Banco Santander y Unión Fenosa venden su participación en Cepsa al capital árabe

Botí­n hace caja… y despluma al paí­s

La batalla energética, que ha terminado con todo el sector en manos del capital extranjero, tiene en Cepsa un nuevo episodio. Y detrás encontramos al mismo protagonista que en anteriores capí­tulos: Emilio Botí­n. El Banco de Santander y Unión Fenosa han vendido el 36,6% de Cepsa, segunda petrolera del paí­ss, a Internacional Petroleum Investment (IPIC), compañí­a perteneciente al emirato de Abu Dabi. Botí­n recauda con la operación 2.869 millones de euros, mientras que Unión Fenosa obtiene plusvalí­as por valor de 257 millones. El primer banquero del paí­s hace caja para atender a las obligaciones de la crisis, y con ello despluma al paí­s, entregando en manos extranjeras el control de la llave energética, clave para el funcionamiento de todo el entramado productivo.

El Banco Santander ha alcanzado un acuerdo con International Petroleum Investment Comany (IPIC), compañía perteneciente al emirato de Abu Dabi, para la venta de su 32,5% en Cepsa a un precio de 33 euros por acción. El coste total de la operación asciende a 2.869 millones de euros. Una operación a la que ya se había sumado Unión Fenosa, firmando con Botín un acuerdo de venta a IPIC del 5% que poseía en la petrolera en las mismas condiciones que alcanzara el Santander. Con estas adquisiciones, IPIC llegaría a controlar aproximadamente el 37% de Cepsa, para convertirse en el segundo mayor accionista de la compañía, por detrás de la petrolera francesa Total. La rentabilidad de la operación para el Santander está fuera de toda dura. Además de los 2.869 líquidos obtenidos, un 8% más del valor de mercado actual de CEPSA, la rentabilidad histórica anualizada de su inversión en Cepsa ha sido del 13%. Por su parte, Unión Fenosa asegura que la venta de su 5% le procurará una plusvalía neta estimada de 257 millones de euros, así como un efecto en caja estimado de 529 millones. Botín hace caja, y lo necesita. El Banco de Santander debe hacer frente a importantes vencimientos de la deuda contraída con el capital extranjero, cuyos cuantiosos préstamos han financiado la fulgurante expansión de Botín en los últimos años. Y, con una importante parte de su capital inmovilizada en activos inmobiliarios hoy por hoy invendibles a un precio razonable, Botín ha forzado la venta de las joyas de la corona de la economía española para asegurarse la liquidez suficiente. Primero forzó a Sacyr a poner en venta su participación en Repsol para saldar el crédito adeudado al Santander, y que se ha ofrecido alternativamente a rusos y chinos. Luego hizo lo mismo con Acciona, que acaba de entregar su participación en Endesa a la italiana Enel. Y ahora vende directamente, esta vez sin intermediarios, sus acciones en Cepsa al capital petrolero árabe. En resumen, prácticamente todo el sector energético está hoy en manos del capital extranjero gracias a las acciones desencadenadas sólo para asegurarse de que Botín cobre. Sólo resta Iberdrola, sometida a un permanente acoso por parte de ACS –que entró en la batalla eléctrica de la mano, precisamente, de Botín-, y todos los mentideros hablan de un acuerdo entre la constructora de los March y Total para entregarle la última eléctrica española al monopolio energético galo. El país es desplumado sin ningún miramiento para que Botín haga caja.

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