SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Aznar y el profesor Moriarty

José María Aznar se ha convertido en el profesor Moriarty de la política española. Está y no está. Habla poco, pero todo el mundo le escucha con atención cuando toma la palabra. Vive en la ausencia y preside la fundación política con más garra y presupuesto. Pasa mucho tiempo en el extranjero, pero en Madrid se le atribuyen constantes movimientos entre bastidores. “Aznar dice…”, “Aznar piensa…”, “Aznar cree…” “Aznar se ha visto con…”.

Aznar –que está y no está–, está contra todos. Contra casi todos. Aznar se ha convertido en el Gran Antagonista del grupo dirigente de su partido, de la oposición de izquierdas y de los nacionalistas catalanes y vascos, a los que ya tacha, sin ambages, de traidores. (Con fortísima irritación cuando le mencionan la palabra Catalunya). A ninguno de los principales actores del actual cuadro político español, a ninguno, les gustaría hallarse a solas con el profesor Moriarty al borde de las agrestes cataratas de Reichenbach, en los Alpes suizos, como le ocurrió en una ocasión al intrépido Sherlock Holmes.

Aznar, el caballero castellano que mira de frente en El entierro del conde de Orgaz, con un bigote que está y no está, con una sonrisa que se transforma fácilmente en mueca, y con una tremenda claridad argumental, ha sabido construir un campo magnético a su alrededor. Es temido y es temible.

La pregunta hoy más pertinente es por qué motivo el personaje ha decidido cambiar de guión. Sir Arthur Conan Doyle jugueteó largo tiempo con el misterioso James Moriarty y sólo lo hizo aparecer en la decisiva escena de las cataratas de Reichenbach –en el relato titulado “El problema final”–, cuando ya estaba harto de tantos misterios y creía llegado el momento de archivar al detective Holmes. (Tuvo que resucitar la serie , a petición del público).

Aznar pidió ser entrevistado en televisión para decir en público lo que lleva mucho tiempo diciendo en privado. Ha dado el paso. Ha acelerado el relato. Tras presentarse como “el Hombre Fuerte que puede necesitar España”, sólo caben tres posibilidades: que el profesor Moriarty se cargue a Rajoy –¿un congreso extraordinario del PP, o una más que improbable rebelión de diputados populares en el Congreso?–; que Rajoy rectifique y asuma los mandamientos aznarianos, revelados el martes en Antena 3: inmediata rebaja de impuestos y guerra santa a los catalanes, sin respiro, sin tregua y sin cuartel–, o que el profesor Moriarty pierda el equilibrio y caiga, esta vez él solo, en las peligrosas cataratas de Reichenbach.

Rajoy no va a ceder: los ministros están con su presidente y el PP tiene una estructura vertical difícil de romper desde fuera de la calle Génova, por mucho que apriete la prensa amiga de Moriarty. Hay un dato clave para entender la embestida, mientras el juez Ruz instruye el caso Gürtel y se conocen nuevos detalles del agujero Bankia. Aznar tiene campo magnético, pero no inmunidad parlamentaria. (Seguirá).

Deja una respuesta