Entrevista a José Carlos Plaza

Bodas de Sangre: un terremoto en el alma de los hombres

Del 12 de noviembre al 3 de enero se representa en el Centro Dramático Nacional «Bodas de Sangre», dirigida por José Carlos Plaza. Un Lorca de rigor y honestidad, la tragedia medida y pesada para que sea libre, demoledora e incontrolable.

José Carlos Plaza, además de uno de los mejores directores esañoles, es un gran amante de Lorca y por eso siempre vuelve a él: “Todavía me queda mucho por representar y cada vez que retomo una obra descubro en cada línea un sentido aún mayor y más profundo”. Dice que es un montaje que mira hacia atrás, que huye de la actualización de forma consciente y contra el destierro del misterio trágico. “No puedo aguantar esa falsa modernización que impera que no es más que falta de capacidad para montar la obra, una epidemia que cubre las deficiencias. Me prometí que yo no haría eso, y he hecho lo contrario” “Bodas de sangre” es una tragedia que hunde sus raíces telúricas en la tierra, que tiene esos personajes metafísicos como la Luna o la Muerte, y que lleva los terremotos de la tierra a las almas de los hombres”. Dos detalles de genial sencillez dan naturaleza a la obra: Los actores, “en la elección de los personajes decidí contar solo con actores andaluces porque Andalucía conserva en muchos rincones los viejos ritos, las canciones infantiles y de boda, las fiestas populares en sus raíces profundas. No se puede entender “Bodas de Sangre” ni Lorca sin Andalucía”, y la coreografía, “elegí a la mejor para hacer lo más sencillo. Los actores no son bailarines profesionales y Cristina Hoyos lo entendió enseguida porque es humilde como lo son los genios […] es el pueblo el que baila, son bailes rituales enraizados en un sentido casi tribal. Hay boleros o tangos pero todo es muy sencillo, con instrumentos antiguos”. “Lorca es una autor de los más contemporáneos porque navega en las verdades hondas del alma de los hombres” con un cuchillito que apenas cabe en la mano, pero que penetra fino por las carnes asombradas y que se para en el sitio donde tiembla enmarañada la oscura raíz del grito. “El instrumento de la muerte, el símbolo de la raíz del dolor. A parte de todo el sentido sexual que se le quiera dar, es el brazo ejecutor; algo muy pequeño que corta la vida del hombre. El respeto al instrumento de los Dioses.” Después la gira europea. Pero ya está preparando la representación de dos nuevas obras: “El cerco de Leningrado» de Sanchis Sinisterra, y una zarzuela, “Los diamantes de la corona” “Me gusta jugar con diferentes estilos. Quería representar un texto de un autor español vivo y me gusta la historia de dos mujeres que resisten a la esperanza mientras todo se derrumba […] La Zarzuela es porque quiero ese contacto con una orquesta en el escenario y una forma de decir que las obras están por encima mío”. Cuando se le pregunta si no considera que apostar por la Zarzuela es a contracorriente, contesta que no, “más a contracorriente es representar a Lorca así, ante la desvergüenza que impera en el país, la falta de rigor y honestidad. La gente está quedándose sin trabajo y no paran de difundir la moral del dinero, los valores del haz lo menos que puedas para ganar más […] la mejor respuesta es hacer una obra como “Bodas de Sangre” con rigor y honestidad […] la compañía ha trabajado con exquisita unidad mostrando la verdad profunda de la obra, con sinceridad”

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