El juicio a la "premio Novel de la paz" en Birmania

Birmania Derechos humanos o intereses imperiales

Este lunes se dio inicio al juicio de cinco años que se le sigue a la lí­der del movimiento en favor de la democracia birmana y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, por presunta violación de sus condiciones de arresto domiciliario. La información se conoció por fuentes de la Liga Nacional para la Democracia (LND), quienes agregaron que el proceso durará dos semanas y contará con la presencia de unos 20 testigos.

La Policí­a birmana reforzó la seguridad fuera del centro enitenciario para evitar protestas de grupos a favor de la liberación de Suu Kyi, quien cuenta con casi seis años ininterrumpidos de arresto domiciliario en su casa de Rangún, capital birmana. «Han instalado barricadas y colocado alambradas de espinos en todas las calles de la zona norte de la ciudad», señaló Khin Omar, coordinador de los grupos de la disidencia birmana exiliada en la vecina Tailandia.Casi doscientos jóvenes encabezados por Win Tin, de la Liga Nacional para la Democracia, se concentraron en uno de los controles donde grupos vinculados al Gobierno permanecen montando guardia. Distintas organizaciones contrarias a la Junta Militar, motivaron a los birmanos a efectuar actos de protestas «silenciosas» como denuncia ante el juicio contra Aung San Suu Kyi, que podrí­a ser condenada a una pena de hasta cinco años de privación de libertad en caso de ser declarada culpable.La premio Nobel de 63 años de edad y quien se encuentra en frágil estado de salud, fue encarcelada el pasado jueves luego de que un ciudadano estadounidense de nombre John Willian Yettaw, entrara en su casa de Rangún tras vulnerar la seguridad de rodea el edificio. Yettaw, de 53 años, fue detenido a comienzos de este mes tras abandonar la vivienda de la «Dama», como es llamada por los birmanos que la consideran el sí­mbolo de la democracia, a la cual entró luego de burlar la vigilancia de los agentes.El 27 de este mes, expirarí­a el arresto domiciliario de Suu Kyi, por lo que se presume que la disidencia birmana intenta ampliar su detención y retrasar su libertad con miras a la elecciones de 2010. En la primera vista del juicio, las autoridades impidieron el acceso a diplomáticos de Alemania, Australia, Francia, Italia y Reino Unido, así­ como a periodistas. La acusación contra la lí­der democrática, ocurre en Birmania a propósito del aumento de la tensión polí­tica por los preparativos con miras a las elecciones convocadas para el 2010 por la Junta Militar. La misma concesión del premio novel fue auspiciada por una amplia campaña publicitaria controla da por EE UU. Que ha manejado el asunto como uno de sus puntales en la llamada lucha por los derechos humanos, de sus fundaciones y su aparato de propaganda al mismo nivel que el Tí­bet.La «revolución azafrán» de Birmania, al igual que la «revolución naranja» de Ucrania, la «revolución rosa» de Georgia y las distintas revoluciones de colores instigadas en años recientes contra paí­ses estratégicos vecinos de Rusia, es un ejercicio de cambio de régimen orquestado en Washington hasta en sus más mí­nimos detalles. El National Endowment for Democracy (NED), el Open Society Institute de George Soros, la Freedom House y el Albert Einstein Institution de Gene Sharp, éste último un instrumento de la inteligencia de EEUU utilizado para iniciar cambios «no violentos» de regí­menes en todo el mundo que beneficien los planes estratégicos de EEUU. El Departamento de Estado ha admitido que apoya las actividades de la NED en Birmania. La NED es una entidad «privada» financiada por el gobierno de EEUU, cuyas actividades están concebidas para apoyar los objetivos de la polí­tica exterior de ese paí­s, haciendo hoy lo que hizo la CIA durante la Guerra Frí­a.El Departamento de Estado de EEUU ha reclutado y entrenado a lí­deres claves de numerosas organizaciones antigubernamentales. Al menos desde 2003 ha entregado a la NED la suma relativamente elevada (para Birmania) de más de 2,5 millones de dólares anuales para actividades relativas a la promoción del cambio de régimen en ese paí­s.Hay que preguntarse a qué se debe el interés en un lugar tan remoto como Birmania. El control geopolí­tico parece ser la respuesta. El control de las estratégicas rutas de navegación que van desde el Golfo Pérsico hasta el Mar del Sur de China. La costa de Birmania proporciona acceso marí­timo muy cercano a una de las rutas de navegación más estratégicas, el estrecho de Malaca, el angosto paso entre Malasia e Indonesia.De hecho, Birmania es parte integrante de lo que China denomina su «collar de perlas», su plan estratégico de establecer bases militares en Birmania, Tailandia y Camboya para contrarrestar el control que ejerce EEUU sobre el estrecho de Malaca.El estrecho de Malaca, que une los océanos Índico y Pací­fico, es la ruta marí­tima más corta entre el Golfo Pérsico y China, y es el cuello de botella clave de Asia. Más del 80% de las importaciones de petróleo de China son transportadas por buques petroleros que transitan por el estrecho de Malaca. Pekí­n también conoce la importancia estratégica de Birmania. Desde que China se dio cuenta de que EEUU estaba decidida a militarizar unilateralmente los campos petroleros de Oriente Próximo en 2003, Pekí­n ha reforzado su compromiso con Birmania.En años reciente Pekí­n ha invertido miles de millones de dólares en asistencia militar a Birmania. China ha construido ví­as férreas y carreteras en Birmania y obtuvo permiso para estacionar sus soldados en ese paí­s. China, de acuerdo con fuentes de defensa de India, también ha construido una gran instalación de vigilancia electrónica en las Islas Coco de Birmania y está construyendo bases navales para acceder al océano Índico.

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