Bebe Lindane

El peligro de intoxicación por el pesticida Lindane sigue vivo en el norte de España. Un reciente reportaje en TVE daba cuenta del mayor desastre medioambiental de Europa, los vertidos incontrolados de Lindane en Sabiñánigo, Huesca.

Pero la polémica también persiste en Barakaldo (Bizkaia), donde una plataforma vecinal reclama la desconexión del pantano de Oiola de la red que abastece a más de 100 mil barakaldeses de agua.

Desde la primera alarma el 29 de julio de 2008, ha habido que desconectar el pantano varias veces, la última el pasado mes de diciembre. En todo este tiempo no se han localizado los focos de contaminación ni se ha avanzado en la destrucción de los restos acumulados.

Algunos lo achacan genéricamente al pasado industrial, pero el caso Lindane es un atentado más a nuestra salud pública fruto de la impunidad de las grandes multinacionales químicas en nuestro país.

El Lindane, pesticida de la familia de los ya prohibidos organoclorados, se empezó a producir a principios de los años cincuenta en Euskadi.

Las empresas Nexana Industria Química (Asua, Erandio) y Bilbao Chemicals (Ansio, Baracaldo), iniciaron su andadura hacia 1966, en la gran zona industrial de la Ría del Nervión.

Eran empresas «pantalla» de Boehringer y Merck, dos gigantes químicos alemán y norteamericano respectivamente.

Los vertidos descontrolados, voluntariamente esparcidos por el Gran Bilbao, de decenas de miles de toneladas de los residuos tóxicos que generaba la producción del Lindane puro era la forma de ahorrarse costes.

El problema de los metabolitos residuales en el proceso de producción no era baladí. Por cada 10 kg de Lindano producido se generaban 85 kg de residuos tóxicos.

El peligro reside en que es una sustancia persistente en el medioambiente, que se acumula en el tejido graso y se magnifica dentro de la cadena alimentaria, de forma que en el hombre se pueden llegar a acumular concentraciones muy superiores a las del medio ambiente. Su sola presencia ya implica peligro.

Se relaciona con cáncer de mama, linfoma, malformaciones fetales y alteraciones hormonales.

No hubo ninguna exigencia al respecto hasta finales de los ochenta, cuando los vertidos habían adquirido unas dimensiones desorbitadas. La producción de Lindano fue prohibida definitivamente en 1994 y las fábricas paralizadas fueron abandonadas repletas de residuos tóxicos en condiciones (todavía hoy) inseguras.

«Las bases de partida (del problema del Lindane, HCH) eran, pues, 4.500 toneladas de HCH puro en pabellones de Bilbao Chemicals, 82.000 toneladas de HCH vertidas en 35 vertederos, y aproximadamente 500.000 metros cúbicos de suelos contaminados por HCH…

Respecto a la celda de seguridad de la margen derecha, que se ubicará en terrenos del

propio aeropuerto de Bilbao, dentro del término municipal de Loiu, (…) El costo total de la obra asciende aproximadamente a 800 millones de pesetas, y la financiación se realiza con la aportación de 250 millones de las empresas alemanas Boehringer y Merck (que, como recordarán, eran las que explotaban la creación del “lindane”), y el resto al 50 por ciento entre el Gobierno Vasco y AENA». (Diario de Sesiones del Parlamento Vasco, diciembre 1995)

Se calcula en cientos de millones de euros la inversión necesaria para crear una situación mínimamente aceptable para las poblaciones afectadas en Aragón y Euskadi.

Pero, ¿cómo han repuesto el daño las empresas contaminantes? No lo hicieron, o no en forma proporcional al daño causado.

El propietario de la planta de Huesca eludió toda multa y condena.

Pero lo más alarmante es que las dos multinacionales, alemana y norteamericana, literalmente compraron su impunidad al gobierno vasco a principios de los noventa, cuando gobernaban en coalición PNV y PSE, por cuatro millones de euros.

Parece ser que al acuerdo iba asociado algún tipo de pacto de silencio, puesto las empresas y el propio gobierno vasco ocultaron las condiciones desde el momento de su firma.

Las empresas llegaron a negar públicamente que hubieran aportado dinero para la limpieza del Lindane.

Lo que sí se sabe es que cuando el gobierno vasco conminó a Merck y Boehringer a reponer el daño como habían hecho en Hamburgo, la contestación fue «España no es Alemania».

Efectivamente, unos años antes, en diciembre de 1983, Boehringer fue la primera fábrica obligada a cerrar en Alemania por contaminar con residuos de Lindane la población circundante y causar un aumento de las malformaciones fetales.

En España, la cantidad por la que compraron su impunidad fue irrisoria. Nunca se ha hecho una investigación seria sobre las condiciones del acuerdo y la responsabilidad de unos y otros.

Para ellos España se parece más a Bhopal (Union Carbide) o Vietnam (Agente Naranja) que a Alemania.

Será por eso que el Gobierno Vasco nunca ha ido al fondo del problema. La magnitud real de la contaminación y sus efectos sobre la salud siguen siendo ampliamente desconocidas.

«Para ellos España es como Bhopal o Vietnam (Agente Naranja)»

Ahora hay quien dice que no hay que buscar culpables sino soluciones, pero si los mismos que hicieron los vertidos se van de rositas el problema se acaba repitiendo.

De hecho España ha padecido varios dramas ecológicos y atentados a la salud pública que han pasado sin castigo, todos asociados a la impunidad de multinacionales o gobiernos extranjeros.

Desde el vertido de Aznalcollar, el síndrome tóxico o los asesinatos impunes con fármacos con Lipobay o los filtros defectuosos Baxter para diálisis.

Además, el problema del Lindano se ha ido complicando con el tiempo, tanto por el hecho de que allí donde se levanta una piedra en la zona aparece Lindane (aeropuerto de Loiu, Max Center, etc.) como porque el almacenaje, traslado y procesamiento no se ha hecho siempre con las medidas de seguridad adecuadas.

Y, al no detectar el foco contaminante, se contamina periódicamente el suministro de agua de Barakaldo y parte de Sestao en el embalse de Oiola.

El miedo de los vecinos a que se esté rebajando el nivel de alerta en los exámenes que regularmente hay que hacerle al agua tiene un trasfondo económico.

El diario online barakaldodigital.com publica las actas de una sesión de la comisión de seguimiento de la contaminación del embalse de Oiola, de octubre de 2010, en las que el director de Urbanismo del Ayuntamiento de Barakaldo, Pedro Jáuregi (PSE), se resiste repetidamente a las exigencias de vigilancia del Ejecutivo autonómico y usa como argumento los costes que suponen dejar de usar el agua del embalse contaminado: 65.000 euros al mes.

Esto ocurrió un año antes de que los análisis detectaran de nuevo niveles peligrosos del pesticida y se prohibiera el consumo del agua de Oiola.

Es imprescindible democratizar la gestión del Lindane, poner el asunto en manos de expertos independientes que garanticen la descontaminación, la reposición del daño causado y el suministro libre 100% de Lindane. No es alarmismo, es precaución. Nuestra salud va en ello.