Cómic

Carlos Giménez, la honestidad en viñetas

La cosa parece que ya va en serio. Considerado por los profesionales del medio y los editores como el mejor dibujante-guionista de cómics de nuestro paí­s, la candidatura impulsada en un principio por un grupo de amigos y profesionales que lo respetan y lo admiran, ha recabado en poco tiempo tantos apoyos que ya es una realidad. Después de haber conseguido la Medalla de Oro de las Artes en 2003, aspira a convertirse en el primer dibujante de tebeos que pueda alzar el Premio Prí­ncipe de Asturias. Aunque su humildad hace que esto no le quite el sueño y considere que «el Prí­ncipe de Asturias no cambiarí­a mi vida ni mi modo de trabajo. Además, no creo que ni yo ni nadie del tebeo vaya a recibir un premio así­.»

Aquella Esaña desprovista de color que sus ojos contemplaron de niño y que sus pinceles trasladaron al papel. Esa crudeza envuelta en ternura con el calado que otorga saber que una obra es “de verdad”. Son algunos de los fluidos que han sido vertidos en el papel, y que han hecho de Carlos Giménez un autor que traspasa continuamente los límites del medio tebeístico, para convertirse en uno de nuestros más representativos estandartes culturales; respetado, admirado y galardonado.Su experiencia personal como uno de los desamparados niños que crecieron en el Auxilio Social de la posguerra, fue convertida en una de las series más asombrosas de nuestro cómic: Paracuellos. El frío, el hambre, el odio acumulado y la violencia, retratados a través de los cristalinos ojos de esos niños que lo contemplan todo como si de un juego de recreo se tratara. Esta saga áspera y autobiográfica catapultó el prestigio de Giménez.Desprende humildad, pero a Giménez lo contempla una trayectoria trufada de méritos. El más importante, haber moldeado un artista a partir de su propia biografía. Porque su infancia no fue fácil: al poco de nacer murió su padre, y cuando su madre enfermó de tuberculosis lo separaron de sus hermanos para internarlo en un colegio de Auxilio Social. Una vida forjada a golpes, cuyo “producto” es el mejor narrador gráfico de la historia del cómic español.Lo mejor de todo es que hata aquí ha llegado siguiendo un camino íntegro, cargado de independencia y consecuencia, nunca truncado por las mieles del éxito efímero, y sus narraciones así lo evidencian. Lejos de perderse en la constante autobiografía, Giménez supo también hablar de los demás: de los que tenían nombre, como en su serie Los Profesionales, dedicada a los dibujantes que trabajaron por hacerle un hueco al tebeo en aquella España en blanco y negro; pero también de los anónimos, en su más reciente saga sobre la Guerra Civil, 36-39 Tiempos Difíciles, cuyo tercer volumen acaba de ser editado."Los tebeos eran una de las pocas alegrías que llegaban a la escuela, y encontrarte con historietas que hablaban de amistad, de solidaridad, de aventuras y geografías exóticas… Era una válvula de escape de la triste realidad". Afirma Giménez.De mayor a sabido devolvernos esas alegrías en forma de testimonio gráfico, y ahora le toca recibir el merecido reconocimiento. Nadie ha hecho más méritos que el para recibirlo. Y el mundo del cómic –nacional e internacional- es ya un clamor que pide la concesión de este premio, otorgado con frivolidad en muchas ocasiones. Ahora empieza la campaña de verdad, por el premio para Giménez, pero también por el reconocimiento del cómic como arte, por que se escuche la voz de aquellos que tejen historias a la luz de un flexo, si hacerse nunca ricos, y que han decidido que su “representante electo” es este madrileño humilde y trabajador. Nuestro apoyo más sincero y consecuente con la campaña.

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