SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Artur Mas pierde su apuesta

Los electores catalanes han desautorizado a Artur Mas. Si las de ayer hubieran sido unas elecciones normales, CiU habría tenido un éxito relativo porque con 50 diputados (sobre 135) es el único partido que puede formar gobierno. Pero no lo eran. Artur Mas disolvió el parlamento porque quería unas “elecciones plebiscitarias” que le dieran una “mayoría excepcional” para imponer su política de “transición nacional” mediante “la consulta”, la llave de la independencia. Y lo hizo montado en la onda soberanista de la gran manifestación del 11 de setiembre.

Ahora no sólo no ha obtenido la mayoría absoluta de 68 diputados que pedía, sino que no ha logrado mantener los 62 escaños y ha sufrido un severo castigo (12 diputados menos). La disolución no ha beneficiado a CiU. La ganadora ha sido ERC, bastante más radical, que ha pasado de 10 a 21 diputados.

Artur Mas ha salido pues malparado de su arriesgada apuesta y ahora tiene un problema de gobernabilidad porque lo primero que tendrá que hacer –una vez reelegido en el Parlament- es presentar los presupuestos del 2013, que deberán ser muy duros. ¿Con qué socio los puede aprobar? A corto, una reconducción del pacto con el PP es imposible porque debería rectificar la exigencia de la consulta que ha sido el eje de su campaña. Al inicio de la pasada legislatura, el PSC podría haber sido un socio estable, ahora es casi imposible. El PSC ha perdido 8 diputados sobre el ya mal resultado del 2010 y se queda en 20. Es algo mejor de lo que decían las encuestas, pero ha perdido el estatus de segundo partido (ERC ha sacado 21) aunque lo sigue siendo en número de votos. Lo mas lógico es que el PSC rehúya cualquier compromiso con un presidente disminuido que, además, va a tener que aplicar serios recortes.

Le queda ERC. Los republicanos exigirán como contrapartida una aceleración del proceso soberanista, que Mas está ahora en mala posición para liderar. Tras perder 12 diputados (90.000 votos pese a un gran aumento de la participación) se jugaría tanto el respeto de una parte de sus electores como el de la sociedad civil catalana, hasta ahora tan escéptica como silenciosa ante la apuesta soberanista. El entramado económico se ha consolado, hasta ahora, pensando que el independentismo de CiU podía desembocar en un pacto razonable con Madrid.

Por el contrario, un pacto CiU-ERC para avanzar hacia el independentismo sería visto como una voluntad de ruptura total con España. Y al empresariado, como al socio democristiano (Durán Lleida), esa vía le enerva.

Pero el principal problema de Mas es que su autoridad moral sobre la opinión pública catalana y sobre su mismo partido ha resultado muy dañada. Tiene por delante cuatro años de difícil gobernación (por la crisis y por el proceso soberanista que ha puesto en marcha) y cualquier error puede generar conflictos internos y desestabilizar su liderazgo. La apuesta de la disolución anticipada le ha fallado y Madrid puede estar tentado de ningunear las aspiraciones catalanas.

Pero Rajoy debería leer bien el resultado catalán. Artur Mas ha sido desautorizado y tendrá serios problemas de gobernación. Pero la suma de las fuerzas independentistas -CiU, ERC y las radicales CUP (antes era Solidaritat)- sólo ha perdido dos diputados, mientras que las fuerzas contrarias a la independencia – PP, PSC y Ciutadans- han perdido uno. Y es que ICV –partidaria de la consulta pero no independentista– ha ganado tres. Así las fuerzas a favor de la consulta (incluyendo ICV) son ya el 64,4% del Parlament (el 63,7% hasta ahora). El incremento es pequeño y además no alcanzan los dos tercios del Parlament, pero es algo que no se puede ignorar. La pérdida de peso de CiU hace a un hipotético frente soberanista bastante más débil, aparte de que su división sobre la política económica es muy alta.

El presidente del Gobierno haría mal en no reflexionar sobre este dato relevante. Pese a un aumento de la participación del 11% -se supone que de gente que no acostumbra a participar en las autonómicas-, el voto soberanista no ha perdido fuerza. Solo ha habido una recomposición interna entre CiU y ERC, a favor de los más radicales.

¿Es posible encauzar el conflicto catalán tras estas elecciones? Sí, pero sería necesaria una doble rectificación. Mas debería difuminar su independentismo y Rajoy corregir su rechazo a la reforma de la Constitución. La posibilidad de esa rectificación no es muy elevada. ¿ Qué pasará? Que el enconamiento entre el gobierno catalán (si la alianza CiU-ERC se materializara) y el de Madrid sólo podría perjudicar la imagen y la solvencia de España en los mercados. Algo muy inconveniente tanto para Rajoy como para Mas, pero a veces los políticos anteponen sus pasiones (o las de parte de sus electores y militantes) a la racionalidad política.

Deja una respuesta