Festival de Cannes 2011

Buscando el cine en los márgenes

La polémica está servida. La concesión de la Palma de Oro a «El árbol de la vida», la inclasificable pelicula de Terence Malick, es un acto valiente para unos y una injusta patochada para otros. Pero más allá del ruido, en Cannes hemos comoprobado cómo en los márgenes que dejan desiertos los grandes estudios norteamericanos, también puede crecer un cine de altos vuelos.

La virtud de no dejar indiferenteTras la royección de “El árbol de la vida” en Cannes, quedó claro que Malick es un cineasta que no tiene miedo al riesgo, y que posee la virtud de no dejar indiferente a nadie.El público recibió la película con abucheos y aplausos a partes iguales. La crítica la recibe como una de las más valientes osadías cienamatográficas o la destroza calificándola de pastiche metafísico.La concesión de la Palma de Oro a “El sentido de la vida”, olvidando, una vez más a cineastas como Almodóvar o Kaurismaki, favoritos en todas las quinielas, ha provocado una ágria polémica.Su director, Terence Malick, se ha convertido en una figura de culto del cine norteamericano y mundial, imagen cultivada por su decisión de no conceder entrevistas ni aparecer en acto público alguno.Era profesor de Literatura antes de decidir que su visión del Universo encontraría adecuada expresión a través de una cámara. También que el cine podía estar al servicio de la poesía. Solo ha rodado cinco películas en 40 años.Después del éxito de "Malas tierras" en 1973, una densa historia de amor interpretada por Martin Sheen y Sissy Spacek, Malick entró en colisión con los grandes estudios, siendo apartado haci los márgenes de la industria cinematográfica, desde donde ha construido una carrera tan atípica como fascinante. Consiguiendo que las grandes estrellas de Hollywood – como Brad Pitt o Sean Penn – o los mejores técnicos, consideren un privilegio trabajar con él.Malick recurre al tema de la familia en The Tree of Life, con un enfoque hacia la pérdida de la inocencia y las derivaciones en la vida adulta. Ambientada en Texas durante la década de los cincuenta, Jack (Hunter McCracken) es el mayor de tres hermanos y durante su infancia obtendrá vivencias marcadas por su estricto padre (Brad Pitt) que moldearán su personalidad y será testigo de un aciago suceso, llevándolo a convertirse en un adulto frustrado y sin un sentimiento de pertenencia al mundo (interpretado por Sean Penn). "El árbol de la vida" es una sinfonía a las primeras cosas, al origen de la vide en el Universo. Malick sitúa al espectador en el territorio del asombro al descubrir un mundo nuevo, al ponerlo a contemplar el misterio de la naturaleza y de la vida. Para ello "El árbol de la vida" va de lo macro (el orifen del Universo y de las especies, incluidos los dinosaurios) a lo micro (la infancia de tres niños en una familia de Texas en los años cincuenta). Unas veces fascinados por la portentosa imaginación visual de Malick, otras espantados – ante el fallido final -. asistimos a una película compleja, difícil de ver, que puede tocarnos en lo más íntimo o apabullarnos con vuelos excesivos."El árbol de la vida" está emparentada con "2001, odisea del espacio", la tortuosa aventura metafísica de Stanley Kubrick. No es casualidad que Douglas Trumbull se haya encargado de los efectos visuales de ambas películas.Malick se adentra en la estravangante aventura de explicar el sentido de la vida, desde el origen del Universo hasta el misterio de lo que nos espera más allá de la muerte. Y es cierto que la película acaba estrellándose incapaz de mantener vuelos tan altos. Pero también es verdad que el relato de las vidas de sus protagonistas nos conmueve y enternece, tocando fibras muy íntimas y atrapando nuestra atención por la visión reflexiva que presenta sobre el alma humana. Palmarés Cannes 2011 Palma de Oro: El árbol de la vida, de Terrence Malick Gran premio del Jurado: ex aequo para El niño con bicicleta de Jean-Pierre y Luc Dardenne, y Érase una vez en Anatolia, de Nuri Bilge Ceylan Premio del Jurado: Polisse, de Maïwenn Mejor dirección: Nicolas Winding Refn, por Drive Mejor actor: Jean Dujardin, por El artista Mejor actriz: Kirsten Dunst, por Melancholia Mejor guion: Footnote, de Joseph Cedar Cámara de oro: Las acacias, de Pablo Giorgelli Mejor cortometraje: Cross, de Maryna Vroda Premio FIPRESCI de la sección oficial: La Havre, de Aki Kaurismäki Mejor película en Una cierta mirada: Arirang, de Kim Ki-duk, y Halt Auf Freier Strecke, de Andreas Dresen, ex aequo Premio del jurado en Una cierta mirada: Elena, de Andrew Zvyagintsev Mejor dirección en Una cierta mirada: Mohammad Rasoulof, por Be omide e didar Premio FIPRESCI de Una cierta mirada: L’exercise de l’état, de Pierre Schoeller Premio de la Juventud: La piel que habito, de Pedro Almodóvar Quincena de Realizadores: Atmen, de Karl Markovics, y Les géants, de Bouli Lanners Mejor película de la Semana de la Crítica: Take shelter, de Jeff Nichols Almodóvar vuelve a sorprenderCada nueva película de Almodóvar es una aventura de riesgo. Lejos de adocenarse o instalarse en la comodidad, el director manchego abre siempre nuevos caminos. Ahora, con “La piel que habito” se atreve con un trhiller emparentado con el cine de terror.Aún así, en su última película, hay cosas que no cambian: la perversión humana y su inclinación a indagar en la identidad sexual, el intento por asomarse a los abismos del deseo y de los sentimientos expresados más allá del límite. Aunque el jurado de Cannes ha vuelto a negarle a Almodóvar la Palma de Oro, la película ofrece suficientes temas de peso de interés, como las paradojas del deseo, las consecuencias de la venganza y la ambigüedad de la identidad sexual. Almodóvar se entrega a la estructura del trhiller, el color del género negro, el drama de un amor enfermo, aderezado con una pizca de humor oscuro, porque, como admitió Almodóvar, “para mí mezclar géneros es como respirar”.El director manchego ha montado una película que juega con el tiempo y los flashbacks, y para cuyo guión Almodóvar se basó en el libro Tarántula, del francés Thierry Jonquet. Antonio Banderas es Roberto Ledgard, un cirujano dedicado a desarrollar un tipo de piel artificial indestructible y de alcance médico revolucionario.Amoral, frío y cruel, el doctor mantiene a una paciente, Vera Cruz (Elena Anaya), encerrada en una habitación de su mansión, donde la somete a un tratamiento para implantarle una piel que podría haber salvado a su mujer fallecida. Marisa Paredes interpreta al ama de llaves fiel. Y Jan Cornet a un chico que seduce a la hija de Banderas. Y hasta aquí para no desvelar más de la cuenta. Los personajes son escasos, el universo desquiciado y malsano y la estructura un rizo del rizo, como le gusta al director. "Un juego de espejos morales que no se suele dar en el cine contemporáneo", según Banderas.La moralidad turbia del personaje del doctor enajenado es el motor de una venganza retorcida y desquiciada. No hay sangre en la visión oscura de este cuento de terror. La violencia explícita estuvo siempre fuera de sus planes. El manchego prefiere que el horror brote de la amoralidad de la trama y del alcance de la venganza. La película, cuyo guión estuvo una década reescribiendo, es un salto valiente, que demuestra una vez más que Almodóvar no quiere acomodarse a sí mismo, pero también que es capaz de fascinar y de provocar al mismo tiempo estupor y desconcierto. Midnight in Paris, un Woody Allen en plena formaNo participó a concurso, pero “Midnight in Paris”, la última película de Woody Allen, fue la elegida para inaugurar Cannes. Estamos ante un homenaje muy particular a la ciudad de Paris y a las vanguardias artisticas, que constituje la película más imaginativa de Allen en muchos años, después de un periodo más realista de sus últimas entregas. Midnight in Paris narra los días parisinos de una pareja americana a punto de casarse. El protagonista, Gil, emprenderá largos paseos nocturnos que acabarán desembocando en viajes soñadores y lisérgicos al pasado a bordo de una máquina del tiempo en forma de coche de época. Cada noche, se encontrará en medio del barullo y el swing de las vanguardias del París de los años veinte, donde se convertirá en compañero de juergas e inquietudes artísticas de una variada y excéntrica tropa: Hemingway, Dalí, Gertrude Stein, Zelda y Scott Fitzgerald o Luis Buñuel, al que acabará sugiriendo la idea para El ángel exterminador en una de las muchas secuencias hilarantes del filme. Repleto de referencias culturales, lanzadas sin pedantería y con generosas dosis de humor, Allen entrega una galería de personajes entre caricaturescos y tiernos, a la vez que emprende un alegato por el amor y el presente.Ocurrente y desternillante, sarcástico a la vez que tierno, Allen muestra en Midnight in Paris una de sus obsesivas fantasías: poder saltar a la ficción, imaginar que un personaje es capaz de huir de la realidad y entrar en las fronteras del arte. Midnight in Paris es un cuento con sus campanadas a medianoche y su hechizo, también con un amor imposible pero auténtico, que el protagonista encuentra en el personaje que interpreta Marion Cotillard, encarnación de la musa, satirizada en el filme como una suerte de fan del artisteo de vanguardia. "Lapiel que habito", según Almodovar"Leí Tarántula, la novela en la que se basa el guión, hace 10 años y lo hice rápido. Me enganchó algo que no estaba bien contado en el libro, la magnitud de esa venganza. En un momento del filme se nos descubre el origen brasileño de esta familia, porque así podíamos ver que es una familia feroz… y porque de Brasil son los primero cirujanos plásticos que conocí. Me atraía que su cultura no se base en el castigo y el pecado, son moralmente independientes, no conocen la culpa como en la cultura en la que yo he crecido. El personaje de Marisa Pardes ha criado dos hijos feroces, reconoce que lleva la locura dentro" "Quería que la familia de la película fuera muy salvaje, muy independiente moralmente hablando, que no hubiera tenido la misma educación que cualquier español. Que su cultura no estuviera basada en el castigo y en el pecado judeocristano como la cultura en la que he nacido y vivido.""La película es una historia de supervivencia en una situación extrema y ese es el tema más antiguo del mundo""Arranqué en la comedia pop, pasé por el melodrama… Sí, ahora he llegado al thriller, que hoy por hoy es el género que reúne las mejores posibilidades para transitar otros géneros… porque yo me salto las reglas de los géneros. No se puede rodar hoy un thriller con la inocencia de los años cincuenta. De hecho, para buscar referencias pensé más en el terror, en los primeros trabajos de Fritz Lang, y durante meses me tentó hace el filme a su manera, más aún, me tentó rodarla en blanco y negro y muda""Un director de cine es lo más parecido a Dios, con todo un equipo a sus órdenes. El personaje de Antonio está muy cerca de ser ese creador, porque de pronto fabrica piel artifical. Es un tipo extremo, psicópata… y yo no soy exactamente así (bromea). En cuanto al de Anaya, es un papel superviviente, y la supervivencia es el tema más antiguo del mundo""Sobre todo pensé en Los ojos sin rostro, largometraje que me sé de memoria. Mi hermano me ayudó con la transgénesis, una investigación que ha avanzado mucho desde el momento que empezamos con el guion. Sin embargo, la bioética ha cercenado los avances de la transgénesis en la rama humana, aunque ha seguido en, por ejemplo, las plantas. Yo quería en esta parte alejarme del gore, del espectáculo, de la sangre, aunque en todo el metraje hay muchas incisiones. ¿Frankestein? Es obvio que está ahí, pero acabada resuenan más los ecos a mitos griegos como Prometeo, el titán que robó la luz a los dioses para dársela a los humanos. Aquí la transgénesis es la luz de Prometeo, o la electricidad con la que Mary Shelley daba la vida en Frankenstein. La ciencia nos va a llevar a caminos y nos va a asomar a abismos que aún no conocemos; el arte nos acompañará en este viaje a nuestro lado"."Están todos condenados a la fatalidad, porque como en Frankenstein, roban a Dios la capacidad de dar vida. Hasta el personaje de Elena Anaya, obra del cirujano que encarna Banderas, fabrica muñecos a la manera de Louise Bourgeois. En realidad, hablan de la creación de vida -y no de la artística, en la que yo estoy más involucrado-. Creo que mi película habla de un gran tema, el de alguien con enorme poder que está tratando de cambiarte de identidad, y en el fondo, no lo consigue. Hay algo intangible, llámalo alma, espíritu, que la ciencia no llegará a cambiar".

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