Ante las elecciones en CyL

Castilla y León abre un nuevo ciclo electoral

Las elecciones castellanoleoneas del 13 de febrero abren un nuevo ciclo electoral con importantes repercusiones en el escenario político nacional. Unos comicios que pueden provocar importantes cambios en la correlación de fuerzas y en las relaciones de los partidos, tanto en la izquierda como en la derecha.

La apertura de un ciclo electoral, con elecciones en Castilla y León el próximo 13 de febrero y la perspectiva de las elecciones andaluzas en la segunda mitad del año, sin descartar los rumores de adelanto electoral en alguna otra autonomía, va a agitar y tensar la vida política del país -ya lo está haciendo- con cambios entre las fuerzas políticas y sus relaciones.

Este ciclo electoral volverá a evidenciar la disputa entre dos fuerzas enfrentadas: las que representan el avance de un proyecto de saqueo y degradación del país, y la resistencia de un viento popular y patriótico que mantiene una importante influencia.

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En primer lugar se va a determinar bajo qué condiciones llega el gobierno de izquierdas al final de la legislatura.

Pedro Sánchez insiste en que su gobierno agotará la legislatura y no habrá elecciones generales hasta finales de 2023, pero este ciclo va a influir en si se fortalece o debilita el gobierno de coalición y en sus relaciones tanto internas, PSOE-UP, como con sus aliados externos de la investidura.

La cuestión principal que decidirá su futuro es si satisface, aunque sea parcialmente, demandas sociales de la mayoría progresista, o si profundiza una “recuperación” que golpee a las clases populares bajo las imposiciones de la oligarquía, los monopolios y el capital extranjero que pretenden descargar sobre la inmensa mayoría de la población la subida de la inflación y los costes de la crisis.

Desde el FMI, la Comisión Europea, el Banco de España y la gran patronal se pide que los salarios suban por debajo del IPC que terminó el año en el 6,5%, provocando una nueva pérdida de poder adquisitivo que se extiende al conjunto de las clases populares. Los monopolios eléctricos mantienen el atraco impuesto con la brutal subida de la luz. Y desde Europa, mientras se negocian las reformas pendientes, llegan avisos que anuncian una posible subida de los intereses que España tendrá que pagar para devolver la deuda contraída por la pandemia.

En segundo lugar, si se consolida o no como alternativa de los grandes centros de poder nacionales y extranjeros un “gobierno de los recortes sin complejos”, nucleado en torno al PP con el apoyo de Vox. Pablo Casado endurece su discurso y plantea el ciclo electoral como parte de un itinerario “triunfal” en Castilla y León y en Andalucía que le lleve a la Moncloa, arrebatando votos a Vox y tratando de aprovechar el posible naufragio de Ciudadanos. Una apuesta incierta, limitada, entre otras cosas, porque el giro de Arrimadas para volver a centrar a Ciudadanos podría frenar la sangría y por el rechazo social a las consecuencias de un gobierno que debería contar con Vox.

Y tercero. Este año van a dilucidarse cuestiones importantes en el campo de la izquierda, especialmente en las alternativas que se presentan a los electores (entre 4 y 7 millones) a la izquierda del PSOE.

Está por ver cómo y con quién, y sobre todo con qué contenido, se configura el proyecto de Yolanda Díaz. O también qué lugar ocupan en la política nacional nuevas alternativas, como la plataforma de la España vaciada. Y va a estar en disputa bajo qué línea y alternativas se dirige esa mayoría progresista, con amplios sectores que reclaman otra política, que no satisface ni el PSOE ni Unidas Podemos.

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