Cae el Muro, cambia el orden mundial

20 años después se debe seguir recordando que no sólo fue Occidente, y no sólo fueron los polí­ticos, los que posibilitaron este dí­a. Fueron los ciudadanos de la RDA los que en las tristes calles de su Estado amurallado demandaron nada más ni nada menos que sus derechos.

El 9 de noviembre de 1989 finalizó una éoca de la historia de 44 años que, a pesar de la amenaza internacional del conflicto este-oeste, fue también una época de comodidad. El que el mundo sea actualmente más complicado, menos transparente y que hagan falta más explicaciones que nunca antes, se debe también a la caída del Muro. El que las manifestaciones pacíficas efectuadas durante muchas semanas hicieran derrumbarse los muros de cemento y los alambrados de púas, fue una autovalidación de la historia constitucional democrática y de los valores en los que se fundamenta. Esto no deben olvidarlo todos aquellos que hoy critican el estado de la unidad alemana, que hablan sobre el supuesto derrumbe económico del este o que utilizan su derecho de elección libre y secreta en elecciones democráticas para regalar su voto a un partido que coquetea con el retorno de experimentos socialistas. THE WALL STREET JOURNAL.- Primero, la mala noticia: la economía estadounidense sigue débil. Ahora, la buena noticia: la economía estadounidense sigue débil. Irónicamente, lo que asusta a muchos economistas a largo plazo es lo mismo que los alienta a corto plazo: una economía floja. Esto se debe a que los problemas de la economía obligan a la Reserva Federal a mantener la tasa de referencia de corto plazo en casi cero y continuar inyectando miles de millones de dólares en el sistema financiero. Esto es positivo para las bolsas porque gran parte de ese dinero acaba en los mercados. El dinero barato también mantiene los costos de financiación bajos y apuntala las ganancias de las empresas Alemania. Deutsche Welle Un día afortunado Marc Koch El vigésimo aniversario de la caída del Muro se festeja en toda Alemania. El 9 de noviembre es un día de suerte en la historia alemana. Un día que merece el estatus de fiesta nacional. Es un día de imágenes y de confesiones conmovedoras y naturalmente también un día de dramatismo y lugares comunes. Pero ante todo el 9 de noviembre de 1989 es el día de mayor felicidad en la historia reciente de Alemania y de Europa. No sólo hizo desmoronarse un sistema obsoleto y reunió a un país dividido durante 40 años. El 9 de noviembre de 1989 es también el día en el que los valores clamados por muchos años, y con razón, de unidad, derecho y libertad pudieron ser vividos por todos, un día en el que la sociedad libre se pudo festejar a sí misma en un momento triunfal. 20 años después se debe seguir recordando que no sólo fue Occidente, y no sólo fueron los políticos, los que posibilitaron este día. Fueron los ciudadanos de la RDA los que en las tristes calles de su Estado amurallado demandaron nada más ni nada menos que sus derechos. El que las manifestaciones pacíficas efectuadas durante muchas semanas hicieran derrumbarse los muros de cemento y los alambrados de púas, fue una autovalidación de la historia constitucional democrática y de los valores en los que se fundamenta. Esto no deben olvidarlo todos aquellos que hoy critican el estado de la unidad alemana, que hablan sobre el supuesto derrumbe económico del este o que utilizan su derecho de elección libre y secreta en elecciones democráticas para regalar su voto a un partido que coquetea con el retorno de experimentos socialistas. Obviamente no todo se desarrolló de forma ideal en estos 20 años del proceso de reunificación: no se han podio cumplir promesas precipitadas. La terapia de shock con la que se introdujo la economía social de mercado en el paisaje de una economía en escombros en la extinta RDA fue para muchas personas una experiencia dolorosa. Pero no había alternativa. Después de todo, la revolución en la RDA no sólo cambió fundamentalmente a un país sino al orden mundial. El 9 de noviembre de 1989 finalizó una época de la historia de 44 años que, a pesar de la amenaza internacional del conflicto este-oeste, fue también una época de comodidad. El que el mundo sea actualmente más complicado, menos transparente y que hagan falta más explicaciones que nunca antes, se debe también a la caída del Muro. Pero añorar por eso los viejos tiempos no es sólo una torpeza histórica es también un insulto a todos aquellos que trabajaron activamente por materializar el 9 de noviembre de 1989. Veinte años después es con seguridad demasiado temprano para lograr una percepción germana realmente conjunta de este suceso. Tal vez a esto se deba que los innumerables festejos, comentarios y documentaciones carezcan de un elemento fundamental: alegría y orgullo por este momento dramático e irrepetible en el que las personas del este y oeste se abrazaban mientras lloraban de emoción y perplejidad -mucho antes de que la política y la economía se apoderaran del proceso de reunificación-. Este 9 de noviembre de 1989 que cayó tan inesperadamente sobre el país demuestra hasta hoy que cualquier sistema de represión, no importa cuán refinado sea, puede derrumbarse, también en Cuba, en Irán o en Corea del Norte. Por eso este día no es sólo un día de suerte para Alemania. Sería una señal políticamente importante e históricamente correcta convertirlo finalmente en fiesta nacional de todos los alemanes. DEUTSCHE WELLE. 9-11-2009 EEUU. The Wall Street Journal La debilidad de la economía apuntala las bolsas E. S. Browning Primero, la mala noticia: la economía estadounidense sigue débil. Ahora, la buena noticia: la economía estadounidense sigue débil. Irónicamente, lo que asusta a muchos economistas a largo plazo es lo mismo que los alienta a corto plazo: una economía floja. Esto se debe a que los problemas de la economía obligan a la Reserva Federal a mantener la tasa de referencia de corto plazo en casi cero y continuar inyectando miles de millones de dólares en el sistema financiero. Esto es positivo para las bolsas porque gran parte de ese dinero acaba en los mercados. El dinero barato también mantiene los costos de financiación bajos y apuntala las ganancias de las empresas. El jueves, el mercado bursátil se disparó luego que la Fed anunció que mantendrá las tasas bajas. El viernes se informó que la tasa de desempleo en Estados Unidos había saltado a 10,2% y las acciones subieron un poco más. El Promedio Industrial Dow Jones cerró la semana en 10.023,42 puntos y acumula un alza de 14,2% en lo que va del año. Los economistas de Morgan Stanley miden la cantidad de efectivo que circula en la economía global como porcentaje de la actividad económica total. Las inyecciones masivas de dinero por parte de los bancos centrales han catapultado el índice a su nivel más alto desde que Morgan Stanley empezó a hacer un seguimiento hace 30 años. De modo que, si bien los motores económicos básicos en EE.UU. como las ventas, el empleo y el crédito, siguen con respirador artificial, la expansión del dinero fácil significa que un pilar fundamental del mercado bursátil se mantiene firme. Algunos inversionistas temen que la intervención estatal provoque déficit insostenibles o nuevas burbujas en los precios de los bonos chatarra, mercados emergentes o materias primas. Pero ese es un problema para más adelante. "Lo que tenemos por delante es un período de tasas de interés bajas", asegura David Kotok, director de la firma de gestión de fondos Cumberland Advisors, en Nueva Jersey. "A los mercados les encanta eso". Otros inversionistas, sin embargo, son bastante pesimistas y creen que el enorme déficit fiscal acabará pronto con la recuperación del mercado y conducirá a una severa inflación o a una deflación, si se retira el estímulo muy rápidamente. Otros son optimistas y creen que la economía y el mercado bursátil están ingresando a una recuperación duradera. Una sorprendente cantidad de inversionistas se ubica en el medio: les preocupa el futuro, pero intentan generar ganancias hoy. La experiencia de los últimos 15 años ofrece una clara lección. Las bajas tasas de interés pueden producir prosperidad, pero también mucho dolor si se mantienen bajas por un período prolongado. El ejemplo más reciente es el mercado alcista que se extendió desde 1982 a 2000. Los principales indicadores bursátiles de EE.UU. se recuperaron de los atribulados años 70 luego que la Fed derrotara a la inflación con una tasa de referencia que llegó a 20% en 1981. Con la inflación en retirada, la entidad recortó la tasa en forma paulatina y estimuló un período duradero de crecimiento económico y ganancias bursátiles. Cuando ese lapso alcista por fin acabó, en 2000, algunos inversionistas culparon a la Fed de permitir que las tasas fueran demasiado benignas y el dinero demasiado barato. Eso habría permitido la formación de burbujas en las acciones de tecnología y, posteriormente, los bienes raíces. Los recortes de tasas ayudaron a crear un mercado alcista entre 2002 y 2007, pero fue temporal y sus ganancias se esfumaron en menos de dos años. En una carta a sus clientes, el estratega de HSBC Richard Cookson compara la dependencia de la economía estadounidense de la deuda con una adicción a la heroína. Cookson equipara el reciente estímulo de la Fed a la metadona: inevitable, quizá, pero que posterga una cura. Es probable que en los próximos meses, los inversionistas tengan una fijación con las señales que la Fed envíe sobre las tasas. En primer lugar, la Fed empezará a modificar el texto de sus comunicados, elevando de manera gradual la perspectiva de un fin al dinero barato. Desacelerará las compras de bonos que usa para inyectar efectivo a la economía, y finalmente, elevará las tasas. A medida que el proceso sigue su curso, crecerá el riesgo de una caída bursátil significativa. Dada la historia reciente, los bancos centrales y los inversionistas estarán ansiosos tanto sobre el riesgo de una burbuja como sobre el peligro de actuar demasiado pronto. "Coloca a los bancos centrales en una posición muy difícil porque no quieren subir las tasas a menos que la recuperación esté afianzada, pero tampoco quieren otra burbuja de activos", dice el economista de Morgan Stanley, Spyros Andreopoulos. THE WALL STREET JOURNAL. 9-11-2009

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