SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Candidatos de la descomposición

No es extraño que los candidatos a suceder a Rubalcaba al frente del PSOE respondan a la realidad de un partido atenazado por la ruina ideológica y la desconexión con la sociedad española, dos vicios que el socialismo ha ido engordando a lo largo de décadas. Son las consecuencias del largo ejercicio del poder sin controles en el seno de la propia organización y de las connivencias ominosas con las diferentes oligarquías que mandan y reparten juego y favores en España. De los tres candidatos, los dos más jóvenes exhalan el aroma de la levedad zapaterista y el tercero, más sólido ideológicamente y, por tanto, más socialista, no se libra del daño que ha causado al socialismo español haber hecho causa común con los nacionalismos y con todo aquello que ha endeudado al Estado y lo ha puesto en el trance que todos lamentamos, con la cuestión catalana como mascarón de proa. Y es ese asunto, inmediato y decisivo, el que nos mueve a opinar, dado que, por el momento, el PSOE es la segunda fuerza parlamentaria de las Cortes actuales.

De las dos C, Corona y Cataluña, a las que nos hemos referido como cuestiones fundamentales de la política nacional, los candidatos han ignorado la primera, quizá porque piensan que ha pasado a un segundo plano tras la abdicación de Juan Carlos I, y sobre la segunda se han empeñado en la huida hacia ninguna parte de la ensoñación federal, con la guinda del Estado plurinacional aportada por el candidato Pérez Tapias. A ninguno se le ha pasado por la cabeza reconocer el evidente fracaso del Estado Autonómico tal como fue diseñado por los padres putativos de la Constitución del 78 y abogar por el valor del Estado como instrumento de libertad, justicia y solidaridad. Todos parecen comulgar con la idea de un Estado centrífugo, con instituciones de corte clientelar que obstaculizarán la superación de la crisis española y ahondarán la grave desigualdad que está causando estragos en nuestra sociedad. Si de lo que se trata es de fortalecer la democracia y restaurar la importancia del poder público en un país que ha perdido la confianza en él, ésta nos parece una visión poco socialista y profundamente errónea.

Socialdemocracia en descomposición

De economía, poco o nada nuevo, salvo considerar equivocadas algunas decisiones tomadas por su Gobierno Rajoy, como la reforma del artículo 135 de la Constitución, y el propósito de revisar la legislación laboral para darle algo de oxígeno a unos sindicatos desprestigiados, que arrastran los mismo vicios que el PSOE, si no mayores. De la deuda pública española, verdadero lastre de la economía incrustado en el corazón del Estado, así como de las políticas europeas, prácticamente nada se ha comentado. Seguramente creerán los candidatos que eso es negocio ajeno y que ya nos dirán de fuera lo que hay que hacer dentro.

Sobre cuestiones partidistas internas tales como Congreso y primarias preferimos no pronunciarnos, porque casi todo suena a música conocida. Aquí y ahora solo hay una clave de interés nacional por despejar y es saber en qué medida el PSOE dirigido por cualquiera de los candidatos en liza podría convertirse en alternativa de Gobierno, cosa harto dudosa a la vista de la trayectoria y del discurso de futuro que proyectan. Aseguraba el otro día el presidente Rajoy que espera contar con el apoyo del nuevo líder del PSOE para afrontar el envite catalán y suponemos que también para otros envites. Visto lo visto, y oído lo oído, el líder del PP debería hacer recuento de sus capacidades y proyectos, porque desde ese predio en descomposición que es el PSOE sólo le puede llegar algarabía y ruido. El futuro de la socialdemocracia en el seno de la izquierda española está hoy más en cuestión que nunca, como no podía ser de otro modo tratándose del partido que hoy encarna como ningún otro la crisis del régimen del 78. Y es que de dónde no hay, no se puede sacar.

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