Paraguay: manifestaciones campesinas y rechazo al Plan "anticrisis"

Aumentan las tensiones en Paraguay: ¿Lugo «vedepatrias»?

Tras 60 años de dominio de la dictadura y el partido de la derecha (Alfredo Stroessner (1954-1989) y el Partido Colorado, respectivamente) llegó al gobierno la izquierda al Paraguay. Pero ha bastado menos de un año del gobierno de Fernando Lugo para que el conflicto social estalle en el paí­s, principalmente de la mano de las organizaciones campesinas que exigen la prometida reforma agraria. Aunque respaldan a Lugo -reconocen que las históricas injusticias del campo son producto de los anteriores gobiernos- exigen al presidente mayor celeridad en la reforma. La fuerte represión de gobierno a una marcha campesina no ha hecho más que avivar el fuego de este, ya de por sí­, intenso conflicto.

El mantenimiento de Dionisio Borda como Ministra de Hacienda, roveniente del aparato de los gobiernos de la derecha y con vínculos con el FMI, es para muchos un signo indiscutible del “continuismo” del gobierno de Lugo. Por si fuera poco, el Plan anticrisis del gobierno se encuentra con el rechazo de los principales sindicatos del país. Pero, contradictoriamente, al mismo tiempo, el plan del gobierno cuenta con el rechazo del Partido Colorado y otras fuerzas oficiales de sectores de la oligarquía. También, desde el primer momento, el gobierno de Lugo se ha sumado totalmente a las iniciativas de Venezuela, Bolivia, Brasil y demás países del Frente Antihegemonista en Iberoamérica. No enfrentamos, pues, a una realidad compleja, llena de matices, en la que hay que despejar el carácter de las fuerzas en acción y sus intereses. Primero, las fuerzas de masas campesinas son uno de los principales respaldos del gobierno. Sus justas reivindicaciones (Paraguay es el primer país de concentración de la tierra del mundo, donde el terrateniente es rey) y su posición dominante de “apoyo y exigencia” a Lugo, es la línea a seguir. Es en estas fuerzas -a pesar de la “impaciencia” que se pueda apoderar de ellas y el peligro potencial de ser utilizadas por fuerzas ajenas para desestabilizar el gobierno- se encuentra una base de apoyo popular para las trasformaciones más importantes del país. Segundo, todos los llamamientos “izquierdistas”, acusaciones a Lugo de “continuismo”, magnificación de los errores o utilización de sus debilidades, provienen de sectores de la izquierda despistados o de agentes del imperialismo que objetivamente a lo único que sirven es para desacreditar, desprestigiar y desestabilizar al naciente gobierno de Lugo. Tercero, lo que hay que exigirle al gobierno de Lugo es que -siguiendo el ejemplo de Venezuela o Bolivia- radicalice sus posiciones apoyándose en el conjunto del pueblo paraguayo, por ejemplo, a través de un referéndum constitucional. Que promueva un camino de profundización de la democracia, al tiempo que depura a las fuerzas reaccionarias prohegemonistas que –inevitablemente- siguen en el corazón del Estado a través de los mandos militares, de la justicia, parlamentarios… producto de más de 60 años de un Estado oligárquico. Y en este camino, apoyarse en los países progresistas de la región. El estallido de la crisis, que previsiblemente tendrá una honda repercusión en Paraguay, emplaza al gobierno de Lugo a acelerar su camino de trasformación del país sabiéndose ganar a las fuerzas populares y democráticas. Hay mucho en juego y muchos peligros al acecho.

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