Chacón no está aislada en esa crítica, no es un verso suelto, ha sido la voz de los que callan en público por prudencia, quizás exagerada. En efecto, muchos socialistas piensan lo que dice Chacón: algunos están en la ejecutiva, otros en el consejo nacional, otros son alcaldes y concejales, militantes, votantes y exvotantes. Sólo hay que ver dónde pierde votos el PSC debido a sus confusas posiciones políticas.

Participar en la cumbre del lunes fue un grave error porque esa reunión sólo tenía una finalidad: que CiU no tenga como único aliado a ERC sino que también vaya del brazo del PSC para así poder recuperar su papel de partido central en Catalunya. Con su ingenuidad habitual, los dirigentes socialistas se han prestado a hacerles este favor sin entender que el escenario era puro cartón piedra. Menos mal del aviso de Chacón: a la salida de la reunión, Navarro ya estaba rectificando.

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