Actualidad cientí­fica

Bacterias, obesidad y danones

Un experimento* con gemelos humanos y ratones indica que la flora intestinal es decisiva en la obesidad. Los gérmenes de las personas obesas hacen que la grasa se acumule.

En animales, su engorde a través de modificar su flora intestinal es una práctica habitual en la industria ganadera desde hace 50 años. Para ello se usan productos antibióticos o pro-bióticos, alimentos con microorganismos vivos que permanecen en el intestino y ejercen ciertos efectos fisiológicos. Hoy el uso de antibióticos para el engorde del ganado está prohibida en la UE, no así en EEUU.

Implicaciones científicas

Las implicaciones de conocer la relación entre la microbiota (la flora bacteriana) y los animales son más altas que las puramente tecnológicas. O sea, sus aplicaciones en la producción o en la medicina. Atañen a acumular datos entorno a un hecho biológico evolutivo, el salto entre el nivel de vida bacteriano (celular) y el nivel animal. Salto cuyas leyes no han sido todavía hoy desentrañadas.

Un salto del que han emergido milagros naturales. Sin su flora intestinal, las vacas no podrían digerir la celulosa ni las termitas alimentarse de madera. No es su intestino, sino su flora intestinal, la que se lo permite. Cómo se ha llegado a producir tal asombrosa asociación forma parte de dar explicación al origen y evolución de la vida. «Las bacterias intestinales son decisivas en la obesidad»

No debemos de perder de vista este marco, de lo contrario caemos en el error de reducir la ciencia sólo a sus, por otro lado importantísimas, aplicaciones tecnológicas.

Adelgazar y ganar en salud

Nadie duda de que la obesidad es uno de los jugadores activos de las grandes epidemias que asolan las sociedades desarrolladas actuales. Obesidad, hipertensión, diabetes, ictus, infarto, cáncer, Alzheimer… son un cóctel cuyos ingredientes se van desentrañando de forma deslabazada y en el que la inflamación crónica parece jugar un papel básico.

Dieta, ejercicio, estrés, genética. A estos ingredientes, entrelazados de formas todavía no del todo aclarados, hay que sumar las bacterias intestinales.

Para cada uno, o para todos de golpe, se han propuesto múltiples soluciones médicas, quirúrgicas o simplemente higiénicas, de cambio en el “estilo de vida”.

Hasta ahora se sabía que la obesidad se asocia con una reducción en las bacterias Gram-negativas, (específicamente los miembros de las Bacteroides), y un incremento en bacterias Gram-positivas Firmicutes1 (las que están presentes en yogures y alimentos pro-bióticos). Además, se ha demostrado que los obesos tienen menos diversidad bacteriana; ahí es donde actúan las frutas y verduras, promoviendo dicha divesidad.«Un cerdo atiborrado de pro-bióticos, gana un 10% en la báscula»

La novedad del estudio que nos ocupa es que adelgazaron animales modificando su flora bacteriana con bacterias procedentes de individuos delgados.

Las bacterias intestinales de hermanos gemelos humanos fueron inoculadas a ratones modificados genéticamente para no tener flora intestinal propia. A los que les inocularon las bacterias intestinales del gemelo gordo, engordaron; y a las impregnadas con bacterias del gemelo flaco, adelgazaron.

Y todo esto con independencia de la dieta. Los causantes de tal efecto eran los gérmenes. Tal es así que la transferencia de gérmenes del gemelo delgado a los ratones gordos provocó su adelgazamiento.

La batalla de la microbiota

Se calcula que el ser humano tiene en su interior unas 2.000 especies bacterianas diferentes (microbiota intestinal).

Diversos estudios han demostrado que el equilibrio en la microbiota, junto a su asociación con las células del intestino (endotelio), permite gobernar el balance energético. Por un lado, secretando hormonas que provocan la sensación de saciedad después de cada comida. Y también, el que los carbohidratos (azúcares) de la dieta se almacenen en forma de ácidos grasos (grasa). Cuando se rompe el equilibrio, se genera un descontrol que lleva a la obesidad.

Pues bien, el estudio publicado en Science contribuye a concebir de conjunto las interacciones relevantes entre la dieta, la masa corporal y los microbios intestinales. Y por tanto concebir estrategias que toquen estas teclas.

Cuando se crían juntos ratones gordos y delgados, dado que estos animales se comen unos las heces de otros, se mezclan sus bacterias intestinales, se abre la “batalla de la microbiota”.

En tan sólo 10 días, los ratones gordos adelgazaron y normalizaron sus indicadores metabólicos indicativos de obesidad.

Pero esto sólo funciona con dietas equilibradas, no si los ratones gordos reciben una dieta occidental típica, a base de mucha grasa y poca fibra.

Cierto es que con este estudio se abre la posibilidad de desarrollar terapias “pro-bióticas” para tratar la obesidad. En otras palabras: tragarse las bacterias adecuadas para adelgazar. Pero no se puede concebir el combate a la obesidad tocando sólo una de las teclas.

* Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en Saint Louis, el CNRS en Marsella, la Universidad de Copenhague y otra media docena de instituciones.

Danone, no sólo publicidad engañosa

Un estudio realizado por Didier Raoult en 2009, director del laboratorio de virología en el Hospital de la Timone, Marsella, afirmaba que los yogures y otras bebidas lácteas hinchadas de pro-bióticos que nos hacen tragar desde hace cerca de 20 años tendrían un papel serio en la epidemia de obesidad que golpea a los niños en Francia y otros paises con dietas similares. Desde finales de septiembre de 2011, ya no hay publicidad en la televisión (francesa).

Las bacterias que tanto se anuncian ayudan a regular la actividad intestinal y las defensas, son las mismas que se usan en la cría industrial de ganado. Estos probióticos incluyen Firmicutes (la arriba mentada familia de bacterias que contienen los lactobacilos, bifidus y enterococos). Son activadores del crecimiento para hacer engordar más rápidamente a los cerdos y pollos. Un cerdo atiborrado de pro-bióticos, gana un 10% en la báscula. Y esto es a lo que Danone incita cuando recomienda que los niños tomen Actimel para reforzar las defensas (¿han desayunado tus defensas?) o que las mujeres regulen su tránsito intestinal.

Tanto las autoridades europeas como las norteamericanas penalizaron la publicidad engañosa de Danone al no haber evidencias científicas sobre las bondades anunciadas. El estudio del científico francés contribuyó a objetivizar que las concentraciones de bacterias pro-bióticas en los alimentos funcionales y yogures son las mismas que en los productos para engorde animal. Es más, la gente obesa, según estudios comparativos, tiene unas cantidades mucho mayores de pro-bióticos que los no obesos.

En medio de una auténtica epidemia de obesidad infantil en muchos países, los alimentos funcionales, incluyendo los productos lácteos fermentados que contienen probióticos, están ganando popularidad entre los niños.

Muy pocos estudios conectan una cosa y la otra. Los efectos a largo plazo de los probióticos como suplementos alimenticios humanos, o como terapia nutricional no han sido evaluados rigurosamente. La regulación para su consumo humano es menos estricta que para su uso animal. Gracias a ello, los grupos Actimel Europa y Activia Europa valen en conjunto nada menos que 15.000 millones de euros.

Luego nos vienen con que la obesidad es cuestión de estilos de vida. ¡Claro!, unos engordamos (y morimos antes) para que engorden las cuentas de beneficios de unos pocos.

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