Cargando...La Bolsa marcó ayer máximos de dos años, la deuda pública cotiza a los costes más bajos de la historia, el bono a 30 años se lo quitan de las manos los grandes inversores (muchos de ellos extranjeros), llega dinero a España en busca de activos atractivos… pero simultáneamente Cáritas presenta su VIII Observatorio de la Realidad Social (el anterior fue el año 2008) y advierte deterioro en las condiciones de vida de millones de españoles, riesgo de fractura social, tres millones de personas en situación de pobreza extrema.
El Informe de Cáritas es serio, utiliza buena metodología y cuenta con la base del propio trabajo de la organización que cuenta con más de 70.000 voluntarios y atiende necesidades de más de 1,3 millones de personas. Los datos son abrumadores; como lo es el escaso eco del Informe que, sorprendente, no abre los telediarios, quizá por si empaña el relato oficial de la recuperación.
Una sociedad tan desmoralizada como la española, con un agobiante problema de paro crónico, apenas refleja tensiones sociales semejantes a las que han sacudido otros países con problemas semejantes. Ese es un dato relevante que ayuda a encubrir esas tensiones y riesgos de los que advierte el informe de Cáritas.
Sorprende que la Conferencia Episcopal, superior jerárquico de Cáritas, tan diligente a la hora de promover declaraciones y manifestaciones contra el Gobierno (el anterior) no se haga eco sonoro de la situación que denuncia Cáritas. Algunos dirán que se ocupan, que nadie hace más que las organizaciones vinculadas a la Iglesia (encabezadas por Cáritas) y que con eso basta. Pero no estaría de más que la jerarquía de la iglesia movilizara a un Gobierno lleno de católicos confesos para que se dedicaran más atención a los que están en riesgo de exclusión, a la creciente pobreza crónica.
Los datos del Informe son abrumadores, especialmente la tendencia, la comparación con el mapa del anterior Informe de 2008, justo cuando empezó la crisis. Esa comparación da más valor al estudio que no debe pasar desapercibido en el tráfico diario de información que en muchos casos va de lo banal a lo anecdótico.