SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Brota un nuevo disparate: unificar dólar y euro

En las últimas semanas han vuelto a sonar los tambores de una posible guerra de divisas. Reino Unido, Japón y Estados Unidos deprecian sus monedas a través de una expansión monetaria, pretendiendo así estimular su crecimiento económico. Francia se queja de la excesiva apreciación del euro, mientras Rusia y Brasil amenazan con reaccionar a la depreciación del yen.

Paralelamente, la Unión Europea y Estados Unidos han anunciado la apertura de negociaciones para crear una zona de libre comercio y un acuerdo sobre inversiones, que una vez completado será el mayor acuerdo comercial bilateral nunca alcanzado. En realidad, todo está relacionado y obedece a una continuidad de la hoja de ruta fijada por las élites occidentales.

La hoja de ruta de las élites

Las élites económicas y políticas, tras una larga secuencia de raquíticos crecimientos económicos, diseñaron, a mediados de los 90, una huida hacia adelante a través de una política monetaria excesivamente expansiva que conllevó el proceso de endeudamiento y la burbuja financiera más grande la historia. Además de sostener una expansión artificial de la demanda, que sorteó la caída de la tasa de ganancia del capital, permitió, sobre todo, la financiación de un gigantesco proceso de acumulación y adquisición de riquezas por todo el globo a favor de las grandes multinacionales.

Sin embargo, la desigual distribución de la renta, junto a los límites físicos y energéticos del planeta, abortaron el intento de fuga hacia delante que supuso la burbuja financiera, que incluso las élites tecnócratas financieras valoraron peyorativamente. Como señaló el propio Strauss-Kahn en 2010, «la burbuja financiera, no fue sino una vía para sortear artificialmente los limites que la desequilibrada distribución de la riqueza en el mundo».

Con la actual crisis sistémica, las élites occidentales tratan de rediseñar una nueva política económica que eufemísticamente denominan austeridad fiscal expansiva, a través de la cual, y de espaldas a los poderes democráticos, quieren recuperar sus tasas de ganancia a costa de los ciudadanos. Para ello es necesario además crear un área monetaria del hemisferio occidental que les permita mantener a estas élites sus privilegios y defenderse de los países emergentes.

Área monetaria del hemisferio occidental

China e India crecen de forma continua, tendencias que están llevado a las élites occidentales y sus apéndices operativos a diseñar una estrategia orientada a facilitar la creación de un área monetaria del hemisferio occidental, unificando el euro y el dólar, en el intento de mantener un privilegio que no tiene ningún otro estado planetario: imponer en todas las transacciones comerciales y financieras globales esta nueva moneda. Tratarán de mantenerla como unidad de reserva para las áreas del planeta que tienen superávit frente al área OCDE.

Aunque todo apunta a que está pensada para entrar en vigor a partir del lustro 2015-2020, su implantación estará pendiente de la evolución de las economías China e India, que podrían haber crecido tanto como para tener capacidad de bloqueo y de imposición de los Derechos Especiales de Giro (DEG), para atacar la sobredosis de dólares y evitarlos como reserva internacional, haciendo imposible la estrategia «euro-dólar».

Tanto las élites financieras británicas y sus paraísos fiscales como las elites industriales alemanas están detrás de este diseño monetario, especialmente estas últimas, porque les permitiría acceder nuevamente a un mercado mundial donde pasar a exportar sin riesgos de divisas.

Se trata de recuperar los escenarios previos a la entrada en vigor del euro en el 2000, cuando se impuso un férreo y duro recorte de gastos públicos a todos los países periféricos, para poder pasar a formar parte del club monetario pensado por Alemania y Francia. La Comisión Europea y los gobiernos europeos lideran esta nueva doctrina, que recupera y actualiza la naturaleza real de las políticas de «consolidación fiscal expansiva»: reducción del gasto público, profundización de las privatizaciones, desfiscalización continua de las actividades empresariales, endurecimiento de las prestaciones públicas, debilitamiento de las legislaciones laborales y un largo etcétera.

Estrategias de cooperación alternativas

La reciente y general toma de conciencia que falta para intentar superar la crisis sistémica global permite, sin embargo, una situación propicia en favor de una estrategia alternativa. Es esencial fijar una serie de prioridades estratégicas que determinen toda arquitectura futura de la gobernanza mundial mientras que a la vez, se sanean los sectores peligrosos del actual sistema. Se trata de construir el futuro mientras desarmamos las bombas del pasado. Se necesita reordenar el sistema monetario internacional sobre la economía real, desinflando la economía financiera mediante la reducción del actual tamaño artificial del sistema bancario.

Además de intervenir el sistema bancario y reestructurar la deuda de Occidente, sería necesaria una nueva divisa reserva mundial y poner bajo control público la totalidad de establecimientos financieros mundiales.

Un sistema monetario internacional centrado en la economía real requiere obviamente de una nueva divisa de reserva mundial. El método más simple sería transformar los DEG en este nuevo instrumento monetario mundial, y manteniendo las divisas de las principales economías mundiales en la cesta de definición de su valor: dólar estadounidense, euro, yen, yuan, real brasileño, rublo, divisa de los países del Golfo (si emergen para entonces), rand sudafricano y tal vez el oro, que ha vuelto a ser de hecho una divisa refugio.

Se trata de refundar el sistema monetario mundial sobre la economía real, para salir de las divisas financieras como la libra esterlina o el franco suizo. No hay ningún problema técnico y hay suficiente experiencia en las instituciones internacionales para efectuar en un año todo el trabajo necesario para la creación de tal divisa. La dificultad estriba únicamente en que el G20 tenga una decidida voluntad política para establecer un calendario de dos años para crear y lanzar esta nueva divisa.

Sin un «patrón fiable», no hay sistema estable económico y financiero. Es por esto por lo que esta prioridad es estratégica: sin ella, nada significativo o sostenible puede hacerse, ya que toda medida se encuentra pervertida por un patrón, el del dólar, devenido frágil, elástico e imprevisible.

Es necesaria además una reforma radical de efecto inmediato de las composiciones del capital y de las instancias dirigentes de las principales organizaciones mundiales (FMI, Banco Mundial, OMC, Consejo de Seguridad).

Sin estas reformas, el actual sistema monetario internacional continuará año tras año zozobrando en un creciente caos, afectando terriblemente al comercio mundial, a la economía global y a la cooperación internacional, alimentando el aumento del paro y el empobrecimiento de las clases medias occidentales, y disminuyendo considerablemente el desarrollo de las economías emergentes.

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