El Observatorio

Brotes verdes

Con la llegada del mes del mayo, economistas, banqueros y polí­ticos se han puesto de lo más florido, de lo más poético, y allá por donde miran ven «brotes verdes», «brotes primaverales» y «rayos de esperanza». Como el lenguaje poético no tiene la obligación de hacer referencias concretas, se ha vuelto el más adecuado para transmitir mensajes de optimismo y de esperanza sin la necesidad de apuntalarlos con cifras, datos o hechos. Ver a ministros de economí­a o a sesudos banqueros apelar a la Poesí­a podrí­a parecer un inmejorable signo de que algo está cambiando, pero en realidad no es más que un recurso «desesperado» para mantener viva la fábula de que aquí­ no ha pasado nada, que todo va a arreglarse y que, antes de que nos demos cuenta, habremos vuelto a la casilla de salida.

No sé quien fue el rimero que tuvo la idea de poner en circulación la metáfora de los "brotes verdes", pero de lo que no cabe duda es que se trata de una de esas frases destinadas a "hacer fortuna", una de esas expresiones que formulan con gran acierto una "necesidad" que hay, por así decirlo, en el ambiente, una idea para satisfacer una demanda que hasta ahora ha estado ahi, oculta, esperando a alguien que la verbalizara. Sólo así se explica la rapidez con que se ha expandido, el alcance que está tomando en declaraciones públicas y en artículos de prensa y el enorme debate que ya hay en torno a ellos, prácticamente sin que sepamos en qué consisten y adónde apuntan. No hay ministro de economía, jefe de gobierno, economista o banquero que no se pronuncie o sea requerido a pronunciarse sobre si ve o no "brotes verdes", y el talante de su respuesta acaba por definirle: si los ve, es que es un optimista; si no, un catastrofista, un cenizo. Naturalmente, no hay ni que decirlo, nuestro presidente de gobierno, Zapatero, y nuestra ministra de economía, Salgado, son de los que, como buenos linces que son, ya han visto "brotes verdes" por doquier. No me pregunten en qué consisten esos "brotes verdes". Si ni banqueros, ni economistas ni ministros lo explican, menos lo puedo hacer yo. Pero, por lo leído, parece que el argumento clave sería que, muy probablemente, podríamos encontrarnos "al final de la caída libre": es decir, que aunque el descenso económico prosigue y aún durará bastante tiempo, la velocidad de la caída se está ralentizando. O sea, antes caíamos a una aceleración continua; ahora, en cambio, caemos con una aceleración amortiguada. Lo que vendría a significar que "estamos más cerca de tocar fondo" o que "el fondo podría estar más cerca". Aunque nadie sensato se atreve a decir claramente cuál es ese fondo, cuándo lo hallaremos realmente y sobre todo qué va a pasar cuando lo toquemos: ¿comenzará un inmediato resurgir, todos van a resurgir, cuánto tiempo hará falta para salir del pozo? Como se puede ver todos son metáforas físicas, filosóficas o poéticas. En cuanto hay que ir a los datos, la cosa se afea. Algunos imprudentes han intentado argüir que los beneficios de los bancos en este primer trimestre del año serían una prueba de que efectivamente hay "brotes primaverales". Pero los economistas más realistas no han tardado en echar un jarro de agua fría sobre este argumento: como dice Joseph E. Stiglitz ("La primavera de los zombis", Negocios, 17 de mayo). "Algunos de los bancos registraron ganancias en el primer trimestre del año, basadas principalmente en trucos contables y beneficios de explotación (leáse "especulación"). Pero esto no va a hacer que la economía eche a andar rápidamente". Y concluye afirmando que "A pesar de algunos brotes primaverales, deberíamos prepararnos para otro oscuro invierno". Si no hay, pues, datos económicos verdaderamente relevantes que avalen y cimenten la teoría de los "brotes verdes", su éxito y popularidad no cabe achacarlo sino a una profunda necesidad psicológica. O de propaganda. Porque lo que sí hay son signos cada vez mayores de verdaderas revueltas sociales contra la crisis. Y eso sí que empieza realmente a preocupar a los mandatarios políticos y económicos sobre todo de Europa. Allí donde unos ven "brotes verdes" bien pudiera ser que acabaran encontrándose con "brotes rojos". Y es que la primavera no tiene el mismo color para todos.

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