Áspero trato para Merkel en Washington

Las declaraciones y las formas mostraron a un Donald Trump poniendo ásperamente en su sitio a la canciller

La canciller alemana, Ángela Merkel, ha viajado hasta Washington para mantener su primer encuentro con Donald Trump. Las intenciones de la nueva Casa Blanca por debilitar y arrinconar el liderazgo alemán de la UE, potenciando el Brexit y otras líneas de fractura, han creado una relación tirante. La nueva línea internacional de Washington busca encuadrar a Alemania y a las potencias europeas en un papel más subordinado en el tablero internacional.

Las relaciones entre Trump y Merkel no tienen nada que ver con la sintonía entre la canciller y Barack Obama, que la llegó a considerar “su mayor sostén internacional”. En su lugar, Trump celebró en su momento el resultado del Brexit como “grandioso e histórico” y llegó a tildar a la UE como “básicamente un vehículo para Alemania”. El nuevo presidente parece buscar la laminación europea -o al menos tensar sus costuras- creando las condiciones para que una UE más débil y desestructurada pueda ser sometida más intensamente a los dictados norteamericanos.

El traslado del centro geopolítico del mundo al área del Asia-Pacífico condenan inevitablemente a Europa y a su potencia central, Alemania a un papel cada vez más secundario e irrelevante en el tablero mundial. Washington necesita forzar la subordinación de la UE y de Berlín, empujándoles a que ocupen su nuevo y menos significativo rincón.

En la agenda de la canciller, además de la relación entre ambos países, estaban los tratados comerciales entre EEUU y la UE, los intereses de los monopolios germanos, y la OTAN los problemas con Rusia en Ucrania. La diplomacia germana pretendía tender puentes de comunicación, con miras a cerrar acuerdos posteriores en próximas citas: las cumbres del G-7 y la OTAN serán en mayo y en julio se celebra un G-20 en Alemania.

En cambio, la diplomacia que recibió por parte de Trump podría calificarse de ambivalente: elogios y reproches, halagos y advertencias. El Departamento de Estado dijo querer “construir una relación personal” entre ambos mandatarios, pero por otro lado las declaraciones y las formas mostraron a un Donald Trump poniendo ásperamente en su sitio a la canciller. Hasta en los gestos: el norteamericano se hizo el despistado cuando la alemana le ofreció la mano para quedar retratados ante los fotógrafos. No somos amigos, no te confundas.

Ante el conflicto de Ucrania, donde Merkel sostiene una posición de dureza con Moscú y recela del acercamiento de Trump y Putin, aparentemente se han acercado las posturas. Trump alabó la contribución alemana en la lucha contra el Daesh. Pero acto seguido lanzó uno de sus dardos: «Alemania debe grandes sumas de dinero a la OTAN» y «EEUU debe ser mejor retribuido por la poderosa y onerosa defensa que proporciona a Alemania», tuiteó Trump después de su reunión con la canciller.

Bofetada que tuvo que ser desmentida por la ministra de Defensa germana, argumentando que su país hace cualitativas contribuciones a la OTAN en forma de misiones y añadiendo que la canciller Merkel se ha comprometido en varias ocasiones a aumentar el gasto militar alemán hasta el 2% del PIB (actualmente es el 1,2%).

Otro punto de choque profundo es la política comercial. Alemania tiene el mayor superávit comercial del planeta (253.000 millones de euros en 2016), mientras que EEUU tiene un déficit en su balanza de 470.000 millones (50.000 millones con Alemania). Trump ha declarado que Alemania es el principal escollo para un acuerdo comercial transatlántico, y ha acusado a Berlín de beneficiarse de un euro «muy infravalorado» para aprovecharse de EEUU, multiplicando sus exportaciones. “Hasta ahora los negociadores alemanes lo han hecho mucho mejor que los estadounidenses, pero eso va a cambiar”, aseguró Trump.

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