Selección de prensa nacional

Brotes verdes y zarandajas

Mientras la campaña electoral de las europeas sigue a un ritmo tan cansinamente repetitivo y previsible entre los dos grandes partidos que los medios parecen haber decidido prestarle la atención justa (por cierto, ¿por qué no se la prestan entonces a otras candidaturas y programas que sí­ tienen cosas nuevas que decir?); la crisis, y en particular las insistentes declaraciones de Zapatero acerca del cambio en el modelo productivo, es uno de los temas recurrentes en la opinión publicada estos dí­as.

Para Luis de Velasco –alto cargo del rimer gobierno socialista de Felipe González, del que fue cesado por recoger firmas de altos funcionarios contra la entrada de España en la OTAN y, más recientemente, coautor del programa económico con el que Ciutadans se presentó a las elecciones de 2008– todas las insinuaciones, iniciadas por la nueva ministra de economía, acerca de los “brotes verdes” que empiezan a ver en la economía española (dando con ello a entender que la crisis ha tocado fondo y que a partir de ahora sólo veremos su recuperación, aunque sea lenta), no son más que zarandajas con las que se trata de ocultar, una vez más la gravedad de la situación. Pues además, afirma, lo importante es: “una vez llegados al fondo, qué es lo que viene a continuación”. Es decir, no sólo cuándo vamos salir, sino “con qué medidas, con qué costes y cómo se reparten y cuál va ser el panorama económico, social e institucional a partir de ahí”. Para Luis de Velasco, el cambio de modelo o de patrón de crecimiento en el que viene insistiendo Zapatero, no sólo no es algo que pueda establecerse de la noche a la mañana. Sino que además presenta la dificultad particular en nuestro país de tener que hacerlo con un Gobierno “al que los abusos y errores del Estado autonómico han dejado en mero coordinador con decrecientes competencias ejecutivas”. Sobre esta misma cuestión se pronuncia hoy el editorial de ABC, para el que el anuncio hecho ayer por Zapatero de que Andalucía será la primera comunidad autónoma donde empiece a aplicarse el nuevo modelo productivo, al no disponer de cifras ni de calendario, es más un quite a la ansiedad social provocada por el paro que una propuesta seria de futuro. Para ABC, el anuncio no es más que un “nuevo golpe de efecto propagandístico” de un gobierno preocupado antes que nada por la desmovilización de su electorado. Y que, además, ahora quiere presentarse “como si nada tuviera que ver con las estructuras económicas de un país que ha gobernado durante diecinueve de los últimos veintisiete años”. Lo que resulta especialmente sangrante en un territorio como Andalucía, donde lleva gobernando desde el inicio del gobierno autonómico y su responsabilidad por la falta de progreso “es exclusiva y excluyente”. Opinión. Estrella Digital BROTES VERDES Y DEMÁS ZARANDAJAS Luis de Velasco Los historiadores discuten sobre a quién se le ocurrió primero lo de los green shoots, los ya famosos "brotes verdes". Unos lo atribuyen al hace años secretario del Tesoro británico Norman Lamont. Otros, en fecha reciente, al presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, y hay quien llega al propio Obama. Lo que está claro es que esa paternidad no corresponde a la ministra Salgado, quien le ha sacado mucho jugo. Afirma que ya están ahí, los ve, los siente, y que lo peor de la crisis, en nuestro país, ya ha pasado. Después de negar (¿recuerdan?) durante muchos meses la existencia de crisis en la economía española y tildar de antipatriotas a quienes disentían (disentíamos) y de hablar, como mucho, de "aterrizaje suave", ahora hay otra historia que nos quieren vender, sobre todo en campaña preelectoral aunque las elecciones inmediatas, nadie lo diría, sean al legislativo europeo. Es ésa de que esos brotes están ahí, que lo peor ha pasado y que pronto, muy pronto, habremos salido de la crisis. Porque, como afirma una y otra vez, el propio presidente del Gobierno, "de esta crisis vamos a salir", frase que el Sr. Obvio hubiese firmado encantado. Por supuesto que de esta crisis salimos, pero ése no es el tema: es cuándo vamos salir, con qué medidas, con qué costes y cómo se reparten y cuál va ser el panorama económico, social e institucional a partir de ahí. Porque que estamos más cerca del fondo que hace meses y que el ritmo de deterioro se desacelera parece estar claro. Las medidas internas, el simple paso del ciclo y, sobre todo, las medidas adoptadas en EEUU van configurando, a trancas y barrancas, un entorno ligerísimamente más favorable. Pero el tema, para nuestra economía, es: una vez llegados al fondo, qué es lo que viene a continuación. Descartada una recuperación rápida, la V, esa salida se centra o bien en un cierto periodo en el fondo y luego recuperación, eso sí, siempre lenta, la U, o bien, nada descartable y seguramente lo más probable, el seguir en ese fondo durante un cierto periodo de tiempo, la famosa y temida L. Porque además no es lo mismo que ese "cierto período" dure un par de años que media o una docena de años. Ese famoso nuevo modelo o patrón de crecimiento, o como se le quiera llamar, que se nos presenta por el Gobierno como el bálsamo de Fierabrás, no es algo que se establezca de la noche a la mañana. Los ajustes instantáneos, indoloros y sin costes sólo existen en los libros de texto. La realidad política, institucional y social es algo mucho más compleja, lo que supone aciertos, errores y siempre tiempo y costes. Además, al Gobierno no le corresponde "escoger a los ganadores", sino intentar un marco de actuación para que miles de iniciativas se desarrollen. Nada más y nada menos que eso, muy difícil especialmente para un Gobierno al que los abusos y errores del Estado autonómico han dejado en mero coordinador con decrecientes competencias ejecutivas. Todo esto, que se resume en reconocer que estamos en tiempos muy duros que se prolongarán, es lo que conviene ir explicando la ciudadanía. También mucho pedir. ESTRELLA DIGITAL. 25-5-2009 Editorial. ABC JUGANDO CON ANDALUCÍA EL presidente del Gobierno anunció ayer un plan especial para la recuperación económica de la comunidad andaluza con la denominación de «Andalucía sostenible». Según parece, se trata de la puesta en práctica del nuevo modelo productivo que defiende el Ejecutivo como alternativo al inmobiliario, basado en «energía eólica y solar». Si esta es la fórmula de Zapatero para combatir la altísima tasa de paro que atenaza a Andalucía, los andaluces deberían ir asumiendo que tienen crisis para mucho tiempo, tanto como el que ese milagroso modelo productivo empiece a funcionar. Ahora, el Gobierno ha impuesto el discurso de condena a la economía del «ladrillo», como si ésta no hubiera sido la causante directa de las buenas cifras de empleo y crecimiento que con tanta insistencia exhibía Rodríguez Zapatero. Lo que antes era fuente de riqueza hoy es culpable de todos los males, pero el Gobierno no se preocupó de cambiar el modelo productivo cuando regularizó a decenas de miles de inmigrantes, cuyo destino fue principalmente la construcción. Entonces el crecimiento económico era firme y «sostenible». Las contradicciones del discurso socialista suben un peldaño con el anuncio de Zapatero para Andalucía. ¿Por qué sólo para Andalucía? El presidente persevera en fragmentar sus respuestas a la crisis. No hay visión nacional de la situación, sino adulación a los electores por razón del lugar en el que viven. Poco importa que el vicepresidente de Cooperación Territorial, Manuel Chaves, esté de gira para impulsar un nuevo sistema de financiación autonómica. Como una cuña intempestiva, Zapatero anuncia un plan privilegiado para Andalucía que hará que otras comunidades reclamen la misma atención política y el mismo compromiso financiero, cuando el Gobierno lo concrete. Porque, en efecto, el anuncio no tiene cifras, ni calendarios: es un quite a la ansiedad social provocada por el paro, y sólo implica por ahora que hará proliferar parques eólicos y solares, como si la economía de energías renovables fuera por sí sola suficiente para atajar el desempleo rampante y la caída de productividad. Todo apunta al nuevo golpe de efecto propagandístico de un PSOE sólo preocupado por la desmovilización de su electorado y que se presenta como si nada tuviera que ver con las estructuras económicas de un país que ha gobernado durante diecinueve de los últimos veintisiete años. Y si en algún territorio su responsabilidad es exclusiva y excluyente por la falta de progreso, ese es Andalucía, laboratorio, otra vez, de los experimentos del PSOE. ABC. 25-5-2009 Opinión. Expansión UN FUNÁMBULO EN EL DIÁLOGO SOCIAL Miguel Valverde El diccionario de la Real Academía tiene dos definiciones para el funámbulo. La primera, se refiere al “acróbata que realiza ejercicios sobre la cuerda floja o el alambre”. La segunda, designa a “la persona que sabe actuar con habilidad, especialmente en la vida política y social”. A la vista de la experiencia de cinco años de mandato, ambas acepciones de funámbulo valen para el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y no es ninguna descalificación. Tenemos un presidente al que le gusta moverse por el alambre de la política, pensando que siempre es posible que se cumpla su santa voluntad, o sus ensoñaciones. Lo mismo le da pronosticar el final de la banda terrorista ETA veinticuatro horas antes de que ponga una bomba en el aeropuerto de Madrid que decir que la inflación va a bajar por un dato puntual y como consecuencia de la acción del Gobierno, cuando todo el mundo conoce nuestra fuerte dependencia del petróleo. Dice que aceptará el Estatuto que venga del Parlamento catalán y luego se encarga de podarlo, o lanza una batería de medidas económicas relevantes en el último Debate sobre el Estado de la Nación y después empieza a matizar. En la misma línea, por enésima vez, Zapatero acaba de anunciar un acuerdo con la patronal y con los sindicatos sobre el cambio de modelo productivo en las próximas semanas. Si ya la experiencia no me hubiese hecho un poco escéptico, cuando un presidente del Gobierno dice ese tipo de cosas en un mitin electoral, y para que lo oiga todo el mundo, cabe suponer que tiene atado –o casi– un pacto con los agentes sociales. Cabe pensar que entre las candilejas, y sin que nadie se entere, el Ejecutivo ha cerrado una negociación con los agentes sociales. Sin embargo, nada lleva a creer que eso se haya producido. Para empezar, tanto CEOE como los sindicatos le han comunicado que no piensan firmar nada antes de las elecciones europeas del 7 de junio. Más que nada, para no colaborar con la mascarada. En segundo lugar, para que comiencen las negociaciones tiene que haber propuestas y contenidos, lo que todavía no es el caso. Y, finalmente, de las posiciones mantenidas hasta ahora por los interlocutores sociales, nada hace pensar que haya habido una cesión sustancial en las respectivas propuestas de negociación. Como dicen algunos de los participantes sólo ha habido “conversaciones con el Gobierno y charlas de café entre la patronal y los sindicatos”. Es un hecho objetivo, y reconocido por todos los interlocutores, que el diálogo social ha encallado en los aspectos más sustanciales y, fundamentalmente, en la reforma del mercado de trabajo. Y así llevamos desde julio del año pasado cuando se firmó la Declaración por el impulso de la economía, el empleo, la competitividad y el progreso social. Incluso, con cuatro millones de parados, la cifra más elevada del último cuarto de siglo. El secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, dice que ha advertido un cambio de tono en el discurso del presidente de CEOE, Gerardo Díaz Ferrán. El líder de la patronal no ha hecho otra cosa que reiterar la defensa del diálogo social y apuntarse entre quienes perciben que, dentro de lo malo, empieza a haber una cambio de tendencia en la recesión. Es posible que algunos sectores de actividad estén presionando a Díaz Ferrán para que suavice su posición con el Gobierno, a la vista de los ingentes recursos públicos que se están poniendo sobre la mesa para beneficiar a muchos empresarios, y una vez que todo el mundo sabe que el presidente de CEOE no tolera a Zapatero. Sin embargo, también debe quedar claro que otros muchos empresarios no van a aceptar que Díaz Ferrán firme cualquier acuerdo. Sin rebajas de impuestos ni de cotizaciones sociales, o una reforma sustancial del mercado de trabajo. No olvidemos que una de las consecuencias de la recesión es que está cuestionando también el papel de la patronal y de los sindicatos. Así las cosas, el presidente debe pensar que todo vale para ganar las elecciones. Incluso, engañar a la opinión pública. EXPANSIÓN. 25-5-2009

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