Austeridad, recortes y conflictividad social

«La actual crisis financiera y económica y, sobre todo, la crisis de la deuda europea y estadounidense están obligando a los gobiernos a aplicar unas polí­ticas de recorte que conllevan un alto riesgo de inestabilidad y violencia social. Se ha vivido en Grecia a partir de 2009, cuando el gobierno de Papandreu fue intervenido y obligado a drásticos recortes, y también recientemente en el Reino Unido, donde la eficaz policí­a británica se ha visto superada por masas de jóvenes enfurecidos.»

Un estudio reciente, tras analizar la historia de la violencia social en Euroa entre 1919 y 2009 concluye que existe una estrecha relación entre las políticas de austeridad y recorte del gasto y la inestabilidad y los estallidos de violencia. Es decir, a más recortes más violencia. Europa no ha vivido una situación así desde el periodo de entreguerras, cuando muchos países, entre ellos Alemania, Finlandia o España sufrieron momentos de intensa conflictividad. Si se cumplen los vaticinios de que a Europa le espera un decenio de recortes, se puede aventurar que le esperan años de conflictividad. (LA VANGUARDIA) EL MUNDO.- El lanzamiento de bruselbonos sin el respaldo alemán no haría más que empeorar las cosas porque se crearía una competencia entre el bund germano y el del resto de la zona del euro que casi con toda seguridad arrastraría al abismo al recién creado. Por eso, Alemania es imprescindible en el eurobono, aunque se entiendan las reticencias de Angela Merkel: según el instituto Ifo de Múnich, el sobrecoste por la subida de los intereses que supondría la deuda conjunta europea para el Tesoro alemán sería de 47.000 millones de euros. Es lógico, pues, y así debería ser aceptado por todos los gobiernos, que la creación de los eurobonos llevara aparejado el control exhaustivo de las cuentas de los países que se integraran y una vigilancia constante para que llevaran a cabo las reformas necesarias; en definitiva, otro paso en la pérdida de soberanía nacional. EL PAÍS.- Apple, la compañía informática que se ha encaramado al pódium bursátil mundial, vale más para los mercados financieros que los 32 principales bancos de la zona euro. Juntos. Es una comparación que hizo fortuna entre los analistas al cierre de los mercados esta semana, corolario de un mes nefasto para las entidades europeas. Desde el arranque de 2009, cuando las réplicas financieras de la quiebra de Lehman Brothers aún coleaban, la cotización de la banca europea no había alcanzado un punto tan bajo. Y, aunque la realidad económica y las Bolsas no responden siempre a los mismos criterios, el foco de preocupación es esta vez el mismo: las crecientes dificultades de los gigantes bancarios europeos para lograr liquidez en los mercados. Editorial. La Vanguardia Recortes y conflictividad El sentido común indica que, a mayor pobreza y desigualdad social, más descohesión y conflicto. Europa ha vivido la segunda mitad del siglo XX y la primera década del XXI con un grado de bienestar social jamás alcanzado por la humanidad, lo que ha determinado unos niveles de cohesión también muy altos y, por tanto, poca conflictividad. Pero la actual crisis financiera y económica y, sobre todo, la crisis de la deuda europea y estadounidense están obligando a los gobiernos a aplicar unas políticas de recorte que conllevan un alto riesgo de inestabilidad y violencia social. Se ha vivido en Grecia a partir de 2009, cuando el gobierno de Papandreu fue intervenido y obligado a drásticos recortes, y también recientemente en el Reino Unido, donde la eficaz policía británica se ha visto superada por masas de jóvenes enfurecidos. Un estudio reciente, Austerity and Anarchy: Budget Cuts and Social Unrest in Europe, tras analizar la historia de la violencia social en Europa entre 1919 y 2009 concluye que existe una estrecha relación entre las políticas de austeridad y recorte del gasto y la inestabilidad y los estallidos de violencia. Es decir, a más recortes más violencia. Europa no ha vivido una situación así desde el periodo de entreguerras, cuando muchos países, entre ellos Alemania, Finlandia o España sufrieron momentos de intensa conflictividad. Si se cumplen los vaticinios de que a Europa le espera un decenio de recortes, se puede aventurar que le esperan años de conflictividad. El reto para los gobiernos, y en particular el de España, es cómo crecer sin la ayuda de los Estados, obligados como están a unas duras políticas de austeridad. Si no hay crecimiento, o este es muy bajo, no se crea empleo y, por tanto, la desigualdad social y el malestar se hacen más evidentes, lo que provoca situaciones de riesgo de explosión social como los citados más arriba. Hasta ahora, la ortodoxia liberal señalaba que a más recortes del sector público, mayor crecimiento. Pero hace pocas semanas un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) cuestionaba los efectos benéficos de las políticas de austeridad y, ahora, otro estudio revela que los recortes conducen al malestar social y que este es más profundo cuanto más intenso es el recorte. Conviene, por tanto, reflexionar sobre las políticas que acometer para salir del marasmo económico en el que se encuentran los países europeos, entre ellos España. Y conviene que se aporten soluciones que equilibren los riesgos. LA VANGUARDIA. 21-8-2011 Editorial. El Mundo Eurobonos para asegurar el futuro de la moneda única La emisión de eurobonos, entendidos como deuda conjunta de los países de la zona del euro, se abre paso irremediablemente. Si hace apenas unos meses ni siquiera estaba en la agenda de los líderes políticos, hoy ya se ven como uno de los instrumentos necesarios para paliar parte de las consecuencias funestas que esta crisis de la deuda está teniendo en las economías del euro. Porque es indudable que la única forma de conseguir adelantar el final de la incertidumbre provocada por la debacle financiera será acelerar el proceso de integración europea. En este punto, no podemos olvidar, aunque parezca una perogrullada, que la permanencia del euro depende de que todos los países que lo integran se impliquen en ello. Por eso, en esta cuestión concreta de los eurobonos, que la Comisión Europea estudie crearlos al margen de la participación de Alemania está bien como estrategia de presión o como mero análisis de la situación, pero no tiene ningún sentido económico. Simplemente porque cuando la familia tiene que cerrar filas ante una catástrofe económica es absurdo dejar fuera al hermano más rico. Por eso, el lanzamiento de bruselbonos sin el respaldo alemán no haría más que empeorar las cosas porque se crearía una competencia entre el bund germano y el del resto de la zona del euro que casi con toda seguridad arrastraría al abismo al recién creado. Por eso, Alemania es imprescindible en el eurobono, aunque se entiendan las reticencias de Angela Merkel: según el instituto Ifo de Múnich, el sobrecoste por la subida de los intereses que supondría la deuda conjunta europea para el Tesoro alemán sería de 47.000 millones de euros. Es lógico, pues, y así debería ser aceptado por todos los gobiernos, que la creación de los eurobonos llevara aparejado el control exhaustivo de las cuentas de los países que se integraran y una vigilancia constante para que llevaran a cabo las reformas necesarias; en definitiva, otro paso en la pérdida de soberanía nacional. Y es ahí donde creemos que hay que centrar el debate. Lo que estamos viendo en los mercados este mes de agosto es de tal calado que urge la toma de decisiones políticas drásticas. Desde el primer rescate de Grecia, en mayo de 2010, los políticos han ido por detrás de la crisis y así hemos llegado a una situación contradictoria en la que, por ejemplo, los organismos internacionales exigen recortes de gasto a los países que más necesitan crecer y los gobiernos suben impuestos a la población que debería disponer de más recursos para elevar el consumo. Nicolas Sarkozy decía la semana pasada, tras su reunión con Angela Merkel, que los eurobonos «podrían ser una solución al final del camino hacia la integración europea, no al principio». Pero en este crítico momento quizá fuera una buena solución saltarse los pasos intermedios que quedan, lanzar los eurobonos -con Alemania- y acometer las reformas políticas que hicieran falta en las instituciones europeas para conformar un verdadero Gobierno de la zona euro. Porque ahora hay que pedir una gran altura de miras a un gobernante para que piense en cómo mejorar la vida de todos los ciudadanos europeos mientras depende de sus electores nacionales para mantenerse en el poder. Hasta entonces seguiremos al pairo de los acontecimientos EL MUNDO. 21-8-2011 Economía. El País La crisis bancaria regresa a Europa Alejandro Bolaños Apple, la compañía informática que se ha encaramado al pódium bursátil mundial, vale más para los mercados financieros que los 32 principales bancos de la zona euro. Juntos. Es una comparación que hizo fortuna entre los analistas al cierre de los mercados esta semana, corolario de un mes nefasto para las entidades europeas. Desde el arranque de 2009, cuando las réplicas financieras de la quiebra de Lehman Brothers aún coleaban, la cotización de la banca europea no había alcanzado un punto tan bajo. Y, aunque la realidad económica y las Bolsas no responden siempre a los mismos criterios, el foco de preocupación es esta vez el mismo: las crecientes dificultades de los gigantes bancarios europeos para lograr liquidez en los mercados. La sequía de liquidez en el mercado interbancario fue uno de los síntomas más evidentes de la brutal crisis desatada por el fiasco de las hipotecas basura en los mercados financieros, que llegó a su cénit en septiembre de 2008 con la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers. El desplome de las cotizaciones de la banca corrió en paralelo a sus enormes dificultades para lograr financiación a corto plazo en los mercados. Nadie sabía cuál era la exposición real de cada entidad a títulos tóxicos que ya no tenían ningún valor. Y la operaciones de préstamo entre bancos se redujeron a la mínima expresión. Solo la decisión de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo de suministrar liquidez a las entidades que lo necesitaran salvó la situación. Desde mediados de 2009, las Bolsas occidentales, con altibajos, habían perseverado en su particular recuperación. Pero a mediados de junio, tras las pruebas de resistencia a la banca europea, enfilaron otra vez la cuesta abajo. Las dificultades de la UE para pactar un segundo paquete de ayuda a Grecia dispararon las dudas de los inversores y las operaciones especulativas con valores europeos. La crisis de la deuda pública se extendió a países cada vez más próximos al núcleo de la zona euro. Y se enredó con los primeros indicios de que el crecimiento económico desfallece, de que hay riesgo de una nueva recesión. Pero lo que acabó por despeñar las Bolsas fue la retirada masiva de los valores bancarios europeos en las dos últimas semanas. "Lo peor que le puede pasar a una economía es una crisis bancaria", advierte José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, que recuerda los efectos sobre el crédito y la confianza que tuvo la crisis bancaria de 2008, preludio de la Gran Recesión de 2009. "No estamos aún ahí, pero la situación es preocupante", añadió. Los indicios de un endurecimiento en el acceso a la liquidez para los bancos europeos se amontonan. En el mercado interbancario (ver gráfico), las entidades tienen que pagar primas de riesgo mayores por operaciones de préstamo a corto plazo (a tres meses o a un año). La apelación al crédito del Banco Central Europeo ha vuelto a aumentar: en julio, los bancos italianos duplicaron su dependencia de la financiación del BCE hasta los 80.000 millones, el mayor nivel en la crisis financiera. Y cada vez más entidades colocar su dinero como depósito de urgencia en el propio banco central, aunque le den menos rendimiento (0,75%) que prestárselo a otros bancos. "Nos tomamos estas señales en serio, pero no es comparable con lo que ocurrió tras la quiebra de Lehman Brothers", matizó el viernes Jürgen Stark, economista jefe del BCE, quien recordó que el nivel diario depósitos de urgencia está a la mitad que entonces (90.000 frente 200.000 millones). Pero hay discrepancias, incluso entre los supervisores. "No hace falta mucho para otro colapso del mercado interbancario", advertía un día antes el economista jefe del Banco de Suecia, Lars Frissell. Y un consejero del Banco de Inglaterra abogó ese mismo día por reducir temporalmente las exigencias de capital a la banca. Los bancos británicos (RBS, Lloyds, Barclays) están entre los más castigados por las Bolsas en los últimos días. El motivo es el mismo que ha penalizado a la banca suiza, al alemán Deutsche Bank o al francés Société Génerale, que suma además las dudas sobre su rentabilidad y sobre las consecuencias de su exposición a la deuda pública italiana. Son grandes bancos que obtienen buena parte de su financiación de los mercados mayoristas, no de los depósitos de sus clientes. Y a los que el acceso a la financiación a corto plazo en dólares se hace cada vez más difícil. Los fondos monetarios estadounidenses, que financian títulos a corto plazo de la banca, destinaban más de la mitad de sus recursos a los bancos del Viejo Continente, pero en los últimos meses han reducido su exposición. Y la débil posición de liquidez de las filiales estadounidenses de la banca europea ha disparado la alarma de la Reserva Federal. Las medidas para facilitar el acceso a la liquidez que pusieron en marcha el BCE y la Fed son ahora el mejor parapeto ante la creciente marea de desconfianza. Pero lo que viene no es tranquilizador: septiembre es, estadísticamente, el peor mes para las Bolsas. Es también el mes en el que se concentran los vencimientos de la deuda pública italiana (70.000 millones), en el que debe validarse el fondo de rescate de la UE, en el que se tendrá información concluyente sobre el riesgo de otra recesión. Todo volverá a confluir en la banca. EL PAÍS. 21-8-2011

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