Bruselas exige que no haya retrocesos con la Reforma Laboral

La Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE) acaban de elaborar su último informe de “supervisión” de la economía española. En él, alaba los resultados de la reforma laboral, y recomienda que no se dé ni un paso atrás en su implantación.

El mensaje claramente no es para el gobierno, no sólo impulsor de la reforma, sino su más férreo defensor. Sino para las distintas fuerzas progresistas que defienden su modificación, rebaja o eliminación. Y el contenido del mensaje también es muy claro: la reforma laboral es intocable.

Bruselas busca un doble objetivo: consolidar los cambios estructurales logrados con la reforma laboral, de modo que se convierta en permanente, y profundizar aún más en su desarrollo. El informe solicita también que se siga con el camino de las reformas: “Es importante restablecer la agenda de reformas estructurales, evitando cualquier retroceso en las reformas pasadas, con el fin de impulsar el reequilibrio de la economía, hacer volver al mundo laboral a los desempleados y aumentar la productividad y el potencial de crecimiento de España.” Unas declaraciones llenas de cinismo. Para ellos, la productividad es trabajar más horas por menos dinero y menos derechos.

Basta recordar en qué consisten las medidas de la reforma laboral para comprender por qué Bruselas las alaba tanto: abaratar el despido, debilitar la lucha de los trabajadores e impulsar la contratación precaria y los bajos salarios.

La reforma laboral ha reducido la indemnización por despido improcedente, de 45 a 33 días, con un máximo de 24 mensualidades (antes eran 42) y ampliando las causas de despido objetivo, de forma que las empresas pueden recurrir a él con tan solo tres trimestres de pérdidas.

La reforma laboral subordina los colectivos generales, territoriales y sectoriales a los convenios de empresa, que tienen ahora potestad para imponer unilateralmente las condiciones laborales. Medida que junto con la reforma del código penal de derecho a huelga y la “Ley Mordaza” busca desarmar a la clase obrera y así poder cuestionar sus derechos conquistados durante décadas de lucha.

Y persigue potenciar el trabajo temporal y a tiempo parcial con medidas como rebajar la prestación de desempleo o tener que aceptar puestos de trabajo con independencia del destino y la categoría. Así los trabajadores se vean obligados a aceptar empleos precarios mal pagados.

La consecuencia cinco años después es un descenso generalizado de los salarios. Gracias a la reforma laboral, el 47% de la población asalariada no llega a mileurista, y 15.000 millones de euros han pasado de las rentas salariales a las rentas del capital. La temporalidad ha aumentado, uno de cada cuatro asalariados está dentro de empleo temporal, la segunda tasa más alta de toda Europa. Y el 60% de los trabajos indefinidos no llega a los 2 años de duración.

Esa es la reforma laboral que no quieren que se toque. Lo que sólo puede entenderse desde el punto de vista de los intereses del IBEX 35 y las multinacionales extranjeras, grandes beneficiarias de la reforma laboral.

Pero Bruselas quiere más. Quiere abaratar el despido de forma que sea tan barato despedir a alguien indefinido como a alguien temporal. Que se acelere la descentralización de los convenios para garantizar los salarios a la baja. Y endurecer todavía más las prestaciones por desempleo (que ya han bajado del 60% al 50% de la base reguladora del salario) para obligar a aceptar trabajos precarios de mala calidad. En definitiva, quiere hacer los cambios irreversibles. Para Bruselas, como la OCDE o el FMI, la reforma laboral es sagrada. Porque los intereses de las multinacionales y bancos extranjeros van primero.

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