Selección de prensa internacional

Cambio de equilibrios en Londres

Como es lógico, la atención de toda la prensa internacional está puesta en la cumbre del G-20 en Londres, aunque han dejado para dí­as posteriores la valoración de sus resultados, cuando empiecen a desvelarse los acuerdos (o desacuerdos) alcanzados y la correlación de fuerzas que implica.

Para el Diario del Pueblo de Pekín, el sólo hecho de la celebración de esta segunda cumbre del G-20 es ya en sí misma un éxito, indeendientemente de los resultados más o menos fructíferos a que se lleguen. Según el diario chino, la existencia del G-20, que ha dejado eclipsado al G-8 de los países ricos, refleja los cambios en el equilibrio de poder mundial que se han dado de forma acelerada en esta última década. Las grandes potencias imperialistas se saben incapaces de encontrar una solución a la crisis que ellas mismas han desatado, deben recurrir a apoyarse en las naciones emergentes del Tercer Mundo para lograrlo. Y este reconocimiento es por sí mismo indicativo de los importantes cambios en el equilibrio de poder mundial ocurridos. El Washington Post, sin embargo, enfoca la cumbre del G-20 desde otra perspectiva. Dennis C. Wilder, director primero de la sección China y después de Asia Oriental en el Consejo Nacional de Seguridad durante el segundo mandato de Bush, escribe cómo la formación de un G-2 entre EEUU y China como máximo directorio desde el que gobernar el mundo sería un error de consecuencias imprevisibles para EEUU. Los países asiáticos aliados de EEUU interpretarían un G-2 chino-estadounidense como la más importante reorganización estratégica desde el final de la Guerra Fría. Su creación implicaría no sólo a la ampliación del diálogo económico, político y estratégico con China, sino la formación de una verdadera asociación estratégica. Con lo cual, según el autor, China se acercaría mucho a su objetivo estratégico de que países como Japón o Corea del Sur sean relegados a una situación de subordinación, mientras que Estados Unidos y China compartirían la preeminencia en Asia. Por último, Le Figaro pone el acento en una muy importante, al menos para nosotros los españoles, consecuencia de los movimientos políticos y diplomáticos generados en torno a la cumbre del G-20. La posible reactivación del eje franco-alemán como motor europeo tras su ruptura con la llegada de Merkel y Sarkozy al poder. El diario conservador francés –a quien habitualmente se considera muy cercano al actual inquilino del Elíseo– aboga abiertamente por la recuperación del eje. Lo que, de concretarse, obligaría a ponerse en estado de alerta al resto de países europeos. Y particularmente al nuestro. China. Diario del Pueblo CUMBRE DE LONDRES REPRESENTA CAMBIO EN EQUILIBRIO DE PODER MUNDIAL Sea cual sea el resultado de la cumbre de este jueves en Londres, el mero hecho de que se haya convocado una cumbre del G20 para abordar la peor crisis económica internacional en una generación representa un cambio en el equilibrio del poder mundial. Después de Londres, es difícil pensar que el G8, el exclusivo club de los ricos del norte, recupere su lugar como el foro económico global más importante. La cumbre del G8, prevista para el 10 de julio en la isla italiana de La Maddalena, corre el riesgo, ahora, de convertirse en un evento secundario. La reunión de Londres supone una respuesta conjunta de las economías desarrolladas y de las economías en vías de desarrollo a la crisis económica. La razón para eso está clara: la crisis que se inició en el mercado de las hipotecas de alto riesgo de Estados Unidos está llevando ahora a una recesión global y se necesita una respuesta global, no sólo occidental. "La fuente global de bienes y servicios implica que ahora dependemos demasiado unos de otros y que lo que ocurra en cualquier lugar puede tener consecuencias en todas partes", afirmó el primer ministro británico Gordon Brown. Las naciones que participan en la cumbre del G20 representan el 85 por ciento de la producción económica mundial. En la reunión, sus dirigentes están buscando acciones en cinco campos: – Algún tipo de reafirmación de la necesidad de estímulo fiscal para ayudar a reactivar el crecimiento. – La reforma de los mercados financieros para garantizar que el juego de alto riesgo de los banqueros no pueda llevar al sistema financiero internacional a balancearse. – Incrementar los recursos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial para que puedan rescatar a naciones con dificultades, y darle una mayor voz a las economías emergentes en la toma de decisiones de dichos organismos. – Un rechazo al proteccionismo y el compromiso de inyectar mayor actividad en el comercio mundial. – La adherencia a los objetivos del desarrollo y del cambio climático. En los últimos días, la Casa Blanca ha restado importancia a sus discrepancias con Europa y Asia en lo que respecta a su petición de un nuevo paquete de estímulo global. En su lugar, EEUU espera seguir con el compromiso de que primero se le debe dar tiempo a los planes nacionales que se han adoptado para inyectar miles de millones en la economía mundial. "Respecto al estímulo, se va a acordar que los países del G20 harán lo que sea necesario para promover el crecimiento y el comercio", afirmó el presidente estadounidense Barack Obama en una entrevista con el periódico The Financial Times publicada este martes. "Teniendo en cuenta que la mayoría de los países ya ha adoptado significativos paquetes de estímulo, existe una preocupación legítima sobre la necesidad de ver cómo funcionan". Se espera que los dirigentes anuncien que duplicarán, al menos, el fondo de reserva de 250.000 millones de dólares USA del FMI. Japón ya ha prestado al FMI una suma adicional de 100.000 millones de dólares y la Unión Europea ha ofrecido una aportación similar. Sin embargo, se está buscando más de otros países, por el temor de que el FMI pueda tener que actuar para rescatar a más naciones cuyas economías están al borde del colapso. Desde septiembre, el FMI ha tenido que gastar más de 50.000 millones de dólares en préstamos a una docena de países, desde Hungría hasta Pakistán. Según fuentes oficiales chinas, Beijing ha confirmado su apoyo a la decisión del FMI de elevar sus fondos y está dispuesto a contribuir dentro de su capacidad, aunque se ha de encontrar un equilibrio entre los derechos y las obligaciones de los países contribuyentes. Desde Bruselas se ha indicado que los europeos están dispuestos a revisar el sistema actual, en el cual Europa y EEUU se reparten los máximos cargos del FMI y del Banco Mundial. No obstante, los cambios no concluirán en Londres. Francia ha pedido algún tipo de regulador global, pero su demanda ha contado con la oposición de Reino Unido, EEUU y Alemania. Los dirigentes de los países del G20 se pondrán de acuerdo, sin embargo, acerca de impulsar la cooperación entre sus organismos de supervisión financiera nacionales para asegurar un mayor control sobre las actividades de empresas transnacionales. La administración Obama ya ha anunciado sus planes para aumentar los controles sobre los fondos de alto riesgo ("hedges funds"), el comercio de derivados, los mercados de capital de riesgo y otros productos financieros con riesgos potenciales. Los borradores preliminares del comunicado de la cumbre también señalan la necesidad de adoptar drásticas medidas contra las cuentas en bancos secretos y los paraísos fiscales. Aunque los dirigentes del G20 coincidirán en oponerse al proteccionismo, no habrá ningún cambio inmediato en las estancadas negociaciones sobre el comercio mundial de la Ronda de Doha. En la cumbre, sin embargo, se podría anunciar la disposición de más dinero para créditos de importación y exportación a fin de reactivar el comercio, que está cayendo por primera vez en un cuarto de siglo. Se estima que más del 90 por ciento de las transacciones comerciales del mundo dependen de alguna forma de créditos y, con el actual colapso de la confianza de los prestamistas, se prevé que el déficit de la financiación comercial ha ascendido a los 300.000 millones de dólares. DIARIO DEL PUEBLO. 2-4-2009 EEUU. The Washington Post CÓMO UN G-2 PODRÍA PERJUDICARNOS Dennis C. Wilder Esta semana en la cumbre de Grupo de los 20, el presidente Obama debe reafirmar ante el mundo que Washington no tiene ninguna intención de formar o incluso dar pasos hacia una relación exclusiva "G-2" con China. Es, por supuesto, importante que Estados Unidos profundice los lazos francos y constructivos establecidos entre el Presidente chino Hu Jintao y el ex presidente George W. Bush. Que la administración Obama esté dispuesta a persistir en ese registro es alentador, y es en interés de todas las naciones que amplie la relación China-EEUU. Sin embargo, pagaríamos un alto precio con nuestros amigos y aliados a largo plazo en Asia, haciendo referencia a una mayor cooperación económica con China como un nuevo G-2. El presidente del Banco Mundial, Robert B. Zoellick, y el economista jefe del banco, Justin Yifu Lin, escribieron recientemente en estas páginas que, sin un fuerte G-2, EEUU-China, el G-20 decepcionaría. Sólo a través de un nivel sin precedentes en la cooperación económica bilateral, argumentan, puede recuperarse la economía mundial. Son más que correctas las ideas de que la asociación China-Estados Unidos es esencial para la economía mundial en este precario momento. Sin embargo, etiquetar la relación global China-Estados Unidos como el "G-2" tendría implicaciones geoestratégicas preocupantes en toda Asia y más allá. Algunos occidentales sostienen que la gran estrategia china para convertirse en el poder preeminente de la región es encontrar la forma de socavar las relaciones de alianza de Estados Unidos en Asia. Algunos en el estamento militar chino seguramente tienen esos sueños, pero es poco probable que esto sea considerado seriamente en Pekín. Un objetivo chino más realista puede ser crear una asociación con Estados Unidos en la que nuestros aliados de Asia, como Japón, Corea del Sur, Australia, Tailandia y Filipinas, sean relegados a una situación de subordinación y Estados Unidos y China compartan la preeminencia en Asia, al menos por un tiempo. La denominación G-2 preocupa a los asiáticos sólo por este motivo. De Japón a la India, existe la preocupación de que Estados Unidos, en la búsqueda de una solución a su peor crisis económica desde la Gran Depresión pueda llevar a la administración Obama no sólo a la ampliación del diálogo económico, político y estratégico con China, sino a una verdadera asociación estratégica. Como el centro de gravedad de los intereses económicos de EEUU se ha trasladado de Europa a Asia, preocupa que Estados Unidos pueda convertirse en un enamorado del enfoque "China antes que nada". En particular, el diplomático de carrera indio M.K. Bhadrakumar lamentó recientemente que "la relación entre la India y está entrando en una fase de pausa", mientras que Washington se involucra en la "Chinamanía". La secretario de Estado Hillary Clinton en su primer viaje a Asia (…) envió señales tranquilizadoras a nuestros aliados, pero se necesitarán más. Las relaciones de alianza de América en Asia nos han servido bien desde la Segunda Guerra Mundial, y tenemos mucho más en común con nuestros aliados y las democracias de la región que con China. Si bien hemos avanzado en la cooperación con Pekín en cuestiones estratégicas clave, tales como Corea del Norte, hay muchas otras cuestiones, como la situación en Darfur, Birmania e Irán, donde las políticas están lejos de ser complementarias (…) Y el acoso chino a un buque de estudio de la Marina de los EEUU en el Mar de China el mes pasado demostró cómo la afirmación del creciente alcance militar de Pekín planteará cuestiones difíciles relativas a la función del poder naval de EEUU en el Océano Pacífico. Por su parte, China puede hacer más para demostrar su compromiso con una relación más profunda con Estados Unidos y su voluntad de asumir responsabilidades mundiales. China debería desempeñar un papel más activo en la lucha contra Al-Qaeda en Afganistán y Pakistán, en particular debido a su proximidad geográfica y a sus propias preocupaciones sobre el terrorismo. El Presidente Hu debería estar dispuesto a decirle al Presidente Obama esta semana cómo China puede ayudar exactamente a Estados Unidos a aplicar su nueva estrategia en Afganistán y Pakistán. En vez de cantidades modestas de ayuda, Hu podría ofrecer un acceso sustancial al oeste de China como una vía alternativa de suministro a las fuerzas internacionales que participan en el esfuerzo de guerra (…) Hace 30 años que se establecieron relaciones diplomáticas formales entre Pekín y Washington. Mientras que una mayor cooperación con China en cuestiones transnacionales, desde la estabilización económica a la seguridad energética, hará más manejables estos problemas, ninguno de los grandes desafíos de nuestro tiempo se puede pilotar sin grandes contribuciones de otros importantes países de Asia. Los vecinos de China interpretarían un G-2 chino-estadounidense como la más importante reorganización estratégica desde el final de la Guerra Fría, poniendo en peligro nuestras relaciones con dichos países. THE WASHINTON POST. 2-4-2009 Francia. Le Figaro UN TEST PARA MERKEL Y SARKOZY Pierre Rousselin El frente unido que Nicolás Sarkozy y Ángela Merkel presentan hoy en el G-20 es el único medio de hacer oír la voz de Europa y defender sus intereses en la nueva gobernanza que se implementa en plena crisis económica. Francia y Alemania, las dos principales potencias continentales se baten por arrancar decisiones concretas en vistas a una regulación eficaz del sistema financiero internacional. Lo hacen porque encuentran un interés común y que deben convencer a un presidente americano todavía dubitativo, sometido a las presiones de los intereses de Wall Street como Gordon Brown esta sometido a las de la City. Detrás de Francia y Alemania, Europa es inexistente (…) Ángela Merkel, a la que sabíamos más reticente, se ha puesto a la cabeza. Las graves dificultades del sector bancario en la otra orilla del Rhin, la inquietud de los ahorradores y el temor de un rebrote de la inflación a la hora de financiar los déficit del relanzamiento implican, para la dirigente alemana, una exigencia política. A seis meses de las elecciones al Bundestag, ella debe mostrarse absolutamente vigilante. La canciller ha encontrado en Sarkozy un aliado con el que contar. Liquidadas las divergencias de hace sólo un año sobre el BCE, el pacto de estabilidad y la gobernación económica euripea. Liquidados los piques y sarcasmos. Para el presidente de la República, el G-20 es la ocasión de probar su capacidad de combatir la crisis y de llevar a término el proceso que lanzó como sugerencia la cumbre pasada de Washington, en noviembre último. El retorno de Francia a la OTAN, que se sancionará el sábado en Estrasburgo, realza su autoridad y le permite, sin duda, elevar su voz ante EEUU. Estas convergencias han animado a Sarkozy y Merkel a reactivar el eje franco-alemán. Tras terminar la presidencia francesa de la UE, esta es la única manera para parís de continuar pesando en una Unión Europa a la deriva. La llegada al gobierno del germanista Bruno Le Maire ha facilitado este viraje, crucial para el futuro de las relaciones con Alemania y para la La Unión en su conjunto. En este momento, Berlín necesita a París y París necesita a Berlín. Es un instante que no debe dejarse pasar. Puede ser fugaz pero también preñada de esperanza, pues comporta el boceto de una política económica común de la que los alemanes, durante mucho tiempo, no han querido ni hablar. Asimismo, en este G-20 se ponen sobre la mesa los nuevos equilibrios mundiales, Merkel y Sarkozy juegan, por último, la baza europea que sus predecesores jugaron en su tiempo. Por el futuro de Europa y por el futuro de las renovadas relaciones transatlánticas, hay que esperar que lo saquen adelante. LE FIGARO. 1-4-2009

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